El manicomio audiovisual español

Admiro, asombrado, a Alfonso Rojo –y no estoy de coña marinera albertiana, sino que hablo muy en serio- cuando asegura con convencimiento de causa en su Periodista Digital que «el periodismo no está en crisis». Pero para mí que debería volver a enfundarse el casco de kevlar y el viejo chaleco antibalas de sus tiempos de reportero, porque los proyectiles de mortero que sobrevuelan nuestras cabezas de unas semanas a esta parte a cuenta de la TDT están dejando en ridículo histórico la capacidad destructiva del cañón Bertha.

Al contrario de lo que aprendimos de niños en Barrio Sesamo, hoy la derecha ya no está a la derecha ni la izquierda a la izquierda. Y la teoría heliocéntrica del Sistema Solar de Copérnico es una falsedad histórica. El mundo, al revés:

-          El grupo Prisa, que amenaza con acabar con las existencias de cremas anti escoceduras de las farmacias, “is shopping mad” (o sea, está que trina) con Zetapé, porque prefiere como compañeros de viaje a “Los hombres de Roures” mucho antes que a “Los Cebrianes”.

-          El New York Times (September 12, 2009), que titula, perplejo, que «El País in Rare Break With Socialist Leader», es decir, que algo muy gordo pasa en España cuando el rotativo de Prisa, que durante mucho tiempo ha sido «un partidario fiable del gobernante Partido Socialista», ahora se ha vuelto más intransigente con los del puño y la rosa marchita de Pajín que el ABC de sus mejores tiempos.

-          Y El Mundo de Pedro Jota, que se supone que era el inspirador intelectual de la gaviota genovesa, ahora resulta que es más sebastianista y teresiano que Sebastián y De la Vega juntos, y está a partir de un piñón con Mediapro aunque sólo sea por hendirle aún más el dedo de la rotativa en el ojo a los desorientados herederos mediáticos de don Jesús Polanco.  

Como dice Gistau (El Mundo, 15 de septiembre de 2009), «compadezco a quienes deben alterar la inercia intelectual para adaptarla a la nueva consigna», pues los hay que como Judas Iscariote parecen siempre dispuestos a vender a su abuela, cuando ni hasta el más obsceno de los depredadores se come a sus congéneres.

Ni Anson, El Imparcial, consigue salir de su asombro cuando escribe que «Hasta el diario adicto le ha clavado un rejón de muerte» a ZP, por más que Iñaki Gabilondo se apreste a aclarar desde su púlpito de Cuatro que «El problema de Zapatero no es Prisa, es Zapatero».

¡A saber cómo va a acabar esta vendetta! Pero es más que probable que no ande desencaminado el sabio perro de Marcello (Pablo Sebastián, La Estrella Digital, 18 de septiembre) cuando vaticina que «O Cebrián se carga a Zapatero, o Zapatero a Cebrián».

Por mí, como si los susodichos acaban batiéndose en duelo o besuqueándose en el Parque del Retiro. La tragedia no reside, a mi juicio, en las peleas de verduleras a las que asistimos a diario en nuestro ruedo mediático ibérico, sino en la descorazonadora conclusión de que muchos medios de comunicación se han transformado en fines, y una parte de la clase periodística se ha transfigurado en diputados con escaño; y lejos de limitarse a tener una determinada adscripción ideológica editorial, persiguen abiertamente, a través del lobby político con el que se identifican, la consecución de intereses, en términos empresariales y de cuota de influencia y poder. 

 

No sé si es bueno o malo lo que está ocurriendo, o sencillamente vomitivo pero irremediable. Querido Alfonso, a mí también me gustaría estar convencido, como San Agustín, de que el hombre es bueno por naturaleza; pero estoy más cerca de creer que Vito Corleone fue, puesto a exagerar, un bendito. Y que por el bien de todos, ¡Que Dios nos coja confesados!

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