Un obstáculo menos para Zapatero

La salida del Gobierno de José Bono permite a Zapatero apartar otra piedra más que tenía en su camino hacia la segunda transición política en España. Bono se va, según ha contado el propio interesado a petición propia y argumentando las consabidas “razones familiares”, porque quizás no quería ser cómplice en el destrozo que ya está causando, “y lo que te rondaré morena”, la ruptura del consenso constitucional, las cesiones ante los nacionalistas y la negociación en marcha con ETA       Desde ese punto de vista, el ya ex –ministro de Defensa ha actuado con el mínimo de coherencia que es exigible a cualquier político. La concepción que tiene Bono de España en poco o en nada coincide con lo que en la práctica está haciendo Zapatero. El político manchego había manifestado no hace muchas semanas que el Presidente le había asegurado que el término “nación” no aparecería en el texto del Estatuto de Cataluña. Los hechos han demostrado o que Zapatero le mintió o que entendió mal lo que este le dijo. Pero el dato cierto es que los hechos le dejaron muy mal a Bono.   ¿Qué decir de la negociación con ETA?. ¿Qué ha pasado por la cabeza de Bono cuando se ha sabido que su partido lleva cuatro años manteniendo contactos con Batasuna?. ¿Qué intuye el político manchego que va a pasar en los próximos meses, cuando Zapatero tenga que hacer concesiones políticas a ETA para que el “alto el fuego permanente” pase a ser definitivo?.   Por eso, la marcha de Bono tiene su sentido, aunque puede que haya más razones que las esgrimidas por el interesado. Hace seis años, Bono perdió por sólo diez votos de diferencia la elección a la secretaria general del PSOE, que ganó el entonces desconocido Zapatero. Tengo para mí que aquella derrota –propiciada por las Federaciones Socialistas próximas al guerrismo- no fue bien asimilada por el afectado.   Posteriormente, en marzo de 2004, se produjo la inesperada victoria electoral del PSOE y Zapatero, de forma inteligente, le ofreció a Bono estar en el Gobierno. Era mejor tenerle dentro tranquilo, que fuera dando guerra, pudo pensar el Presidente.   En un primer momento a Bono pareció gustarle el caramelo del Ministerio y de hecho organizó un acto de toma de posesión, a medio camino entre lo hortera y lo fastuoso, con la presencia entre otros personajes de Garzón, el cantante Rafael o Concha Velasco. Quizás Bono pensó que el Ministerio de Defensa era una buena plataforma para, llegado el caso –es decir, si Zapatero se la “pegaba”- dar el salto a la Moncloa.   El hecho cierto es que Bono se va –dice que de forma definitiva de la política- y con él, desaparece un referente para muchos votantes socialistas, cada vez más desconcertados ante la política de ruptura constitucional llevada a cabo por Zapatero.   Con Paco Vázquez en la Embajada de España ante el Vaticano; con Alfonso Guerra diciendo una cosa y votando la contraria; con Rosa Diez castigada por su partido y apartada de tareas de importancia en el Parlamento Europeo; con Rodríguez Ibarra recuperándose de su infarto y con Bono en su casa de Toledo, Zapatero puede respirar aun más tranquilo de lo que ya lo venía haciendo.

 
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