Hay partido por jugar

A menos ya de treinta días para las elecciones generales, la incertidumbre sobre el resultado es lo más destacado de esta larga pre-campaña. Si es verdad que las encuestas dan una ligera ventaja al PSOE sobre el PP, también lo es que la misma es tan corta que nadie se atreve a asegurar lo que puede pasar el 9-M.

En este contexto hay varios factores que pueden ser decisivos para inclinar la balanza hacia uno u otro lado. El primero, la crisis económica que ya está aquí con toda su crudeza y dureza y que por mucho que los miembros del Gobierno intenten atemperarla o restarle importancia, los ciudadanos la sufren en sus propias carnes. Por no hablar de las 132.000 personas que se han quedado sin trabajo el pasado mes de enero. Que les vayan a decir a estos nuevos desempleados que se trata de una situación coyuntural.

Ni Zapatero ni su partido contaban con que los efectos de la crisis llegaran tan pronto. Ellos calculaban en torno al verano, pero en ningún caso ahora, cuando falta tan poco para las elecciones. Y es que si siempre se ha dicho que lo que más puede hacer cambiar el voto de los ciudadanos es cuando estos notan que se les toca el bolsillo…

Un segundo factor que se presenta como decisivo para el resultado final es los dos debates televisivos previstos entre Zapatero y Rajoy. Aunque sus respectivos partidos estén mareando la perdiz sobre en que televisiones serán y con que formato, nadie entendería que al final no se celebrasen. Lógicamente quien mas los necesita es el candidato del PP, porque si va un poco por detrás en las encuestas, en los debates tendrá la oportunidad de remontar, aunque para ello tendrá que estar especialmente brillante e intentar poner contra las cuerdas, dialécticamente hablando, a su contrincante.

También es previsible que Zapatero no esté especialmente mal en los citados debates. Es hábil y sabe vender bien su sonrisa y su “talante” aunque de este último cada vez menos y para ello no hay más que recordar lo que transmitían las fotos de la semana pasada en las que se le veía en una actitud crispada, enfadada, engreída y hasta chulesca, en un diálogo con el Nuncio del Vaticano en España.

El tercer factor podría ser lo que vaya a hacer o dejar de hacer ETA de aquí a las elecciones. La banda terrorista sabe de sobra que un atentado con muertos pondría las cosas muy difíciles a Zapatero y, por el contrario, un gesto hacia el actual Presidente del Gobierno –hipótesis que circula con insistencia en algunos mentideros políticos madrileños- en forma de anuncio de entrega de las armas o similar, supondría un balón de oxígeno para el actual inquilino de la Moncloa.

Un cuarto y último factor, son los imprevistos, en forma de meteduras de pata, de salidas de tono o de propuestas electorales que enganchen con el electorado, descoloquen al contrario y provoquen un debate y te hagan llevar la iniciativa ante la opinión pública. Un claro ejemplo de esto último ha sido el anuncio de Rajoy sobre el “contrato de integración” a los inmigrantes. Algo que ha sido muy atacado y denostado por el PSOE pero que es bien visto por una clara mayoría de ciudadanos españoles que estando muy alejados de posturas xenófobas, sin embargo piensan que hay que exigir a quienes quieran venir a vivir y a trabajar en nuestro País que se integren y se adapten a nuestras costumbres y hábitos.

Por lo tanto, el partido está abierto y todavía queda mucho por jugar. Van a ser unas elecciones muy reñidas e importantes. El voto indeciso, el abstencionista también va a tener al final un papel clave. En las pasadas elecciones generales ese voto se movilizó tras el atentado del 11-M, debido a la mala gestión de la crisis por parte del gobierno de entonces y el aprovechamiento indecente del PSOE en la jornada de reflexión. Esperemos que esta ocasión no haya ningún factor externo de esa brutal magnitud. Confiemos que los españoles puedan decidir libre y serenamente quien gobernará España en los próximos cuatro años.

 
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