El pildorazo del lunes, una bomba hormonal

Tan sólo faltan tres meses para que cualquier persona -sin límite de edad- pueda adquirir en la farmacia y sin receta médica la píldora del día después. Pensar que el uso de la píldora del día siguiente es una gran medida para evitar embarazos no deseados y frenar el elevado número de abortos es un engaño inhumano, perverso e insensato. Inhumano porque esa píldora provoca en la mayoría de los casos la muerte del embrión. Perverso ya que inducirá a los jóvenes y no tan jóvenes a llevar una vida promiscua. Insensato pues aumentará estrepitosamente el riesgo de contagio de enfermedades infecciosas de transmisión sexual y de SIDA. Y a esto le llaman progreso…

Además, de ser un verdadero desatino es una absoluta incongruencia que no se explica. Por un lado el farmacéutico –cabeza de turco- sobre quien recaerá la enorme responsabilidad de dispensar o no el amargo fármaco, y conocedor de las consecuencias que de ella se derivan: náuseas, insuficiencia hepática, vértigos, dolor abdominal, riesgo de cáncer de hígado y de páncreas, y un largo etcétera. Aunque siempre pueda recurrir a la objeción de conciencia, estará obligado por ley –así lo ha indicado la ministra- a tener la “bomba hormonal” disponible en todo momento. Le guste o no tendrá que disponer de al menos un empleado que quiera suministrarla. Y por otro lado la incoherencia llevada al límite, ya que el farmacéutico se encontrará en la situación de solicitar a la usuaria una receta médica para un tratamiento anticonceptivo, pero, a esta misma no le pedirá receta alguna para la píldora. Tan sólo tendrá que pagar unos dieciocho o veinte euros.

Es necesario recordar –por si hubiera alguna duda- que la píldora es abortiva en los casos en que el óvulo ya ha sido fecundado, momento en el cual comienza a existir un nuevo ser humano. Estudios recientes demuestran que así ocurre en el 42% de los casos, en el que la píldora actúa evitando la implantación en el útero, por lo tanto, es abortiva.

La experiencia demuestra que la píldora del día siguiente ha sido un fracaso en países como EEUU o Gran Bretaña. Así lo confirma el estudio que ha realizado Obstetrics & Gynecology en el que manifiesta que el uso de la píldora ni reduce la tasa de embarazos no deseados ni el número de abortos. Y a pesar de las campañas preventivas que se han realizado a nivel mundial aparecen 7.000 nuevas infecciones diarias de transmisión sexual. 

La encuesta que realizó el equipo de investigación Daphne hace resaltar el grado de irresponsabilidad de los jóvenes de hoy en día. Tan sólo un 40% de adolescentes son conscientes de asumir riesgos en sus relaciones sexuales. Para los que consumen la píldora del día siguiente el temor a las consecuencias se desvanece por completo. Ingenuos y necios, se fían demasiado. ¿No será más eficaz educar a los jóvenes en el uso correcto y responsable de la sexualidad?

Ante el panorama de una sociedad insensible, inmersa en una civilización del placer, la mujer –presa de un terrible machismo- llega a ser un objeto para el hombre. No se respeta la ley de la naturaleza que establece que el placer sexual y la transmisión de la vida están íntimamente unidos. Lo cierto es que un uso ocasional de la sexualidad impulsado únicamente por el placer no produce la plena satisfacción sino una frustración de una ilusión no cumplida. Se necesita, ahora más que nunca, educar a las nuevas generaciones en una cultura para el amor donde la sexualidad sea entendida como una riqueza de toda persona humana, escenario idóneo para entregarse como don de sí mismo de manera libre y personal, y poder así expresar un amor sincero, respetuoso, y generoso.

 
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