La preocupación del Rey

No, no fue un mensaje real más. Hubo en el, tanto en la forma como en el fondo, aspectos, detalles, que permiten deducir que el Rey quería decir lo que dijo y de la forma en que lo hizo. En doce minutos de intervención, Don Juan Carlos pronunció hasta catorce veces la palabra España. Algunos pueden preguntarse qué importancia puede tener esto cuando además se trata del Rey. Habría que responder, que en los tiempos que corren, tiene mucha importancia. No es un dato baladí. Pero quizás, donde estuvo la parte mollar del mensaje real fue en las continuas y reiteradas apelaciones a la Constitución: “es ampliamente mayoritario —dijo el Rey- el convencimiento de que lo que hemos logrado se lo debemos a la reconciliación, a la concordia y al amplio consenso que permitieron alumbrar nuestra Constitución. Sin ella, sin el respeto y la lealtad a sus reglas, valores y principios y sin el esfuerzo de todos, no podría explicarse ni la modernización vivida por España, ni la envidiable estabilidad política, económica y social que hemos venido disfrutando”. Hacia la mitad de su mensaje, el Rey optó por utilizar un recurso muy habitual en los discursos, conferencias o intervenciones públicas, que no es otro que intentar captar la atención de quien lo está oyendo con una frase del tipo: “mi mensaje de esta noche es bien sencillo”, con lo cual se logra fijar especialmente la atención del auditorio, sobre todo de aquella parte del mismo que por diferentes motivos estuvieran distraídos. ¿Y cual era ese mensaje tan sencillo que Don Juan Carlos quería transmitir esa noche a todos los españoles que le estuvieran viendo en la televisión? Pues lo siguiente: “frente a las tensiones y divisiones, debe prevalecer —por parte de todos- la firme determinación de intentar superarlas desde la moderación y el sosiego, mediante la búsqueda del más amplio consenso en el marco de las reglas, principios y valores de nuestra Constitución. Todo lo que se ajuste a estas pautas será siempre más sólido, más seguro y, sobre todo, más integrador”. Personalmente, no puedo estar más de acuerdo no sólo con las palabras anteriores, sino con el contenido fundamental del discurso navideño del Rey. Pero la pregunta que, muy probablemente, muchos españoles se hicieron al oírlo fue: ¿y de esto qué piensa el Presidente del Gobierno? Porque sabido es que los discursos e intervenciones del Rey son “sometidas” previamente a la consideración del Gobierno, no se sabe si por razones de cortesía o por algo más. El hecho es que Zapatero sabía perfectamente, con antelación, lo que el Rey iba a decir y es de suponer que de alguna manera se sintiera aludido, interpelado por estas reflexiones reales. También es sabido que semanalmente el Presidente del Gobierno mantiene un despacho con el Rey, donde este es informado de los proyectos que tiene en marcha el Ejecutivo y donde, lógicamente, se hace un repaso a las cuestiones más candentes de la actualidad. Por lo tanto, esos mismos espectadores que siguieron con atención el mensaje de Don Juan Carlos también pudieron haberse hecho esta otra pregunta: ¿todo lo que ha dicho esta noche el Rey, se lo dirá habitualmente a Zapatero en su despacho semanal en la Zarzuela? Tengo un amigo que desde hace tiempo va apuntando las cosas que intuye no van a tener respuesta en esta vida, pero que él no renuncia a saber y que, por lo tanto, está dispuesto a plantearlas cuando llegue a la otra vida, a ser posible a San Pedro. Pues me temo, que eso es exactamente lo que habrá que hacer con algunos de las interrogantes que suscita este último mensaje navideño del Rey. De momento, uno se puede quedar con la carga de preocupación que el mensaje de Don Juan Carlos transmitió. Y es que, es evidente, hay motivos más que sobrados, por las cosas que están pasando, para estar preocupados, incluido el Rey.

 
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