De los puños a las pistolas

En los buenos westerns clásicos hay un fatalismo que mueve las conductas. Lo que en las primeras escenas no se resuelve en una pelea a puñetazos, acaba resolviéndose en el duelo a tiros en medio de la calle polvorienta. Rodríguez Zapatero ha copiado el guión al hacer ministro a Miguel Sebastián y mantener a Pedro Solbes. Lo que entre ambos no se resolvió a puñetazos en la legislatura pasada, quizás acabe a tiros en la presente. De poco vale que, en teoría, Sebastián esté bajo la disciplina del vicepresidente. El puenteo en la política y en las películas de vaqueros, es otro recurso habitual, el sheriff en un juguete del hacendado. Mando menos que tú, podría decir Sebastián, pero el presidente manda más que tú. Así que…

Sebastián es intervencionista y beligerante. Pedro Solbes practica una cierta indolencia burocrática. Sebastián tiene maneras de ejecutivo (o ejecutante) polemista; Solbes es suasorio y disciplinado.

Sebastián debuta como ministro de eso que le han hecho recomendando medidas a Solbes que no suponen gasto público. O eso dice el ex profesor, porque asegurar que las energías alternativas no le cuestan dinero al erario es, simplemente, incierto y cuando se siente en su sillón puede pedir las cuentas.

A Sebastián le encanta jugar a los barcos con las empresas (y los bancos). ¡A tierra que vienen los nuestros! tendrán que gritar algunos que coreaban sus pasadas veleidades monclovitas.

A Pedro Solbes le gusta administrar con prudencia y mano enguantada, ha sido piloto de muchas tormentas mientras Sebastián dibujaba ecuaciones.

Sin embargo, este Gobierno provisional hasta 2010, acabará con la salida de uno de los dos. Y no tengo duda sobre por quién doblan las campanas.

 
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