El “sacrificio y riesgo” de ser Ministra de Cultura

Ha dicho Carmen Calvo, con motivo de la entrega de los Premios Nacionales de Música, Danza, Teatro y Circo 2003, que “la creación siempre implica sacrificio y riesgo”. O sea, más o menos, lo mismo que ser ministra. Y en el caso de Calvo, ser ministra de Cultura implica mucho más riesgo aún. Porque la cultura española está bastante enferma. Cogió una buena gripe cuando algunos comenzaron a manipular la historia y cayó en estado terminal cuando otros –o los mismos- se la apropiaron como patrimonio propio y la emplearon como arma arrojadiza política.

En la misma ceremonia ha sido el compositor José María Sánchez Verdú el encargado de hablar en nombre de los premiados. Y lo hizo con unas trascendentes palabras: “Una sociedad que no se identifica con su cultura pierde su identidad”. Y es cierto. Sin embargo, bien sabe Carmen Calvo quien se apropia la cultura de manera excluyente en España. Lo sabe bien porque, entre otros muchos motivos, gracias a ellos está ocupando su cargo.

Y aunque las pretensiones de José María Sánchez estén cargadas de nobleza, resulta muy difícil que una sociedad democrática se identifique con una realidad cultural ideológicamente sesgada y muy poco representativa. Cientos de canciones que nacen en España cada año no respetan a determinados colectivos, ridiculizan los valores de la mayoría de la sociedad o se empeñan en ofender determinadas posiciones políticas en beneficio de otras. Y así es muy difícil que una sociedad se identifique con su cultura.

Lo mejor de la ceremonia es que por fin Carmen Calvo ha dicho algo verdaderamente interesante como representante de los ciudadanos. Mirando al pasado reciente, la ministra sólo había destacado por tres cosas: sus “reflexiones” sobre la rebaja del IVA en discos y precios, su perla de oro: “estamos manejando dinero público y el dinero público no es de nadie” y, por supuesto, su espectacular portada en el Vogue que a punto estuvo de costarle a ZP una dimisión en masa de su Gobierno paritario.

Haciendo memoria, también había destacado por su intención de pagar la deuda pendiente con los cineastas de “Hay motivo” y por el odio demostrado en la intimidad hacia Alfonso Ussía, columnista de La Razón que muestra habitualmente un desmesurado afecto por la ministra y que advirtió en un artículo llamado “El contubernio” (La Razón, 15-05-04) de las intenciones de silenciarle mostradas por Carmen Calvo y los cineastas.

Pero ya que la ministra ha llegado a la conclusión de que la profesión del artista –sea músico, pintor o payaso- requiere “sacrificio y riesgo” reflexionemos sobre la razón de ser de su ocupación, el arte. Y temblemos. Aconsejados por la RAE podemos afirmar que el arte es una “manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros”.

En España, tenemos mucho arte. Tenemos montañas y ríos artísticos corriendo por cada esquina de nuestra geografía. Sin embargo, el arte que es portada de los periódicos, que está subvencionado frecuentemente por Carmen Calvo no es en realidad “arte”. No ofrece una visión “personal y desinteresada”.

Decir que los cineastas dominantes del país, que todos conocemos, que los cantautores y músicos que empañan la belleza de sus composiciones con consignas políticas y que los escritores que abandonan la sinceridad de sus plumas en beneficio de unas ideas e intereses expresan una visión “personal y desinteresada” es caer en un gran engaño. Será una visión personal en algunos casos, pero es interesada en casi todos.

Mientras la Ministra de Cultura no centre sus esfuerzos –y su dinero público que “no es de nadie”- en apostar por el arte, el de verdad, el que define con maestría la Real Academia Española, no necesitaremos su ministerio para nada. Ahora que está muy ocupada con la reforma de los contenidos televisivos podríamos rogarle que sugiera a Caffarel la posibilidad de hacer un buen programa musical en la televisión pública –que tampoco “es de nadie”-, un programa de “arte musical”.

 

Aunque bien pensado, si no se van a ofrecer actuaciones musicales con una visión “personal y desinteresada”, si no van a tener todos los artistas las mismas posibilidades con independencia de su manera de pensar, podríamos evitar el “riesgo” y ahorrarle el “sacrificio” a la Ministra.

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