¿Aún no has salido en la tele?

Aparecer en la pequeña pantalla está de moda a juzgar por la cantidad de realities que se han programado en España en los últimos años. Si sumamos todos los realities y docu-shows que las cadenas españolas —incluidas las autonómicas- han encargado a las productoras desde 1996, obtenemos una cifra de más de 70 programas. Cantidad a la que habría que sumar aquellos talk-shows, magacines y concursos en los que el ciudadano “corriente” también puede participar —entre estos tres géneros, suman unas 500 producciones aproximadamente. A lo largo de su historia, y como fruto de un fenómeno de hibridación, la telerrealidad ha derivado en multitud de subgéneros y ha revolucionado el panorama televisivo en cada una de sus mutaciones. Su origen se encuentra en la programación de la BBC de los años 60 con los docudramas, que consistían en reconstrucciones de sucesos reales con la intervención de actores profesionales. Aunque ya desde mediados de los 80 se empezaba a percibir un interés por las historias cotidianas de la “gente corriente”, el auténtico boom del reality llegó en la década de los 90. La realidad se transformaba en espectáculo televisivo y las historias eran contadas por los propios protagonistas, personas “de a pie” que acudían a un plató a exponer sus experiencias personales. En la televisión española, uno de sus máximos exponentes fue ¿Quién sabe dónde?, espacio de desaparecidos presentado por Paco Lobatón. El recurso a situaciones cada vez más morbosas y a personajes marginales, con los que el telespectador difícilmente podía identificarse, terminó por desprestigiar al género. Finalmente, el testigo del éxito lo recogió la ficción propia y proliferaron multitud de series nacionales, lo que condujo, a mediados de los 90, al declive del reality. Sin embargo, la telerrealidad no tardó mucho tiempo en hacerse de nuevo con el control de la parrilla. A finales de la década, reapareció tras una nueva mutación. Esta vez lo hacía bajo la apariencia de un extraño concurso. El 23 de abril de 1999, Tele 5 iniciaba la primera edición de Gran Hermano y se convertía, de esta forma, en la cadena pionera en introducir en España este nuevo subgénero: el docu-show-concurso. Como novedad, se creaba un acontecimiento exclusivamente para ser televisado y se ofrecía a la audiencia la posibilidad de seguirlo en directo, durante 24 horas, y la oportunidad de participar en su desarrollo. Dos años después, en 2001, llegó a TVE Operación Triunfo. Un docu-show en el que el componente de concurso quedaba más acentuado al premiarse el progreso y las habilidades musicales de los participantes. Una versión blanca del mismo género que lo adaptaba a unas mínimas exigencias de servicio público. A pesar de sus elevados índices de audiencia, este nuevo boom de la telerrealidad duró sólo tres temporadas. En el 2002, las series de producción propia volvieron a alzarse con el liderato para continuar en él hasta hoy. A pesar de ello, el reality permanece fuerte y sigue presente entre los géneros más vistos. Además, constituye una pieza clave a la hora de diseñar las parrillas, ya que nutre de contenido a buena parte de los programas de la cadena. Así el panorama, ficción nacional y telerrealidad mantienen un pulso por el prime time que, de momento, se salda con la victoria de la primera. El gran derrotado de esta batalla es el entretenimiento de gran formato —programas de variedades-, que, prácticamente, ha desaparecido de la franja de máxima audiencia de las cadenas españolas. Esta situación es extensible al resto de Europa. Según el Anuario de la Televisión 2005, publicado por el Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual (GECA), la ficción sigue siendo el género preferido de los telespectadores europeos. En este caso, la excepción que confirma a regla es Holanda, donde los programas de entretenimiento mantienen el liderazgo. No es casualidad que la productora-madre del docu-show sea la holandesa Endemol, actualmente fusionada con Gestmusic y propiedad de Telefónica. Paradójicamente, el reality está triunfando más en la televisión estadounidense que en la europea, a pesar de ser un género importado en una cultura acostumbrada a exportar. Según recoge el mencionado anuario, en la temporada 2003-2004, el programa más visto no fue una serie de ficción, como suele ser habitual, sino American Idol —versión americana de Operación Triunfo-, superando incluso a C.S.I.. Además, hay que tener en cuenta que las cadenas norteamericanas cada vez dedican más tiempo a los realities, debido al éxito de espacios como Survivor —Supervivientes- o The Apprentice —El aprendiz. A pesar de su evidente desgaste, todo parece indicar que los espacios de telerrealidad seguirán en antena durante las próximas temporadas. Es más, se han consolidado como género televisivo. Muestra de ello es que la Academia de la Televisión estadounidense, que otorga los premios Emmy, ha creado dos categorías propias para este tipo de programas: “mejor reality sin competición” y “mejor reality con competición”. Merece ser destacado el formato ganador dentro de la primera categoría: Extreme Makeover: Home Edition. En él, varios diseñadores tienen que reformar la casa de una familia pobre. Hasta aquí no encontramos ningún inconveniente. Sin embargo, este espacio es, en realidad, una secuela de otro anterior que sí levantó polémica. Extreme Makeoveres un formato que gira en torno a la “transformación”. Mientras que en la edición premiada el objeto transformado era una casa, en la anterior, lo modificado era el aspecto físico de una persona, recurriendo incluso a la cirugía estética. De momento, el reality de transformación no ha llegado a las pantallas españolas, pero todo puede ocurrir. Me consta que alguna que otra productora española tiene una opción de compra sobre un formato similar. En resumen: Tele 5 seguirá apostando por Gran Hermano y Operación Triunfo; Antena 3 parece que, definitivamente, ha tirado la toalla en el campo de los docu-shows tras sus continuos fracasos —El Bus, Escuela de Actores, X ti, El castillo de las mentes prodigiosas y La granja-; y Cuatro anda “a la caza y captura” de sus gemelos en Idénticos y de Los cuatro de Cuatro. Por último, quedas tú. Ten por seguro que sin ti, dispuesto a participar, y sin ninguno de nosotros, los telespectadores, ahora mismo ni se emitiría ninguno de estos programas, ni estarías leyendo este artículo. ¿Aún no has salido en la tele? ¿Y a qué esperas para participar?

 
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