A tope contra la COPE

¿Recuerdan ustedes un acto que se celebró en el Ateneo de Madrid el mes de febrero del corriente —no hemos cambiado de año y ya parece transcurrida una eternidad— con figuras señeras de la intelligentsia nacional, que denunciaban una merma obvia y terrible de la libertad de expresión en aquella España regimentada por un señor con bigote? Entre los participantes sobresalía un tal Iñaki Gabilondo, que debido a la mordaza gubernamental sólo podía permitirse por aquel entonces emitir en las ondas unas leves críticas al Gobierno, muy comedidas y muy sutiles, máxime teniendo en cuenta que al mes siguiente, en marzo, se celebraban elecciones generales. ¿Lo recuerdan? ¿Recuerdan lo comedido y sutil de sus comentarios, que debíamos interpretar entre líneas? Eran tiempos de persecución a la heroica disidencia, previamente aherrojada mediante concesiones humillantes como la televisión por cable. Época de tinieblas infaustas, era el final de un periodo ominoso, negro.

Con la coalición nacional-progresista emergente de las urnas el 14 de marzo se acabaron las caenas, la reacción y la censura. Algunos todavía parecen no haberse enterado y se empeñan en sembrar de pedruscos el camino del brillante porvenir que nos traza Rodríguez Zapatero. Los de la COPE es que se pasan mañana, tarde y noche con la misma monserga, que si está en peligro la unidad de España, que si los socialistas van a cargarse la independencia del poder judicial, que si los católicos merecen más respeto, que si es un disparate la política exterior de Moratinos... Y luego encima quieren que el ministro los deje montar en su avión. Vaya rostro.

A estos propaladores de infundios hay que desenmascararlos. Ellos insinúan la existencia de maniobras orquestadas para silenciar su voz crítica. En absoluto. Se trata de que el Pueblo no se contamine escuchando ciertos desvaríos que van contra sus propios intereses. Y hay que actuar cuanto antes: según la última oleada del EGM, la COPE es la única emisora que ha ganado oyentes, en detrimento de las otras cadenas generalistas. Además, ya se sabe que esta gente es amiga del PP, tan proclive a apoyar golpes de Estado en el extranjero como a darlos en España, según demostraron sin resquicio de duda, respectivamente, Moratinos y Almodóvar.

Así pues, para perseguir la mentira, para debelar la patraña, para proteger al Pueblo y para prevenir un disgusto golpista —vayan ustedes a fiarse—, el grupo PRISA e instancias gubernamentales han emprendido esa denuncia tan oportuna y veraz de la que ustedes ya tienen noticia. Lo que le ocurre a la COPE es que confunde la libertad de expresión con la libertad de expresión. Y si la emisora se considera agredida, siempre puede convocar un acto similar al de febrero. En tal caso debería dirigirse a una de las participantes de entonces, Rosa Regás, que con magnánima solicitud y con solidario desvelo cederá las dependencias de la Biblioteca Nacional a los agraviados.

 
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