¿Dónde están los sindicatos?

La presencia de los sindicatos es cada vez menor. Antes, no hace mucho tiempo, cada vez que había una cita electoral o una crisis política, todo el mundo se preguntaba cuál sería su posición. Hoy esa preocupación existe solo de una manera muy limitada. Pero, ¿dónde están ahora los sindicatos?

Ignacio Fernández Toxo (CC.OO.) y Josep María Álvarez (UGT).
Ignacio Fernández Toxo (CC.OO.) y Josep María Álvarez (UGT).

La importancia de la posición política de las centrales parece ahora irrelevante. En las últimas semanas, con la enorme crisis que ha sacudido al PSOE, nadie se ha preguntado qué pasaba con UGT, que fue su sindicato hermano. No hay que olvidar la bronca que se montó entre la organización y el Gobierno socialista de Felipe González con motivo de la decisión de entrar en la OTAN. A nadie le ha importado en este momento un ápice lo que pensaran Josep María Álvarez o Ignacio Fernández Toxo sobre la abstención del PSOE a un Gobierno de Mariano Rajoy.

En Madrid hay cientos de miles de afiliados a las dos grandes centrales sindicales. Y no ha habido ningún acto político en relación con el PSOE, que es ya la única referencia de estos sindicatos. Las organizaciones de la clase trabajadora van a tener que lidiar con problemas de una envergadura enorme en la nueva legislatura, como la reforma laboral, y el recorte de 5.500 millones que Bruselas reclama con urgencia al Gobierno.

Otro dato a destacar, en relación al actual papel de los sindicatos, es que las movilizaciones del 1 de mayo han ido perdiendo influencia social y políticaconforme han visto caer las cifras de participación. Para no pocos trabajadores esta fecha se ha convertido en un mero día sin trabajo, y las manifestaciones son tan sólo rituales anuales en los que los sindicatos sacan a la calle a sus afiliados.

Pérdida de influencia de los sindicatos

Todo ello se enmarca también en la progresiva disminución de participación sindical y de valoración de los sindicatos por parte de los ciudadanos. A la luz de los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la nota que los españoles ponen a los sindicatos ha caído en diez años del 4,5 al 2,6. Aunque siguen por delante de los partidos políticos, las organizaciones de trabajadores suspenden claramente en valoración ciudadana.

Hace unos años, el CIS constató que el 83% de los españoles no han participado jamás en un sindicato, y sólo un 3,4% declaró participar activamente en la lucha obrera. Las encuestas incluso preguntaron “¿Por qué se alejan los españoles del sindicalismo?”, y la respuesta más elegida fue “porque no sirve de nada”.

A estas cifras se añaden las de pérdidas de afiliados. De acuerdo con los datos recientemente recopilados por el diario Expansión, entre 2009 y 2015 los sindicatos vieron caer sus miembros en 584.788 socios: Comisiones Obreras pasó de 1.203.307 registrados en 2009 a los 909.052 apuntados a cierre de 2015, mientras que UGT cerró el año pasado con 928.846 frente a los 1.205.463 que tenía seis años antes.

Los sindicatos achacan este descenso a la crisis: muchos trabajadores no pueden seguir pagando las cuotas, y además el aumento del paro y la caída del número de personas con empleo tienen una gran incidencia en las cifras menguantes.

El golpe de los escándalos de corrupción

Pero no se pueden obviar los casos de corrupción que en los últimos años han afectado a las grandes centrales. Los más graves han sido el de los ERE fraudulentos de Andalucía y el de los cursos de formación en la misma comunidad -el dinero para parados se desviaba, presuntamente, al sindicato.

A ellos hay que sumar la participación de miembros de UGT y CCOO en los consejos de administración de cajas quebradas como Caja Madrid -con tarjetas black de por medio- y la dimisión del líder de UGT en Asturias, José Ángel Fernández Villa, que había regularizado con la amnistía fiscal de Montoro 1,4 millones de euros que había ocultado a Hacienda.

Gastos injustificables, como pagar con dinero público 700 maletines de piel o bocadillos y pancartas, e imágenes como las de varios sindicalistas comiendo una gran mariscada han golpeado duramente la credibilidad de los sindicatos mientras los trabajadores sufren el paro y el empeoramiento de sus condiciones de vida.

Como consecuencia de todo ello, el seguimiento de las movilizaciones sindicales ha caído y la influencia de sus reclamaciones durante el 1 de mayo para mejorar las condiciones laborales y la calidad del empleo tienen ahora menos fuerza que antes.

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