Acabar un 10.000 en la catedral de León. El sueño del runner Zapatero

El 'running' es, junto al baloncesto, la principal afición de José Luis Rodríguez Zapatero. Si en su etapa en La Moncloa salía a trotar cuando podía, una vez que ha abandonado la presidencia del Gobierno admite ser que el salir a rodar es una de sus pasiones.

En una entrevista concedida a la revista Runners, Zapatero explica cuáles son sus sensaciones cuando se calza unas zapatillas y cuáles son sus metas. También habla de su participación en el Medio Maratón de Edimburgo y de sus polémicas fotos corriendo en Doñana donde no se veían pisadas en la arena. Estas son algunas de las frases del socialista sobre su pasión por el deporte:

-- Aunque practiqué baloncesto, el deporte que con el tiempo más me ha gustado y enganchado es correr. Empecé con 18 años y mantuve la regularidad hasta los 30. Tuve un bache de los 30 a los 35, edad en la que recuperé la actividad, y desde entonces he mantenido la regularidad corriendo, sobre todo en los últimos seis años, es decir, durante buena parte de mi estancia en Moncloa.

-- En esta última etapa correr fue para mí el factor fundamental para lograr mi equilibrio psicológico, mi resistencia física y mi capacidad de estar de buen humor el mayor tiempo posible que se puede estar siendo presidente del gobierno.

-- Salvo el baloncesto, que es un deporte de competición, todos los deportes que me han gustado tienen que ver con la naturaleza y se pueden practicar en solitario con relativa facilidad, tanto correr como la pesca de la trucha y andar por la montaña.

-- Siempre me ha gustado mucho correr al aire libre, también en las zonas de playa, por ejemplo en Santa Pola, donde iba mi mujer con sus padres. Los veranos los pasaba en Gijón y solía trotar con frecuencia por el paseo grandísimo del muro. Me gustaba correr solo, unos 12 ó 13 kilómetros, siempre sin esforzarme, sin fatigarme, hasta que las exigencias de la seguridad hicieron que tuviera que trotar siempre acompañado.

-- Sonsoles Espinosa no corre, pero suele nadar y sale a caminar prácticamente todos los días.

-- Sé cómo estoy cada día por cómo corro. Hay un reflejo clarísimo de mi estado psicológico en mi manera de correr y en cómo resuelvo la carrera. Es muy curioso. Cuando tenía muy poco tiempo y tenía que salir como fuera a entrenar, iba a un ritmo mucho más rápido pero saboreaba menos la carrera, miraba menos la naturaleza, escuchaba menos a los pájaros, contemplaba menos el cielo… y todas estas cosas son las que más me gustan de correr. Ahora que puedo hacerlo con más calma y tranquilidad disfruto más, es como si respirara más profundo, antes llevaba la respiración más ajustada…

-- Correr era para mí un auténtico termómetro de la disciplina. Cuando eres presidente del Gobierno y tienes una agenda tan intensa de horarios, en el plano físico y en el psicológico, el tener algo que te obligue, que te marque disciplina, te viene muy bien. Casi me lo imponía como una obligación de realizar un ejercicio que me costara, y salía a correr incluso con nieve o por terreno resbaladizo.

-- En Nochevieja procuraba no irme a dormir muy tarde porque me encantaba salir a correr muy pronto el día de Año Nuevo. Empezar el año con una carrera, si hace sol, aunque haga frío, supone comenzar el año de otra manera, y ya hace bastante que siempre corro el día 1 de enero.

 

-- Iba a correr cuando podía. A veces, por ejemplo, recibía al primer ministro de Vietnam, tenía una comida con él y luego a las siete tenía que ir a ver al Rey, así que a las cinco y cuarto hacía un hueco para trotar y a las seis y cuarto ya me estaba duchando e iba a ver a don Juan Carlos.

-- En los viajes me marqué salir a correr siempre; en ellos he vivido mis experiencias más interesantes. He corrido por muchas ciudades del mundo, por parajes que es difícil que uno vea en su vida. Cuando corres a primera hora de la mañana, a veces casi de madrugada, tomas el pulso a la ciudad. Descubres si la gente madruga o no, si el tráfico está bien ordenado, observas si en las caras de las personas hay alegría o no, si hay vitalidad… Cuando salía a correr por los parques de las ciudades aprendía mucho. Eso sí, me exigía madrugar bastante, porque las agendas de trabajo en los viajes internacionales comienzan muy pronto, como es lógico, para aprovechar bien el tiempo.

-- Recuerdo que cuando tuvimos la cumbre del G-20 en Pittsburgh (2009), con todos los líderes mundiales, el servicio secreto nos llevó a correr a las seis menos cuarto de la mañana por un fantástico parque natural de los muchos de los que puede presumir Estados Unidos. Todavía era de noche y el servicio secreto norteamericano nos iba iluminando con linternas para que pudiéramos correr. Me acuerdo de esa carrera porque fuimos por un camino espectacular entre un río y un bosque, con árboles de 20 metros y un agua cristalina.

-- En Pekín íbamos siempre a correr a un parque urbano, cerca del hotel donde estábamos, que era un espectáculo, porque a las seis de la mañana te encontrabas con una orquesta de músicos mayores, cada uno tocando su instrumento, otros hacían taichi, practicaban yudo, jugaban al baloncesto, etc. Alrededor del parque había un circuito para correr de unos dos kilómetros, al que dábamos vueltas mientras contemplábamos el magnífico espectáculo de personas ocupadas en diferentes actividades. Allí empecé a sentir el fenómeno que más me ha llamado la atención en mis años de presidente del gobierno, que ha sido el crecimiento y la explosión de China. Visité ese país cada año y medio, aproximadamente, durante mis años como presidente, y en cada viaje percibía un mayor desarrollo y crecimiento, incluso físico, de las personas. Era impresionante.

-- Recuerdo que una vez, corriendo en una playa china, nos mandaron diez corredores militares para acompañarnos, y los diez eran completamente iguales, como en Matrix. Eran jóvenes con muy buena planta, debían de tener unos tiempos espectaculares, y como eran militares chinos, con una mentalidad rígida, y además en una misión con un presidente del gobierno, llevaban un orden impresionante. Estuve observando sus reacciones cuando yo aceleraba o iba más despacio. La mitad de ellos iba veinte metros por delante de mí y la otra mitad unos diez metros por delante. Me resultó imposible cambiar de posición. Aunque acelerara o fuera más despacio ellos siempre se mantenían a la misma distancia de mí. Formaban una máquina perfecta, y así funciona China ahora, como un reloj.

-- Corrí con David Cameron, primer ministro del Reino Unido, cuando viajé a la cumbre del G-20 en Seúl (Corea) y en Madrid troté con el presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy. Barack Obama jugaba al baloncesto, pero creo que no le gustaba tanto correr. En general los presidentes no solían correr, salvo el colombiano Álvaro Uribe, que además lo hacía muy bien.

-- Una vez estuve con Fermín Cacho, al que admiro muchísimo por su trayectoria, su simpatía y su personalidad, y quedamos en correr juntos algún día. Siempre he admirado mucho las gestas de Fermín Cacho y de Hicham El Guerrouj. También tuve la suerte de conocer al marroquí, que me parece un atleta espectacular.

-- Con Haile Gebreselassie hice la carrera más bonita de mi vida. Corrimos en una pequeña colina a las afueras de Adís Abeba, por un recorrido de subida ligera. Era un barrio muy pobre de Etiopía, lo cual resulta bastante duro de ver, pero era impresionante contemplar la alegría con la que la gente salía de las casas para saludar a Gebre, y cómo le llamaban, cómo le querían. Allí es un auténtico ídolo. Fue un honor tener la oportunidad de correr con el fondista más importante de la historia. Yo estaba muy nervioso por si me afectaban los 2.300 metros de altura y también porque iba a correr con el mejor, e igual él rodaba a un ritmo demasiado rápido para mí. Si me daba el mal de altura… Mi preocupación era que me pasara algo y que luego se filtrara, porque enseguida la prensa iba a titular “Ridículo internacional”. Al final la carrera fue fantástica. Yo me encontré bien, incluso hice algunos cambios de ritmo, y él se reía y me hacía gestos con las manos para que fuera más despacio. Gebre valoró mucho que yo hiciera un hueco en mi apretada agenda de ese viaje para correr con él. Para mí fue como hacerle un homenaje. Yo creo que todos los runners del mundo deberíamos rendirle tributo y yo le rendí un homenaje en nombre de todos. Le dije: “Eres un maestro, y además una persona humilde”.

-- Siempre me ha encantado el atletismo y debo decir que a pesar de que yo soy fondista, para mí la gran prueba es la de 1.500 metros. A mí los 100 metros no me entusiasman, pero los 1.500 me apasionan. He visto por televisión algunas de las grandes carreras de esta distancia, las he vuelto a ver una y otra vez, y las tengo grabadas. Es la prueba en la que se combina velocidad, potencia y táctica. No hay otra igual. Los 5.000 ya no son lo mismo, son más cuestión de fondo. El 1.500 es la carrera de la inteligencia, y por eso tantos españoles han sido muy buenos en esta prueba, y también los británicos, que son unos tipos muy listos, como es bien conocido. El 1.500 es la inteligencia, la visión, también hay que ser muy intuitivo y lo más pillo posible… Fermín Cacho reunía todas estas cualidades.

-- Hasta que corrí el Medio maratón de Edimburgo, nunca había participado en una carrera popular, en parte debido a que antes de que yo me situara en la primera línea política las carreras populares no tenían el mismo tirón de ahora. Lo que ha pasado con el running en los últimos diez años ha sido impresionante, se ha vivido un gran cambio cuantitativo y cualitativo.

-- La experiencia del Medio Maratón de Edimburgo fue muy enriquecedora. Había un ambiente de alegría tensa. Mucha gente estaba emocionada y cuando sales todo el mundo se concentra. Yo iba observando la belleza de la ciudad y las reacciones de los corredores. Hasta el kilómetro 18 iba razonablemente bien y pensé en mejorar un poco la marca. Apreté durante 300 ó 400 metros y me di cuenta de que no tenía que haber roto mi ritmo natural, porque luego los dos últimos kilómetros los hice bastante mal. Terminé con una media por kilómetro de 5:39, que es más o menos a lo que yo aspiraba. Bernardino Lombao, entrenador personal de José María Aznar, calificó mi tiempo de discreto, y yo lo asumo. Además siempre he procurado ser una persona discreta…

-- Era la primera vez que vivía la sensación de estar haciendo la goma con unos y con otros a lo largo de los 21.097 metros del recorrido. Es como si al final tuvieras relación con alguno, porque tú les pasas, ellos te pasan a ti, de repente ya identificas a varios y te das cuenta de que te pasa el del chándal amarillo, etc. Al acabar me hubiera gustado irme a tomar un café con ellos…

-- Recuerdo a un nórdico con el que fui todo el camino y yo iba pensando quién sería, a qué se dedicaría en la vida… Disfruté muchísimo con el ambiente, con la buena organización y al entrar en meta me pareció que todo el esfuerzo de una vida corriendo había merecido la pena.

-- Cuando acabé el Medio Maratón de Edimburgo me encontraba bien y pensé que tenía que hacer un maratón, aunque sólo fuera uno en mi vida. Salió mi parte competitiva, pero poco a poco fui reflexionando hasta que un día, en una conversación con el doctor Hernán Silván en la que me explicó los efectos e impactos del maratón en el organismo, decidí que no quería correr maratones. Si puedo participaré en un medio maratón cada año, ya que es una experiencia muy gratificante.

-- Me gustaría correr en mi tierra, en los 10km de León. Algunos familiares y amigos han participado y me han hablado muy bien de esta prueba, que además tiene un recorrido precioso y acaba junto a la catedral. Yo creo que se deberían organizar carreras cada fin de semana en las ciudades, sobre todo en las más bonitas. Es una manera tan intensa de disfrutarlas… Una ciudad cargada de coches y autobuses no es lo mismo. Una ciudad para la gente corriendo es distinta, es mucho más atractiva. Habría que hacer permanentemente carreras populares, para incentivar el ejercicio físico. La gente se ha enganchado a correr y los runners tienden a tener un orden de vida, con una cabeza más equilibrada. Aunque también tengo amigos que son unos enfermos… (risas)

-- Correr se conjuga de dos formas distintas: una es correr en llano y otra es hacerlo con cuestas. Son dos deportes distintos. Yo siempre he notado que cuando necesitaba tener más fondo si hacía subidas mejoraba inmediatamente.

-- La montaña me gusta pero me impone mucho respeto. Conocí a un guardia civil de montaña y cuando le vi andando y corriendo por la montaña, en Collado Jermoso, no me pareció un ser humano. ¡Vaya manera de agarrarse a las peñas corriendo!

-- En general me identifico con la gente que corre. A Moncloa a veces llegaban personas con las que se generaba un feeling especial por el hecho de ser corredores. Y tengo que decir que aunque yo tenía una agenda apretadísima, siempre buscaba el hueco para correr tres o cuatro días a la semana, unos 10 kilómetros.

-- También he sacado tiempo siempre para leer la revista Runner’s World. Leo y releo vuestros números, los guardo y muchas veces he aplicado los consejos que publicáis.

-- Yo solía correr por una playa de 25 kilómetros que hay en Doñana y en una ocasión la recorrí entera. Tiene una arena muy compacta, perfecta para correr, es tan compacta que una vez se publicó una foto mía corriendo por esa zona y decían que era un montaje porque no dejaba huellas en la arena. Ese día me puse muy triste, porque con todas las horas que he corrido en mi vida hubo algún periódico que puso en duda que yo estuviera realmente corriendo. En Doñana he disfrutado de varios rodajes largos de 20 kilómetros.

-- Intento no comer muchas grasas, suelo ingerir hidratos de carbono con frecuencia y beber agua para estar bien hidratado, pero no voy más allá porque si empiezo a seguir los consejos de algunos amigos o familiares corredores no tendría tiempo de estudiar y poner en práctica todas sus teorías sobre el gluten, los lácteos, etc. Simplemente estoy muy agradecido a la naturaleza porque me permite disfrutar de correr, después de haber sido presidente del gobierno y a mis 52 años.

-- Jamás he tenido una lesión corriendo. Jugando al baloncesto sí que me rompí los gemelos dos veces, hasta que el médico me dijo que abandonara el deporte de contacto. Corriendo voy al ritmo que me pide el cuerpo, por sensaciones, intento no excederme y siempre he tratado de estirar bien antes y después de correr, para mantener la musculatura a tono. Sí que hay días que me he sentido mejor o peor, en función de los viajes o del descanso… Y, por ejemplo, viajé 52 veces a Bruselas y nunca pillé un buen día para correr, porque siempre había humedad, frío, terreno resbaladizo, hielo, suelo empedrado, cielo gris, etc.

-- En invierno suelo correr muy abrigado, y cambiándome rápidamente la camiseta he conseguido no volver a cogerme un catarro. Durante estos años muchas personas me han ido regalando cosas para correr, porque sabían que era mi gran afición, así que conozco bien todas las marcas deportivas. Uno de los aspectos que menos cuido, y con el que debería tener más cuidado, es el de aplicarme siempre crema solar cuando corro con tiempo soleado, pero lo que nunca falta en mi equipación son unas buenas gafas de sol. No puedo correr sin ellas, son fundamentales en cualquier época del año.

-- Y considero que las zapatillas son el 70% del material que te pones; me hice un análisis de pisada y soy ligeramente pronador, así que conozco el calzado que me va mejor, que es el consistente y bien armado. Por ejemplo, no hice caso cuando algunos amigos quisieron que usara las zapatillas barefoot, porque sabía que me iba a lesionar con ellas. En cuanto a los chubasqueros, me gusta que tengan capucha y que me protejan adecuadamente del viento, ya que me agrada mucho correr lloviendo. También me gusta correr con mallas apretadas, para sentir la musculatura protegida.

-- Sin duda, tras la experiencia de Edimburgo, me gustaría correr muchas pruebas populares en España. Sé que con los años lo acabaré haciendo. Por ejemplo, veo que a Felipe González le sigue conociendo todo el mundo, aunque han pasado muchos años desde que fuera presidente, pero yo creo que dentro de un tiempo podré subir la Castellana corriendo o terminar el 10.000 de León llegando a meta en su catedral. Soy consciente de que ser presidente del gobierno tiene sus ventajas y sus inconvenientes. No hay nada que me produzca más orgullo que el hecho de haber sido presidente de mi país, y quiero agradecer eternamente la oportunidad que tuve a la gente y al país. También tengo mis limitaciones, aunque muchas veces son psicológicas, porque ya os digo que acabaré corriendo pruebas populares.

-- Quiero animar a la gente que esté pensando en correr a que dé el paso y se ponga las zapatillas, porque a mí una de las cosas que más feliz me ha hecho en la vida es correr. Hay dos valores fundamentales en la vida que son la libertad y el esfuerzo. Ambos se concentran de manera contundente en el hecho de correr. Hablo del esfuerzo en el buen sentido de la palabra, un esfuerzo que tiene recompensa con uno mismo, y no en lo material. Y la idea de la libertad de correr por donde quieras, con quien quieras y cuando quieras… ¿Que no duermo? Pues me voy a correr. Por cierto, es uno de los mejores remedios para el insomnio.

-- Correr tiene muchísimas ventajas y también el riesgo de que te obsesiones y te piques con los tiempos. Hace años corría con pulsómetro y ahora ya no lo llevo y voy mucho mejor. A medida que tuve que afrontar diariamente la prima de riesgo, fui dejando el pulsómetro. Ya tenía bastante con la prima de riesgo, que era como un pulsómetro permanente.

-- Corriendo voy pensando en la carrera, contemplando la naturaleza y desconectando completamente. Sí noté en mis años como presidente que tras correr, ducharme y comer algo tenía la cabeza mucho más tranquila, ordenada y dispuesta para la toma de decisiones. Veía las cosas con más calma. Los debates sobre el estado de la nación eran durísimos. En ellos yo quemaba muchísimas calorías, tantas como corriendo, pero de manera mucho menos relajada, así que si podía, antes de los debates intentaba correr y en caso de que lo hiciera llegaba con mucho más tono vital y más preparado para debatir con Mariano Rajoy durante horas.

-- Cuando yo era líder de la oposición, Aznar, tras un encuentro con George Bush, salió una vez diciendo los tiempos que hacía y yo procuré que no se enterara de que yo corría, no sea que me retara (risas). Él estaba en muy buena forma y tenía un gran entrenador, que era Lombao. Es muy competitivo y yo no me atrevería a medirme con él corriendo, porque tiene todas las de ganar. A mí lo que me gusta es disfrutar con el deporte y animar a la gente a salir a trotar, a correr despacio, a mirar todo lo que no ha visto y que corriendo se ve. Además, corriendo te ves mejor a ti mismo y descubres los árboles, tu barrio, tu parque, tu ciudad…

La entrevista va acompañada de algunas imágenes de Zapatero practicando el ‘running’ en un paraje natural:

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