ETA sucumbe ante las drogas, la prostitución y el alcohol. La Policía valora positivamente la detención de Etxaburu, Sarasola y Machaín con hachís en su poder

“Mientras persiguen narcotraficantes, parece que se fuman unos cuantos porros”. Estas palabras pertenecen al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y las pronunció horas después de la detención de ‘Txeroki’, a quien se le incautaron 100 gramos de hachís.

Pero la adicción al conocido como ‘chocolate’ no es exclusiva del ex jefe militar de ETA. Fuentes policiales que participaron ayer en la operación en la que se detuvo a Aitzol Etxaburu, Andoni Sarasola y Alberto Machaín aseguran que en la vivienda que habitaban los tres terroristas cerca de Grenoble se ha encontrado alguna piedra de hachís. Parece ser, aseguran, que para consumo propio.

Este hallazgo, que el Ministerio del Interior no ha querido filtrar, ha sido valorado de manera positiva por los máximos responsables de la lucha antiterrorista. Hay que recordar que Iker Esparza, el etarra detenido en París el pasado mes de mayo, fue interceptado mientras venía de un parque donde es habitual la prostitución y en el momento de su detención se encontraba en un severo estado de embriaguez.

El análisis que hacen estos altos cargos policiales ante las conductas de estos etarras es el siguiente:

-- Una persona inmersa en este mundo de la prostitución y las drogas es vista por la sociedad como un individuo corrompido. Idéntica percepción podrían tener los simpatizantes proetarras que siguen apoyando la violencia terrorista.

-- Los dirigentes históricos de la banda eran líderes comprometidos, disciplinados, de principios, se les consideraba unos ‘gudaris’ (soldado en euskera), unos héroes. De conducta intachable. Tenían una imagen de responsabilidad y de ejemplaridad. Ahora, en cambio, la imagen que transmiten los actuales líderes de ETA, al saltarse en numerosas ocasiones los protocolos internos de seguridad, es la de ‘niñatos’ y personas corrompidas.

-- Quizás, apostilla este responsable policial, el fin del llamado ‘santuario francés’ ha sometido a los terroristas a un mayor grado de presión. Y, probablemente, necesiten alguna escapatoria o evasión. De ahí que recurran a las drogas o al alcohol.

-- Este alto cargo de la lucha antiterrorista sentencia: “La imagen que ofrecen a día de hoy los terroristas para sus bases no es la misma que la que ofrecían aquellos gudaris en otros tiempos. Y eso implica que muchos se lo piensen a la hora de apoyarles en manifestaciones, por ejemplo”.

 

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