España ha congelado todo contacto bilateral con el Dalai Lama y la causa del Tibet para ganar el apoyo de China de cara a mantener el asiento en el G-20

Lograr un asiento como “invitado permanente” en el G-20 ha sido objetivo prioritario de la acción exterior española. Para ello, España ha buscado el apoyo de China congelando sus relaciones con el Dalai Lama.

Según fuentes de la política exterior consultadas por El Confidencial Digital, el ministro Miguel Ángel Moratinos ha alegado la desconfianza en los liderazgos políticos de corte religioso para vetar, en la práctica, contactos bilaterales con el Dalai Lama y la causa de liberación del Tibet.

En ámbitos diplomáticos, Moratinos es considerado “pro chino” y, en consecuencia, ha desalentado la celebración incluso de reuniones informales con los representantes tibetanos. En términos diplomáticos, según ha podido saber este diario, dicha estrategia de apartamiento de la causa del Dalai Lama se explica no sólo por la mencionada desconfianza en los liderazgos religiosos, sino como una manera de cortejar el favor de China de cara a la consecución de la inclusión formal de España en el G-20.

La estrategia de la diplomacia española ha dado resultado. Y es que, pese a no haber cauces formales de adhesión a dicho grupo, que reúne a las grandes potencias económicas del mundo, España ha terminado por conseguir rango de “invitado permanente”, tras haber luchado por la invitación en cada reunión. El apoyo de China, según las fuentes consultadas, ha sido clave de cara a la invitación permanente de que ahora goza España.

 

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