El Gobierno no se pronuncia sobre los contenciosos con Marruecos, pese a las exigencias del Congreso y del propio PSOE

A mediados de septiembre, el Congreso en pleno, incluido el Grupo Socialista, exigió al Gobierno el “rechazo a las medidas represivas” de Marruecos en el Sahara. Tras la reunión bilateral, este y otros contenciosos siguen como estaban.

A mediados de septiembre, el Congreso en pleno, incluido el Grupo Socialista, exigió al Gobierno el “rechazo a las medidas represivas” de Marruecos en el Sahara. Tras la reunión bilateral, este y otros contenciosos siguen como estaban. El diputado popular Jorge Moragas califica este “dulce momento” hispano-marroquí como “una política de genuflexión y miedo”. Y lo cierto es que tanto Moncloa como Exteriores no han cumplido el mandato expresado por el Congreso —y respaldado por el PSOE- de condenar la política marroquí en el Sahara. De hecho, hay quien piensa que la “marcha negra” sobre Ceuta y Melilla fue una treta por parte de Marruecos para que en la Reunión de Alto Nivel entre Zapatero y Yettu no se hablara ni del Sahara ni de los presos saharauis que por entonces hacían huelga de hambre. También sigue paralizada la visita de parlamentarios españoles al Sahara, después de que Marruecos impidiera el paso de hasta ocho delegaciones autonómicas sin que el Gobierno de España protestara. Según es sabido, Marruecos quiere ofrecer visitas acordadas por ambas partes, pero esto provoca suspicacias por la poca autonomía que tendrían los visitantes españoles para investigar por su cuenta. Es otro asunto que todavía no ha encontrado solución. Respecto de los asaltos a la frontera por Ceuta y Melilla, a los observadores más directos les llama la atención la distinta dialéctica que promueven el PSOE y el tándem Zapatero-Moratinos: mientras el portavoz de inmigración y el propio ministro Alonso han hecho recaer parte de la responsabilidad sobre Marruecos, Moratinos se ha encargado de hacer llegar a Europa la pretensión marroquí de contar con cuarenta millones de euros adicionales para vigilancia fronteriza. Moratinos también pidió el desplazamiento de una misión de observadores europeos a la zona para establecer prioridades. El fondo de estas divergencias es algo que preocupa en distintos ámbitos socialistas: pese a que todavía no haya calado en la opinión pública, se van enturbiando las relaciones entre las bases del partido, el grupo socialista en el Congreso y la dirección política que ostentan Moncloa y Exteriores. El descontento va cuajando entre las bases socialistas y los diputados, en tanto que la política con Marruecos es algo que llevan con régimen de exclusividad las altas instancias mencionadas, y no quieren interferencias ni siquiera de su grupo parlamentario.

 

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