La Guardia Civil asegura que las denuncias de maltrato de Gorka Lupiañez (penetración anal, patadas y sesiones ‘de bolsa’) responden al manual de ETA

Gorka Lupiañez fue detenido el pasado 6 de diciembre en Vizcaya. El presunto miembro del ‘comando Vizcaya’ ha denunciado también supuestos malos tratos por parte de la Guardia Civil. La Benemérita, en cambio, lo niega y sostiene que su actuación forma parte de un manual no escrito que suelen utilizar los terroristas tras ser detenidos.

Gorka Joseba Lupiañez Mintegi, de 27 años, iba armado y portaba documentación falsa en el momento de su detención a cargo de agentes de la Guardia Civil. El presunto miembro de ETA comunicó a su abogado supuestas agresiones en el cuartel.

Según ha podido saber El Confidencial Digital de fuentes de la Benemérita, estas denuncias no encajan con la forma de proceder habitual de la Guardia Civil. En los interrogatorios, los agentes especializados emplean técnicas no agresivas. Es decir, estos profesionales de la negociación utilizan la palabra para obtener la información que necesitan de los etarras detenidos.

Nunca tocan físicamente al detenido pues una agresión puede llegar a paralizar al detenido que, de esta forma, se cerraría aún más en su declaración. Se trata de técnicas que empezaron a ser puestas en práctica en las antiguas repúblicas soviéticas tras la Segunda Guerra Mundial. La disuasión y la psicología son las herramientas más habituales ahora en estos casos. Además, estos agentes son especialmente hábiles con el verbo para conseguir que el retenido hable.

Según las fuentes consultadas, los etarras suelen articular historias de malos tratos en sus detenciones exagerando en mayor o en menor medida dependiendo de los casos. Algunos, como es el caso de Lupiañez, le dan más o menos verosimilitud

Las denuncias de este presunto etarra fueron remitidas por la organización Askatasuna y publicadas en el diario Gara. Estos son algunos de los hechos que relató el propio Lupiañez que sucedieron cuando fue detenido:

-- “Me violaron con un palo y me sometieron a 50 sesiones de bolsa al día”

-- “Me dieron muchas patadas. Uno decía a los otros que me soltasen, para que huyera y poder hacer dos a uno, con referencia a Capbreton (...)”

-- “Una vez trasladado al cuartel de La Salve en Bilbao, me metieron en un cuarto (...) Me dieron una paliza. Sobre todo golpes en los testículos. Me empezaron a hacer preguntas sobre muchos temas, queriendo nombres. Entre continuos gritos y golpes, uno de ellos montó la pistola y me la puso en la cabeza (...)”.

-- “En día y medio me habían obligado a realizar miles de flexiones. A la vez me golpeaban en la cabeza con algo que podría ser un listín o con una porra de algún material como goma. Con los golpes, veía como luces. Me ponían una bolsa en la cabeza y me metían dentro de ella humo de tabaco. Me la cerraban hasta provocarme asfixia. Los interrogatorios eran continuos. Casi no pisé el calabozo el tiempo que estuve allí. Salvo unas horas el último día (...) Había momentos en los que contestaba a las preguntas con cosas incoherentes. Pienso que era por la falta de aire (...)”

 

-- “Me colocaron una manta doblada sobre el cuerpo y me daban puñetazos a través de ella”. “Me ataron en un colchón de espuma, y me metieron la cabeza en agua helada. Luego empezaron a hacerme lo que ellos llamaban `aguapark'. Decían que se lo habían enseñado los israelitas. Consistía en que me tumbaban en un colchón, me sujetaban los pies, los brazos y la cabeza, y me echaban agua con una manguera, en la boca y en la nariz. Cuando ya no podía aguantar, me tiraban un balde de agua a la cara, y me ahogaba (...) Estando desnudo me obligaban a ponerme con los brazos abiertos. Me tiraban baldes de agua muy fría por encima. Como temblaba, decían que era ‘el ángel nervioso’

-- “Aproximadamente cuando sería el segundo día y medio, entre hacerme el `aguapark' y el `ángel nervioso', me pusieron a cuatro patas en el suelo y trataron de meterme un palo por el culo. Como no pudieron hacerlo, me tumbaron en el suelo boca arriba, me sujetaron, me levantaron las piernas, y en esa posición me metieron el palo”.

-- “Me llevaron de nuevo a un cuarto donde estaba alguien que no había intervenido en los interrogatorios de los días anteriores. Lo noté por su voz. Me dijo que él tenía una función, que era sacarme algo que no hubiera dicho con anterioridad. Me empezó a dar bofetadas en la cara, y me provocó muchas llagas en el interior de la boca. Me ató los testículos y el pene con una cuerda, y se puso a estirar. También me estiraba con la mano. En un momento empecé a sangrar del pene (...)”.

Hay que recordar que en este caso de Gorka Lupiañez nadie presentó nunca un parte médico de lesiones, corroborando estos hechos que se describen.

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