Incombustible Sáenz de Santamaría, supervivientes De Guindos, Montoro y Fernández Díaz, abrasados Ruiz Gallardón y Wert: chequeo al Gobierno de cara a 2013

El Gobierno de Mariano Rajoy acaba de cumplir un año y afronta ahora, en 2013, su segundo año de gestión. A los doce meses, la vicepresidenta se mantiene incólume, tienen problemas pero aguantan el tipo De Guindos, Montoro y Fernández Díaz, y están abrasados Alberto Ruiz Gallardón y José Ignacio Wert.

Así pues, de cara al 2013, ésta de la situación del primer Gobierno de Mariano Rajoy:

Sáenz de Santamaría: incólume

La vicepresidenta, a la vez ministra de la Presidencia y portavoz del Gobierno, se ha convertido en imprescindible para Rajoy desde el primer momento. Es quien lleva el día a día de la gestión del gabinete.

A pesar de haber comparecido todas las semanas en la rueda de prensa del consejo de ministros, y de haber sido la voz que ha anunciado los recortes, su posición es de las más consolidadas. Ha sido en esas comparecencias donde ha mostrado su aplomo: nunca se ha puesto nerviosa, ha demostrada dotes pedagógicos para explicar los asuntos.

Ni siquiera su maternidad, hace algo más de un año, le ha desplazado del trabajo diario para coordinar al Gobierno. El resto de ministros se siente cómodo con la labor de la vicepresidenta. Su imagen resiste con poco desgaste ante la opinión pública y sus compañeros de partido.

Como trasfondo, sin embargo, la sorda lucha por el poder con la secretaria general del PP, y presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, una guerra que, sin embargo, apenas trasciende al exterior.

Luis de Guindos: contactos

El ministro de Economía y Competitividad llegó al Gobierno pisando fuerte, avalado por su perfil de tecnócrata y por haber sido secretario de Estado de Economía en la última legislatura de Aznar. Sin embargo, pronto pasó a ser considerado ‘perdedor’, en la bicefalia económica que ha disputado con Montoro.

Ex jefe de Lehman Brothers en España ha hecho valer sus contactos en el mundo financiero, y su presencia ha sido clave en las negociaciones con la Unión Europea sobre los recortes. Ha pilotado la reforma financiera, diseñado el banco malo y supervisado la recapitalización de los bancos.

 

Esa intensa exposición mediática le ha convertido en blanco de las críticas de muchos, que ven en él la encarnación de la política de austeridad. Aunque algunos vean cuestionado su papel, sigue siendo imprescindible cada vez que hay que hablar con Europa, y mucho más si sigue pendiente una posible intervención.

García Margallo: vehemente

El ministro de Asuntos Exteriores se prodiga en los medios. Lo ha hecho para defender no sólo su gestión, sino la del Gobierno. Fueron muy comentadas sus declaraciones sobre las pitadas al himno español en competiciones oficiales, o la comparación de una posible independencia catalana con las aspiraciones europeístas de Kosovo.

Ha puesto en marcha una reforma diplomática que no ha agradado al Gobierno al 100%. Ha tenido que hacer frente a asuntos complicados, entre ellos la gestión para el regreso de Ángel Carromero a España tras el accidente en Cuba; la repatriación de cooperantes españoles en el Sahel; y las interminables tensiones con Gibraltar, en las que ha sido actor destacado. Fue el encargado de anunciar que España votaría a favor de la resolución de Nacionales Unidas para que Palestina fuese reconocida como Estado no miembro.

Ha impulsado un giro en la política exterior, en la línea de que España vuelva a ser país influyente y con peso en el panorama internacional.

Se ha mostrado como un ministro vehemente en sus opiniones y seguro de sus movimientos y decisiones. Mantiene plenamente la confianza de Mariano Rajoy.

Alberto Ruiz-Gallardón: abrasado

Su andadura ministerial desde que cambió la alcaldía de Madrid por el ministerio de Justicia no está siendo precisamente un camino de rosas. Todo lo contrario. Un año después, se encuentra con demasiados frentes hostiles abiertos.

Entre sus momentos más polémicos destacan el anuncio de cambios en los plazos de la Ley del aborto de 2010, junto con su empeño por endurecer determinados artículos del Código Penal. Ha puesto en marcha a una reforma problemática del Consejo General del Poder Judicial, en la que al final ha tenido que ceder ante los socialistas.

Su último frente ha sido el ‘tasazo judicial’, la nueva Ley de Tasas, que contempla pagos de entre 100 y 1.200 euros por demandas o recursos, a lo que se añaden los gastos de entre el 0,25% y el 0,5% de la cuantía procesal. La propuesta lo ha colocado en el centro de una gran polémica ciudadana, enfrentado a la vez a la judicatura, los fiscales y la abogacía.

Es uno de los ministros más abrasados. Pero no hay que descartar que sobreviva.

Pedro Morenés: desconocido

El ministro de Defensa ha abordado la Directiva de Defensa Nacional 1/2012 entre polémicas, singularmente por la reducción de plantillas en los ejércitos: el plan promete acabar en los próximos 13 años con 20.000 efectivos, 15.000 militares y 5.000 civiles.

Otra de sus prioridades ha sido el repliegue de misiones españolas en el exterior. Ha gestionado la retirada de 500 soldados del Líbano y está preparando la salida de todos los efectivos desplegados en Afganistán, una de las mayores operaciones de logística del ejército en las últimas décadas.

Uno de sus puntos fuertes ha sido la negociación de contratos de armamento. Ha viajado por todo el mundo actuando como embajador de programas de armas y estableciendo relaciones comerciales y de colaboración con fuerzas y cuerpos de seguridad de decenas de países. Destacan sus viajes a Marruecos.

No tiene grandes aspiraciones políticas. Es un ministro casi desconocido. A él no le importaría demasiado dejar el cargo.

Cristóbal Montoro: recortador

El ministro de Hacienda ha demostrado repetidas veces que tiene el aval incondicional de Mariano Rajoy. Y es también cercano a la vicepresidenta Sáenz de Santamaría. Su nombre sigue apareciendo como candidato a una gran vicepresidencia económica, que sólo le disputarían De Guindos o quizá Álvaro Nadal, director de la Oficina Económica de la Moncloa.

Actuó como promotor de la subida del IVA exigida por la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, medida muy mal recibida por los españoles. Y aprobó la amnistía fiscal, que ha despertado muchos recelos y que ha recaudado 1.191 millones, menos de la mitad de lo previsto.

Ha tenido que enfrentarse con las autonomías, en la lucha por la estabilidad financiera y el control del déficit, una meta que se está consiguiendo. Una de las grandes batallas la ha librado con las comunidades autónomas ‘rebeldes’ en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, en parte culpable de su desgaste.

Sigue teniendo el respaldo de Rajoy, por lo que seguirá en el Gobierno.

Jorge Fernández Díaz: callado

El titular de Interior tuvo que encargarse de gestionar el fin de ETA apenas dos meses después de que anunciase el “cese definitivo de la actividad armada”.

Ha sido criticado por su plan de reinserción de presos etarras, y sobre todo por la libertad concedida a Bolinaga, que le ha desgastado mucho: las asociaciones de víctimas no se lo han perdonado y ha recibido duras críticas desde el sector del PP vinculado a Mayor Oreja.

Las protestas ciudadanas le han costado más de un quebradero de cabeza. Tuvo que hacer frente a un clamor popular que denunciaba excesos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en las manifestaciones, especialmente en Madrid, Barcelona y Valencia. Con el movimiento 15-M en el recuerdo, logró que acampadas como la de la Puerta del Sol no vuelvan a producirse, y ha conseguido que el Congreso de los Diputados no se vea cercado por los manifestantes. No se ha ganado a los sindicatos policiales.

Empezó hablando demasiado, con declaraciones excesivas que le pusieron en aprietos, pero últimamente ha optado por mantenerse en silencio y eso le está beneficiando.

Ana Pastor: discreción

El ministerio de Fomento ha quedado muy devaluado debido a la falta de presupuesto. Con un recorte de 3.000 millones de euros, España ha experimentado un descenso de la obra pública estatal, con lo que proyectos como el Corredor del Mediterráneo han quedado relegados al sector privado.

Ha gestionado el ministerio con discreción y mano firme, imbuida del espíritu de la austeridad que emana de Rajoy. El endeudamiento del sector ferroviario público, cercano a los a 20.000 millones, le ha llevado a ordenar la liberalización/privatización de Renfe, Adif, FEVE y de la alta velocidad.

Presentó el Plan de Vivienda 2013-2016, que incluye ayudas a quienes no pueden hacer frente a los pagos de su hipoteca.

Se ha mostrado activa en los conflictos de Iberia y sobre todo en los movimientos del Gobierno para garantizar la ‘españolidad’ de la compañía.

Es uno de los miembros del Gobierno con menos presencia pública. Conserva toda la confianza del presidente.

José Ignacio Wert: desgastado

El ministro de Educación es uno de los más desgastados. Sus posiciones, a veces con el estilo de un toro bravo, le han enfrentado con las comunidades autónomas, con los rectores (le han hecho un par de plantes) y con profesores e interinos. Una de sus decisiones más comentadas es la supresión de Educación para la Ciudadanía.

Su comentario de que había que “españolizar a los alumnos catalanes” levantó en armas a los partidos catalanistas. Sin embargo, ha demostrado capacidad de resistencia y de encaje.

Ha puesto en marcha un proyecto de nueva ley de educación, la LOMCE, audaz y valiente.

Es uno de los miembros del gabinete de Rajoy cuya imagen pública está más deteriorada, precisamente por haberse ‘atrevido’ a legislar en una materia, la educación, que la izquierda percibe como exclusiva suya.

Fátima Báñez: desaparecida

Es uno de los miembros del Gobierno que peor cierra el primer año. Empezó muy fuerte, con intervenciones parlamentarias casi agresivas, pero poco a poco se ha ido desinflando, hasta prácticamente desaparecer.

Con una cifra de paro que ronda el 25%, su posición es muy débil ante los medios y la opinión pública, aunque intente parapetarse tras el argumento de la herencia socialista y los 5.273.000 parados que dejó Zapatero.

Entre sus gestiones destaca el plan contra el fraude en el cobro del paro y la prórroga de los 400 euros de ayuda a parados sin prestación. Le castiga la no revalorización de las pensiones y que no se han rebajado las cotizaciones sociales, tal y como había prometido.

Deja tras de sí varias anécdotas. Entre ellas, su encomienda a la Virgen del Rocío, en Almonte, para salir de la crisis, y el desliz en Twitter, cuando publicó su puntuación en un juego on line.

Es uno de los miembros del gabinete que se consideran casi amortizados. Algunas quinielas la ubican de nuevo en Andalucía, como sucesora de Javier Arenas al frente del partido y candidata a la Junta.

José Manuel Soria: el apagón

El ministro de Industria sigue siendo persona de la confianza de Rajoy. La da un respiro los buenos datos del turismo, convertido en motor económico de España.

Ha seguido de cerca el devenir de Iberia, consciente de que es una de las empresas que más dice de la ‘marca España’, pero sobre todo por su directa incidencia en el turismo.

Si lo permite el presupuesto, tiene la intención de mantener el Plan PIVE, que ha servido para mejorar las cifras de un sector en crisis y trascendental para el país.

Las tarifas eléctricas han seguido creciendo, subirán de nuevo en enero de 2013, lo que provoca las críticas de la ciudadanía. No controla a las compañías eléctricas, que le han ‘apagado’ por las bravas la central nuclear de Garoña.

Miguel Arias Cañete: desapercibido

El titular (por segunda vez) del ministerio de Agricultura se ha volcado sobre todo en negociaciones internacionales, un campo en el que se mueve con facilidad.

Uno de los asuntos más importantes ha sido la negociación con Europa después de la pérdida de fondos para el desarrollo rural: la Política Agraria Común (PAC) sigue siendo uno de sus grandes desafíos.

Ha tramitado duros acuerdos pesqueros con Mauritania, supervisado los problemas de los pescadores españoles en Gibraltar, e intervenido para apaciguar los ánimos con los productores de tomates en Marruecos.

La cartera le está resultando más llevadera que en su anterior etapa, cuando hubo peste porcina y catástrofes ambientales petroleras.

Es un ministro poco conocido, que apenas tiene rechazo social. Dicen de él que aspira a ser ministro de Economía.

Ana Mato: sin polémicas

La ministra de Sanidad se encontró, nada más acceder a la cartera, con la obligación de recortar 7.000 millones del presupuesto de Sanidad, aunque no ha sido posible alcanzar ese horizonte en estos primeros 12 meses.

La opinión pública calificó de “medicamentazo” el conjunto de medidas que anunció, entre ellas eliminar la cobertura sanitaria a los inmigrantes sin papeles, implementar el copago y retirar la financiación pública a un listado importante de fármacos y tratamientos.

El sector está muy agitado. Parte del personal sanitario se halla en pie de guerra contra el ministerio, no sólo contra la comunidad de Madrid, donde la ‘marea blanca’ no cesa. Decenas de farmacias por toda España denuncian impagos. Se da como seguro que en 2013 habrá nuevos recortes en el sector.

Ha intentado mantenerse en un segundo plano, no ha buscado protagonismo, y ha conseguido evitar polémicas del pasado.

Rajoy se vuelca con los más castigados

Si, del equipo ministerial, los más desgastados son los titulares de Justicia y de Educación, sin embargo están teniendo una especie de compensación personal, porque el presidente del Gobierno se comporta muy pendiente de ellos para darles su respaldo.

Fuentes de La Moncloa confirman que Mariano Rajoy se está “volcando” especialmente con Alberto Ruiz Gallardón y con José Ignacio Wert, con los que procura tener detalles constantes: les llama por teléfonos, les anima…

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