José Blanco estaba ‘obsesionado’ con que Zapatero le nombrara ministro y conseguir la cartera de Fomento, pero ahora ya no le complace tanto el cargo

La gran obsesión de José Blanco cuando ocupaba la secretaría de Organización del PSOE era entrar en el Gobierno y sobre todo ser nombrado ministro de Fomento. Un puesto que le garantizaba un presupuesto millonario gigantesco y le permitía acrecentar su poder político en la organización del PSOE. Ahora no está tan satisfecho.

Blanco sabía también que ese cargo facilitaba su relación de poder respecto a alcaldes del PSOE y a presidentes de comunidades autónomas socialistas, ya que el puesto de ministro de Fomento es clave a la hora de decidir inversiones que pueden marcar el resultado de unas elecciones.

Ese generoso presupuesto le permitía, además,  mantener una cómoda y blindada relación con los medios de comunicación, gracias a las campañas publicitarias nacionales y locales.

Sin embargo, los últimos recortes y ajustes presupuestarios que está teniendo que aplicar le han complicado, y mucho, la gestión del departamento de Fomento.

Fuentes de su propio ministerio, a las que ha tenido acceso El Confidencial Digital, cuentan que José Blanco ha confesado a algunos de sus más cercanos colaboradores que ya no le gusta tanto estar al frente de Fomento.

 

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