LUIS PERAL, abogado, economista y ex dirigente del PP en Madrid

“En el PP algunos han preferido mantenerse en el poder antes que defender a rajatabla nuestros principios”

Luis Peral ha sido concejal, consejero autonómico, senador y diputado regional del PP. Hace un mes dejó la política “por razones familiares”, tras muchos años defendiendo entre los populares la libertad del voto en conciencia y políticas provida en un partido ideológicamente descafeinado

Las cajas llenas de trabajo y avances son, también, la metáfora de una mudanza ideológica en el PP que defrauda a los más conectados con sus raíces.
Las cajas llenas de trabajo y avances son, también, la metáfora de una mudanza ideológica en el PP que defrauda a los más conectados con sus raíces.

Peral Guerra se va en son de paz. Tras 40 años en la política, acaba de despedirse del grupo parlamentario de Cristina Cifuentes. Para los cronistas del morbo: no se ha ido dando un portazo. El que fuera consejero de Educación de Esperanza Aguirre deja la primera línea, pero seguirá lanzando a los mandos del PP ideas de regeneración sin rupturas ideológicas. Propugna la libertad del voto en conciencia, en un país de borreguismo parlamentario pese a las conquistas de la Constitución. Fillion y su estilo de derecha sin complejos, en su horizonte. Defensor de los principios y los compromisos electorales por encima de todo. Incluso del miedo a las encuestas. Amigo de la vida. Defensor de la familia. Democratacristiano natural. Antes, la excepción era Celia Villalobos. Ahora, él y sus iguales son las ovejas negras de un PP ideológicamente de marca blanca. Un perfil popular en peligro de extinción, aunque para muchos votantes azules que ahora cuelgan del alero sean, precisamente, la referencia.

Mientras unos vuelven a casa por Navidad, un histórico del PP ha dejado el redil. Discretamente. Luis Peral tiene 66 años y lleva cuatro décadas enredado apasionadamente en la telaraña política. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid en los años de Tierno Galván y su Partido Comunista de España. Y una foto amarillenta de aquella etapa, que él considera abierta, atractiva, constructiva, dialogante, eficaz y ejemplar, ocupa el centro de su despacho personal.

Entre cajas por abrir y ordenar, de su paso por instituciones locales, regionales y nacionales de la política española, siempre en el banco del centroderecha, Peral reinstala el decorado del siguiente capítulo de su vida. Suena el teléfono. Hay actividad. Se nota: no ha sido un paso hacia el sofá, sino hacia otro estado de ejercicio profesional igual de activo, pero más libre.

Peral no quiere guerras. Mide sus palabras para no herir. De su rostro se desprende la paz de la coherencia. Uno de los pocos políticos madrileños a los que no han salpicado los escándalos autonómicos de la corrupción está en pie, pero parece que ya no tiene edad para someterse a la rígida disciplina de un partido con consignas pero sin contenido.

Fondo blanco de un despacho familiar en construcción. Subimos la cuesta de enero que conduce al congreso nacional de un PP diferente, de la mano de un histórico amablemente discrepante, caballerosamente disidente en algunos puntos mollares, elegantemente pacífico y leal. A pesar de los pesares.

Caen peras del olmo, aunque caigan sobre algodón.

¿Qué espera un señor del PP desde hace varias décadas del próximo congreso nacional?

Espero que el partido evolucione para adaptarse mejor a lo que se requiere a un partido de centroderecha en el siglo XXI. Entre otras cosas, que se conceda la libertad de conciencia al votar asuntos que afecten a las convicciones más profundas de los representantes del partido en todos los niveles de gobierno.

¿Usted cree que el votante medio del PP se identifica con un partido sin ideas de fondo claras, o vota el mal menor?

El votante medio del PP es muy amplio, porque este partido tiene la confianza de millones de españoles y no hay una uniformidad, pero creo que la mayoría se identifica con los principios, con los valores y las ideas de siempre del PP.

 

Luis Peral viene de UCD. Adolfo Suárez es una referencia política en muchos discursos contemporáneos. ¿Le ve usted cerca, de verdad, o muy lejos?

Adolfo Suárez fue el presidente de UCD, pero UCD fue un partido que consiguió agrupar a personas que querían un futuro mejor para España, de procedencias muy diferentes: unos venían de la oposición al franquismo, otros, de los sectores más evolucionados del régimen, entre los que había liberales, democratacristianos, socialdemócratas, y otras personas que se consideraban, directamente, de centro. Fue un partido que reconocía un espacio a las minorías, y eso me parece muy importante. Por ejemplo, en 1981, en el congreso de Palma, de los 37 puestos del comité ejecutivo que se elegían, 7 estaban reservados para la candidatura que no ganaba. Me parece un referente positivo que debería imitarse en todos los partidos.

Cuando en política se mira adelante pero sólo se está de acuerdo en el estilo de UCD, ¿falta capacidad de innovación?

El estilo de UCD se caracterizó por un enorme respeto al adversario político, por una permanente voluntad de diálogo, por su predisposición a evitar las opiniones absolutas y excluyentes… Gracias a eso, UCD tuvo un papel tan relevante para alcanzar la Constitución de 1978, para los Pactos de la Moncloa, y muchas otras iniciativas de mejora que se pusieron en marcha, en unos tiempos muy difíciles desde el punto de vista económico, y con una amenaza constante del terrorismo de aquellos años de plomo donde ETA asesinaba a casi cien personas al año…

¿Y esa capacidad de diálogo real y de innovar en política la ve usted ahora?

Los partidos políticos deben tener la capacidad de atraer a los mejores, como tuvo la UCD. Es verdad que los partidos actuales, a base de incompatibilidades, de exposición exhaustiva de las personas y sus familias a la opinión pública, de dificultar una ética circulación entre el sector privado y la Administración, están generando una cierta endogamia, y es muy difícil atraer a personas preparadas de la sociedad civil. Un país necesita a las mejores personas y a las más capaces también en la política. Nos va a terminar pasando como al Athletic de Bilbao: que después de muchos años imponiendo jugar sólo con futbolistas vascos, ya lleva 50 años sin ganar ningún título… Aproximadamente…

Aznar deja la presidencia de honor del PP. Usted también ha renunciado a su acta de diputado en la Asamblea de Madrid. ¿Por qué los de siempre ya no tienen hueco, salvo Celia Villalobos y Javier Arenas?

Yo he renunciado a ser diputado en la Comunidad de Madrid por razones familiares. Tras 40 años en política y 29 en cargos públicos, llega un momento en que no quedan demasiados argumentos para decirle a la familia que, incluso con 66 años, quieres continuar con una dedicación exclusiva…

¿Observa un cierto interés de los jefes del partido por despojarse de casi todos los de siempre que se alinean en una determinada corriente?

Creo que un partido tiene que retener a las personas valiosas y ser una organización realmente accesible para la sociedad civil.

¿Qué ideología representa ahora mismo Mariano Rajoy?

Mariano Rajoy refleja perfectamente la ideología del Partido Popular. No tengo ninguna objeción a sus manifestaciones ideológicas. Por poner un ejemplo: él ha señalado en varias ocasiones que no hay nada más progresista que defender a los más inocentes en el tema del aborto. Llegado el momento, no cumplimos nuestro compromiso electoral; pero su forma de pensar en ese asunto yo la tengo perfectamente clara.

¿En el PP hay miedo a las ideas propias políticamente incorrectas?

Si algún día el partido reconoce la libertad del voto en conciencia que existe en otros partidos de centroderecha del mundo, las personas votarán lo que les dicte su conciencia en temas muy específicos, sin necesidad de verse presionados por la disciplina de voto.

¿Qué opina usted sobre los nuevos valores que el PP ha puesto en su cumbre: Fernando Martínez Maíllo, Pablo Casado, Andrea Levy y Javier Maroto?

Al que he tratado más desde hace muchos años es a Pablo Casado, que me parece una magnífica persona, muy preparado, con unos principios absolutamente claros y en el que tengo una gran confianza. A los otros los conozco menos.

¿Hay cristianos perseguidos en el PP?

No, no, no…

¿Por qué esa parte democristiana histórica del PP no ha sabido ser amable y atractiva para su propio partido y para muchos votantes?

Las ideas que podía reflejar la democracia cristiana –la economía social de mercado, el principio de subsidiaridad, la solidaridad con los más desfavorecidos…-, son perfectamente atractivas y las comparten muchísimos militantes y votantes del PP.

En cuanto uno escarba un poco y habla despacio con las personas, se da cuenta de que muchos respaldan esas ideas, aunque no se vean a sí mismos como democristianos. Los que tenemos ese origen nunca hemos querido formar un sector aparte dentro del PP: nos hemos integrado con toda sinceridad, lealtad y honestidad. Pero estas ideas las comparte una clara mayoría.

Hace unos meses hablaba con Alberto Fabra. Me decía que "los democristianos del PP siempre se creen los socorristas de la piscina, y no siempre lo son". A estas cosas me refiero...

Pues que lo explique él, porque, sinceramente, nunca ha existido una corriente democristiana organizada… Seré un poco políticamente incorrecto: hay muchas personas que tienden a definirse según lo hace el jefe de cada momento. Ha habido etapas, dentro de la historia del PP, que cuando el jefe o la jefa se definían claramente como liberal, de repente brotaban liberales como champiñones… Personas que, en la legislatura anterior jamás se habían definido como liberales… Eso hay que tenerlo en cuenta…

¿Al PP le hace falta perder unas elecciones generales para plantearse en serio avanzar sin desvincularse de sus esencias?

Yo no deseo que el PP pierda ningunas elecciones, y ayudaré en todo lo que esté de mi mano para que no ocurra, pero algún día ocurrirá; y el día que suceda, como pasa en todos los partidos, se generará una reflexión sobre qué podemos hacer mejor. En las últimas elecciones hemos perdido casi un tercio de nuestros parlamentarios europeos, nacionales, diputados regionales… En general, ha habido una importante pérdida de respaldo electoral. No me cabe ninguna duda de que, aparte de otros temas, como la corrupción, un porcentaje de esa pérdida debe atribuirse a la decisión de no haber defendido adecuadamente nuestros principios y no haber cumplido estrictamente nuestro programa electoral. Por ejemplo: cuando apareció la Ley Aído recurrimos 9 artículos. Después tuvimos la oportunidad de reformar esa ley con una mayoría absoluta, pero al final sólo cambiamos uno de esos 9 artículos. Con eso queda claro lo que quiero decir.

¿A Esperanza Aguirre, en el PP, se le respeta o se le aguanta?

Se le respeta. Esperanza Aguirre tiene una cosa ejemplar para los demás: dice lo que a muchos les gustaría decir pero no se atreven.

¿Cristina Cifuentes es un ensayo o una apuesta real por el futuro?

Cristina Cifuentes es una compañera desde hace muchos años, por la que tengo un verdadero afecto personal y con la que tengo la mejor relación. Eso no quiere decir que hayamos coincidido en la forma de entender todos los asuntos, pero ella y yo valoramos mucho a las personas que van de frente, que claramente te dicen lo que piensan, y no hacen una batalla personal y política de la discrepancia.

¿Núñez Feijóo sería el cemento que necesita un PP con poder pero sin ideas esenciales que fusionen?

Es un buen presidente de Galicia, y ha hecho cosas muy positivas. En concreto, hay una que no estaría mal que imitase el partido a nivel nacional: hacer una ley de familia en la que el concebido se considere un miembro más de la familia; algo que reconoce la dignidad de ese ser humano que está en el vientre de la madre. Es una ley de realismo puro, porque, con la mortalidad neonatal tan bajísima que afortunadamente tenemos en España, ese niño al que le faltan 3 meses para nacer enseguida va a estar en los brazos de su madre.

Usted quiere llevar al congreso nacional de su partido que el PP apueste por la libertad de conciencia frente a la disciplina de voto. Algo que, por otra parte, recoge la Constitución, y que se acepta en Italia, Francia, Alemania o Estados Unidos. Pero en los últimos dos congresos populares esa propuesta ha sido ninguneada...

Sí. En los dos últimos congresos nacionales Eugenio Nasarre presentó exactamente esta misma enmienda, y no fue aceptada. Pero hay que seguir intentándolo. El día que el partido recoja la libertad del voto en conciencia en sus estatutos, que puede ser el próximo mes de febrero, habrá muchos parlamentarios que no tendrán que verse ante el durísimo dilema de optar entre lo que le exige su conciencia y lo que le exige la disciplina del grupo parlamentario. Conozco a muchos diputados que lo han pasado mal al votar y enfrentarse a esta discrepancia.

Pretende también que el Partido Popular vuelva a ser provida y pro familia. Hemos visto que defender esos temas en el PP puede conducir al destierro político. ¿Hablar de derecho a la vida es un tema tabú en su partido?

No. De hecho, en los estatutos se habla del derecho a la vida, y en la ponencia política y de estatutos que vamos a debatir en el próximo congreso se vuelve a hablar del compromiso del partido con el derecho a la vida. Lo que pasa es que, por una mal entendida disciplina de grupo, las personas que, obedeciendo a su conciencia, votaron en contra de la decisión del grupo sobre la controvertida Ley del Aborto, han sido o multadas, o excluidas de las siguientes listas electorales.

¿Hay algún tema tabú en este PP?

No.

Luis Bárcenas es el protagonista de la agenda política de la semana. Parece que para Génova es más fácil echar a un provida que a un ladrón…

No. El partido tiene una posición completamente clara en contra de la corrupción, y las personas que se han visto envueltas en casos de ese estilo están fuera del PP.

Sin un PP de derechas ni un PSOE de izquierdas, ¿cómo queda la cosa?

El PP es un partido de centroderecha, y así nos hemos definido siempre. El gran éxito de Aznar fue hacer un partido de centroderecha amplio, donde cualquier persona se encontrara cómoda, y donde no se exigiesen etiquetas específicas e ideológicas… Aquí todo el mundo cabe. Lógicamente, reconocemos nuestra diversidad, porque un partido tan grande debe ser diverso.

¿Rajoy ha convertido un partido de centro en una formación tecnócrata ideológicamente de marca blanca?

Hay personas, que yo no identifico con Rajoy, que se han visto afectadas de alguna manera por el relativismo que inunda la sociedad. Probablemente, el mantenimiento del poder lo han puesto por encima de la defensa a rajatabla de los principios y los compromisos electorales.

¿Ve usted mercado para un nuevo partido de derechas con valores como Gallardón o Mayor Oreja?

No. Creo que ambos ya han manifestado que no piensan en esa vía. Jaime Mayor Oreja ha dicho claramente que él está en la pre política, y que lo que le preocupa prioritariamente es la batalla cultural contra el pensamiento líquido, el relativismo, la pérdida de valores…, y tiene toda la razón. A Ruiz Gallardón, hasta el momento, le he oído hablar en esta misma línea.

¿Qué políticos actuales nacionales o internacionales tiene usted como referencia?

Me gusta mucho François Fillion, porque, en un país como Francia, donde nuestros problemas de relativismo o de ideología de género existen, probablemente, en mayor medida, él está hablando muy claro. Se da cuenta de que tiene un electorado fundamental que apuesta por estos valores, y no le ha importado defenderlo. Me parece un referente importante.

También valoro mucho algunos aspectos éticos defendidos por Angela Merkel. En temas como el de los refugiados ha tenido una posición valiente. Lo fácil es tener posiciones xenófobas y excluyentes, y lo lógico en una persona que pertenece a un partido democratacristiano es haber sido valiente, aunque cueste algunos votos. Al final, la ideología es aquello por lo que no te importa perder algunos votos…

¿Fillion representa bien lo que significa ser de derechas y no tener complejos?

Sí.

¿Hay vergüenza en la mayoría del PP a que se le identifique con los católicos de España?

La religión y la política deben ser esferas separadas. Dentro del PP hay personas católicas practicantes y otras que son agnósticas, y todos podemos formar parte del mismo partido. En general, no creo que el partido se haya visto acomplejado en este sentido, al menos, en temas importantes, con las excepciones que conocemos. He sido muy claro con el caso de la Ley del Aborto.

¿La descomposición ideológica y la corrupción económica han ido de la mano en su partido?

No son cuestiones que tengan que ver, porque también se dan en otros partidos.

Y en la bancada roja, ¿serán Patxi López o Susana Díaz capaces de resucitar al PSOE?

Con todo respeto a un partido que no es el mío, si nosotros vamos derivando hacia el Athletic de Bilbao, ellos son el Athletic de Bilbao B… Los socialistas que participaron en política en la época de la Transición y los que ahora se vislumbran como candidatos a la secretaría general del PSOE no tienen nada que ver. Evidentemente, es un partido que también está teniendo muchos problemas para atraer a personas preparadas de la sociedad civil, por las mismas razones que nosotros.

Con la experiencia política que usted tiene, ¿qué ha aprendido de Pablo Iglesias en estos años intensos?

Pablo Iglesias es un ególatra, al que probablemente se le ha ido la mano con una presencia tan constante en los medios de comunicación. Le gustaría demasiado lo de aquella canción: ser "el niño en el bautizo, la novia en la boda, y el muerto en el entierro". Cuando uno sobreactúa, el efecto es negativo; en primer lugar entre las personas de tu propio partido político.

¿Y algo positivo?

En las últimas cuatro elecciones he sido apoderado en un colegio electoral de Villaverde Alto. Allí me he encontrado con apoderados e interventores de Podemos que representan unas bases distintas de las que habitualmente vemos. No son gente del 15-M, no son profesores de Políticas. Son personas que proceden del movimiento sindical, incluso algunos que tuvieron cargos importantes; personas que vienen de Comisiones Obreras, gente de los movimientos vecinales… Hay un núcleo importante de personas que eran próximas a Izquierda Unida y que Podemos ha sido capaz de atraer.

Ha coincidido usted en la Asamblea de Madrid con José Manuel López. Él ha sido defenestrado como portavoz de Podemos en la Comunidad de Madrid. ¿Tenía prestigio entre el resto de la cámara?

En el trato que he tenido con él me ha parecido un hombre cordial. Es una persona preparada, educada, agradable y correcta en la vida corriente de la actividad parlamentaria, algo que sería deseable de cualquier representante político.

¿El PP confunde su actualización y adecuación a los nuevos tiempos con un oportunismo superficial?

En la política de hoy hay un exceso de sobreactuación. En algunas ocasiones, la obsesión por los titulares conduce a sobreexposiciones absurdas. La política requiere más moderación y ponderación. Esto sucede en todos los partidos políticos.

Desde dentro, ¿le pasará al PP lo de Pedro Sánchez cuando las urnas les den la espalda?

Creo que no. En el PP hay una tradición enorme de lealtad al partido. A algunas personas ajenas a la política les explico que nosotros vivimos una especie de "patriotismo de partido", entre comillas. Es como lo que se ve entre los militares en las películas de guerra: es horroroso abandonar al compañero. Entre nosotros, igual. Marcharse de un partido y dejar a tus compañeros, no digo que no ocurra, pero es un trago muy difícil. Ese afán de lealtad ofrece una solidez particular al PP.

Con la proyección a largo plazo de su experiencia política, ¿qué futuro ve usted a Podemos?

Decreciente. Me acuerdo del Partido Comunista de España, que fue una fuerza de referencia en la oposición al régimen de Franco. No veo ese entusiasmo creciente en Podemos. Aquellas personas del PCE, con las que yo coincidí como concejal del Ayuntamiento de Madrid, empezando por Ramón Tamames, no tienen nada que ver con los que hoy forman Podemos: ni en el trato, ni en la formación, ni en el respeto al adversario, ni en la preparación…

Veo a Podemos como un partido que se ha aprovechado de un momento de distanciamiento entre ciudadanos y políticos por la corrupción, y de otras cuestiones, que no son exclusivas de España. A la gente que está al frente de Podemos le faltan bastantes hervores para ser como los dirigentes que tuvo el PCE en la Transición.

¿Y a Albert Rivera?

Tres cuartos de lo mismo. Que el partido que pretende ocupar el espacio del centro sea uno formado de aluvión en toda España… Es verdad que Ciudadanos tenía base y solera en Cataluña, pero en el resto del país ha tenido que incorporar a personas con una cierta improvisación y rapidez. Cuenta con gente muy valiosa, y otros que han llegado a la política con un cierto adanismo, criticando que esto era una charca de fango y corrupción hasta que ellos llegaron, cosa que no es verdad. La inmensa mayoría de los políticos son personas honradas que, con sacrificio económico y personal, dan lo mejor de sí mismos para el bien de los ciudadanos.

¿Qué debe aprender el PP de Ciudadanos?

El PP ya ha aprendido de Ciudadanos el mensaje de regeneración, de escuchar a la sociedad, de que urge más transparencia, y de combatir la corrupción, pero sin sobreactuaciones… Por ejemplo: exigir draconianamente que toda persona investigada debe dimitir de su cargo público pone a cualquiera que esté en política al alcance de sus adversarios, que mediante una denuncia, ya veremos si fundada o no, puede eliminar a cualquiera, para siempre, del escenario político. E incluso le hace muy difícil su reincorporación a la vida laboral ajena a la política. Esto ha pasado. Después se archivan las causas y ya nadie pide disculpas.

¿La ruptura definitiva de Aznar con el PP significa más de lo que parece?

No he hablado con Aznar sobre este asunto, pero me parece que, manteniendo él ciertas discrepancias sobre ciertas orientaciones políticas del Partido Popular, ha dicho: "¿Para qué voy a ir al congreso? ¡Si hablo, voy a decir lo que pienso! Pues mejor no hablo, porque yo no quiero perjudicar a mi partido".

Hay votantes que creen que el PP se ha prostituido para afrontar la métrica de votos. ¿Eso se percibe dentro?

En todos los partidos hay votantes que piensan que estamos muy pendientes de las encuestas. Y, después, las encuestas tampoco reflejan esa percepción. Recuerdo una encuesta del CIS que situaba la opinión de los ciudadanos sobre cada partido entre un 10 (lo más a la derecha posible) y un 1 (lo más a la izquierda). Mientras el PP mantenía la reforma de la Ley del Aborto, andaba, pongamos, en 8,1. Después se retiró esa reforma, y nos fuimos al mes siguiente al 8,3. O sea, que el problema no era ese.

La actuación política por motivos métricos o coyunturales, ¿cuánto dura?

Dura poco, porque siempre hay una parte de los votantes para los que la ideología es importante. Y, entre esos, el día de las elecciones algunos se quedan en casa, y otros votan a otros partidos. Es lo que nos ha pasado. Y se vio perfectamente en las primeras elecciones autonómicas tras la retirada de la reforma de la Ley del Aborto, porque hubo distritos que tradicionalmente habían votado con mucha fuerza al PP y fueron protagonistas de una creciente abstención.

Una de sus tareas política más significativas ha sido la Educación, como consejero autonómico de la Comunidad de Madrid. Parece que la diversidad de modelos educativos también se ha convertido en tema tabú, porque la libertad de los padres está por debajo de los modelos de educación políticamente correctos, al menos en la opinión publicada…

Es de los aspectos en los que el PP ha sido fiel a sus principios. El derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos siempre se ha puesto por delante. El PP ha defendido las libertades educativas, ha adoptado medida prácticas, ha apoyado a los centros concertados, como una contribución a la educación pública… En este punto podemos estar contentos de nosotros mismos.

¿Las listas abiertas lo oxigenarían todo?

Si algún día se reformase la Constitución, probablemente deberíamos plantearnos que una parte importante de los diputados pudiera ser elegida directamente por los ciudadanos, con un sistema mayoritario de dos vueltas, como tiene, por ejemplo, Francia. Después, podría haber otro número importante de diputados elegidos con un sistema proporcional, como hacen en Alemania. Es el sistema que el PP propuso en la Comunidad de Madrid, pero para reformar el estatuto de la comunidad hacen falta dos tercios de los votos, y no se cuenta con ese apoyo para este asunto.

¿Ha merecido la pena dedicar el grueso de su vida a la política?

Por supuesto. La política es una de las actividades más nobles que una persona puede abordar a lo largo de su vida. Es una de las actividades más gratificantes. Cuando uno mira atrás, se da cuenta de que, si ha hecho todo lo posible, ha ayudado a mucha gente, e incluso sus adversarios políticos lo reconocen. Los adversarios saben bien quién ha hecho el mejor trabajo dentro de lo posible, sin prejuicio de las discrepancias ideológicas.

La opinión pública y los adversarios políticos igual lo tienen claro, pero ¿qué se valora más dentro de un partido: el trabajo bien hecho, o venderse bien y secundar ciegamente al líder de turno?

El partido valora el trabajo bien hecho, aunque a veces haya decisiones que se toman muy a corto plazo. Por ejemplo: al hacer las listas para el Congreso y el Senado, no se tuvo en cuenta a aquellos parlamentarios que votaron contra la reforma de la Ley del Aborto, y que habían hecho un trabajo magnífico. Probablemente, en sus circunscripciones electorales hubieran conseguido más votos que los que les sustituyeron.

¿Cree que el PP volverá a contar con esos parlamentarios provida?

Lo que no sé es si ellos querrán ser llamados. Confío en que el PP se dé cuenta de que esos diputados representan a un sector importante de votantes. Además, son personas que jamás se han visto implicadas en ningún problema, porque son gente muy leal al partido y a sus principios.

¿Cómo cotiza la coherencia en el mercado político?

Churchill, que dedicó muchos años a la política y fue pasando por varios partidos, dijo: "El éxito nunca es definitivo". Casi siempre, la vida de un político termina mal, y, lamentablemente, hay casos de personas que demostraron una trayectoria brillante sirviendo a sus conciudadanos, y al final tuvieron un problema. Como existen muchas probabilidades de que la vida de un político termine mal, por lo menos, si has hecho todo lo que has podido, has aprovechado el tiempo, has intentado servir, cuando mires hacia atrás lo harás con satisfacción. Si te has dedicado a hacer la pelota al jefe, a seguir todo lo que te dicen, a no tener ni una sola idea propia y has desaprovechado el tiempo, igual la sensación final es, más bien, de frustración total. Merece que, al menos, quede la satisfacción de la coherencia cuando llegue la última parada.

¿Ahora se siente más libre?

Sí. Ahora no estoy sujeto a ninguna disciplina de ningún grupo parlamentario.

REBOBINANDO

Decir las cosas suavemente no significa callar. Es, simplemente, una forma de ser, una manera de entender la democracia, y un peculiar modo de seguir construyendo, en un país cainita acostumbrado al tamayazo, a la política por la espalda, al raje, al te-la-guardo, my friend, y a encumbrar a sanchezcastejones para tirarlos después por el váter sin más escrúpulos que una silla libre.

Luis Peral habla, si le llamas, pero tampoco te busca. Y, mirando al congreso nacional que el PP celebra del 10 al 12 de febrero, en el que se prevén muchas palmaditas en la espalda, muchos selfies, y poca regeneración personal e ideológica, el histórico discreto afincado en Madrid, propone:

1. Incluir en los estatutos la libertad del voto en conciencia. Como reza la Constitución. Como hacen los países democráticos más sanos. Un ariete reconfortante contra la uniformidad de los partidos.

2. Impulsar un nuevo sistema electoral más abierto y menos endogámico.

3. Tomar la firme decisión de poner siempre los principios y los compromisos electorales por delante del poder a corto plazo, para ser un partido más firme, menos veleta y más de verdad.

4. Que el PP siga siendo el partido abierto de centroderecha donde cabían todos, también los provida.

5. Reformar la Ley Aído en serio, sin maquillajes. La dignidad del no nacido por encima del sofocón de defender los valores del partido frente a quien solicite una respuesta.

6. Conocer al votante, y no dar la espalda a los que confían en el PP sólo por motivos ideológicos, posiblemente marginados en la etapa de Mariano Rajoy.

7. Mirar de frente el estilo de Fillion, un político con prestigio sin los complejos de la derecha made in Spain.

8. Convertir el partido en una asociación elástica, que atraiga a los mejores, retenga a los valiosos y se abra fácilmente a la sociedad civil.

Estas son varias de sus propuestas. Unos las verán como las de un dinosaurio. Otros las apreciarán como la voz de la experiencia. Para algunos, la experiencia es una aportación valiosa. Para otros, una entrada directa al pasaje del ostracismo displicente, donde habitan los jarrones chinos que incomodan la rutina. En cualquier caso, cuando en un partido con fugas abiertas de aguas morales sus miembros empiezan a pedir salvaguardar su conciencia, algo de fondo está pasando. 

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