“Querido Gabi”... seis ponentes de la Constitución recuerdan a Cisneros en un emotivo acto del grupo popular en el Congreso

La plana mayor del grupo popular se reunía esta mañana en la sala de columnas para recordar a uno de sus diputados, Gabriel Cisneros, fallecido hace unos meses en Madrid aquejado de una grave enfermedad. En el acto lleno de anécdotas personales se apeló al consenso y a la recuperación de valores como la defensa de la monarquía. No será el último evento. Marín, uno de los invitados, anunció la creación en enero de una sala con el nombre de los ponentes de la Constitución y la FAES prepara un libro en su honor

"Querido Gabi". Con estas palabras comenzaba el presidente del Tribunal de Cuentas, Manuel Nuñez, el homenaje. Era el primero de los ponentes elegidos por el grupo popular para "recordar" a Gabriel al que el portavoz del grupo, Eduardo Zaplana, cedía la palabra. El "honor" de dar el turno a los elegidos era en principio del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, que declinaba la invitación en favor de Zaplana. Aznar confirmó sus asistencia al acto el lunes por la noche después de reajustar su agenda en Latinomérica. De hecho, el acto empezaba veinte minutos tarde por los "retasos del ex-presidente" inmerso, como decían algunos dirigentes populares en su agenda global.

Nuñez no se atuvo al guión de seis minutos reservados a cada ponente, pero su "carta" fue de las más emotivas. "Cisneros -lo recordó-, era un orador brillante y un magnífico escritor al que los mítines no le gustaban nada pero sí las campañas electorales por su contacto con la gente". El presidente del Tribunal recordó cuándo Cisneros le preguntaba cómo estaba el patio refiriéndose a la vida política y se pasaba largas horas hablando. "Ahora- precisó- ya no hablo de política". También se refirió a la Constitución española como una constitución con sello especial porque llevaba el sello Cisneros.

El siguiente en subir al estrado fue el diputado, Jaime Ignacio del Burgo, que se centró en la importancia del consenso que siempre defendió el propio Cisneros. Juan Carlos Aparicio, ex ministro de Trabajo, le tomó la palabra. Aparicio recordó los kilómetros compartidos con el fallecido cuando ambos recorrían Burgos, provincia por la que ambos se presentaron a las antiguas elecciones, y vio su vida peligrar por la "forma peculiar en la que llevaba el coche. Ni las cicatrices del cuerpo ni las del alma por el atentado de ETA que sufrió hicieron arraigar en él el odio". Ignacio Astarloa, portavoz de Interior en el Congreso, fue el siguiente. En sus seis minutos de intervención lo recordó como un duro negociador y un portavoz atento en el escaño, una virtud a seguir en los tiempos actuales.

También reprodujo otro de sus momentos: "Fue durante una de las intervenciones de Felipe González. El ex presidente preguntaba a la Cámara: ¿Cuándo ha habido más democracia que ahora? y el grito de Cisneros rompió el silencio diciendo: entre 1976 y 1982"

Luis de Grandes, ex portavoz del grupo, lo calificó como "un reformista que abogó por una constitución de consenso, muy importante ahora que un temerario se ha dedicado a rescribir la historia". Por último, intervino María Jesús Sanz, la secretaria primera de la mesa de la Cámara, que apeló de nuevo al consenso.

Era el turno del ex presidente del Gobierno, José María Aznar, que recordó las veces en las que había hecho uso de sus consejos y mencionó otra de sus facetas más desconocidas como "un brillante y anónimo escritor. Cisneros fue víctima de un atentado de ETA y no lo fue por azar -añadió-. También se hizo monárquico porque sabe que la monarquía es la garantía de la estabilidad en la democracia". Cisneros, terminó, estaba muy preocupado por las heridas que le estaban infrigiendo a la Constitución y por eso en elos últimos meses propugnó su reforma pero desde el consenso.

Mariano Rajoy terminaba el acto reiterando casi todo lo dicho. Cisneros era un jurista, un parlamentario y una persona...todo ellos valores muy faltos hoy en día. Y, de nuevo, aludió a una de sus más firmes convicciones: la necesidad de volver al consenso.

La más agridulce fue la intervención de Manuel Marín con un discurso cargado de mensaje en el que recordó la faltaba de respeto a las personas y a las instituciones.

 

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