Telesforo Rubio planteó que, si él era defenestrado, también tenía que caer Victor García Hidalgo, el director general de la Policía

El nombramiento de Joan Mesquida como superjefe, con mando en Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía, buscó más “limpiar” la situación policial que ir hacia la unificación de ambos cuerpos. Y la víctima fue García Hidalgo.

El Gobierno no sabía cómo hacer frente al caos en la Policía, gravemente afectada por las sospechas sobre el 11-M y, sobre todo, a punto de caer en manos de los jueces por el “chivatazo” a ETA que impidió la detención de la cúpula de la banda. Eso pasaba por el cese ineludible de Telesforo Rubio en la Comisaría General de Información, implicado en esos dos affaires.   Según fuentes policiales solventes, consultadas por El Confidencial Digital, Telesforo Rubio planteó a sus superiores “políticos” que él no se marcharía en solitario, y que, si querían cesarle, también debía caer su jefe orgánico, el director general de la Policía, para que no pareciera que él había sido el único actor y que había obrado por su cuenta. Y así ha producido finalmente.   Por tanto, la salida de Víctor García Hidalgo (una persona del PSOE, muy disciplinada, con buenas relaciones en ámbitos policiales y vascos), no tiene su origen en discrepancias con Rubalcaba (aunque no existía sintonía mutua), ni se trata del primer paso para unificar Guardia Civil y Policía, sino que era la condición básica para limpiar el panorama policial.

 

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