Vuelve la calma en los traslados de inmigrantes tras meses de incidentes: se autolesionaban, se untaban en sus propias heces y armaban bronca

En los vuelos fletados por el Ministerio del Interior un policía acompaña ahora a cada inmigrante. Serían necesarios dos y así sucedía hasta hace poco. El temor de los agentes son los amotinamientos y los actos de resistencia, como sucedió en el pasado. Unos “maletines” servían para arreglar los problemas diplomáticos.

A día de hoy, la situación ha mejorado notablemente. Según reconocen fuentes policiales a El Confidencial Digital, el traslado de los inmigrantes “ya no es lo que era”. En la actualidad hay pocos incidentes. Los mayores temores vienen por algún intento de fuga o amotinamiento dentro de los aviones. A bordo de los aparatos viajan policías españoles que no pueden bajar del mismo y pisar territorio senegalés. Los funcionarios de la comisaría general de extranjería y documentación son los que se encargan del papeleo.   Pero esta situación no siempre ha sido así. Responsables de esos vuelos han confirmado a ECD cómo se desarrollaban hasta hace poco tiempo:   -- El grupo de inmigrantes era trasladado a pie de pista envuelto casi en el engaño. Así intentaban evitar que quisieran dispersarse. No se les dejaba visualizar el avión para evitar que se agitaran antes de tiempo. Las aeronaves quedaban situadas en zonas discretas del aeropuerto para facilitar la operación.   -- Cuando llegaba el momento de subir al avión la situación daba un giro. Algunos “sin papeles” intentaban tirarse por la escalerilla para autolesionarse de importancia, ser ingresados en un hospital español y evitar su repatriación forzosa. Otros se hacían sus necesidades encima y se embadurnaban con ellas. Era la manera de eludir a los agentes, de evitar que les pusieran las manos encima.   -- La solución a estas revueltas, según cuentan a este confidencial testigos presenciales, la aportó un policía de alta graduación que un día decidió rociar en la propia pista con agua a presión a los inmigrantes que optaban por esta solución. Quedaban limpios, recibían una muda de ropa nueva y eran embarcados.   -- Estas técnicas se transmitían al país de origen. Distintos grupos de trasladados hacían las mismas cosas porque se las habían contado cuando desembarcaban en Senegal.   -- Aunque el cupo de repatriaciones venía siempre fijado, las autoridades del país receptor intentaban renegociarlas a pie de pista. La forma de “arreglar el problema” era el dinero. Al parecer, ahora se soluciona cualquier desencuentro en los consulados y embajadas.

 

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