Zapatero y Rajoy protagonizan un debate más igualado que el primero, más aburrido, y que previsiblemente no influirá en la intención de voto

El segundo debate entre los dos candidatos a la presidencia del Gobierno resultó más igualado que el primero, en el que –como se dijo en estas páginas- había ganado Mariano Rajoy. Resultó casi aburrido, y la conclusión es que lo ocurrido ante las cámaras no influirá en la intención de voto de los españoles.

Se apreció que, igual que Zapatero, por consejo de sus colaboradores, cambió de ritmo y de estilo en la segunda mitad del celebrado el anterior lunes, esta vez fue Mariano Rajoy quien introdujo modificaciones en la parte final del encuentro, en la que fue más incisivo. Se apreció que una de las consignas recibida en el intermedio fue que también interrumpiera a su contrincante, como éste venía haciendo sin cesar desde el inicio.

En síntesis, en la primera parte Zapatero estuvo algo mejor que Rajoy, pero en la segunda mitad recuperó iniciativa el líder del PP. Los sondeos tras el debate apuntaban a un empate, y quizá a una ligera ventaja del candidato socialista.

Rajoy se dejó llevar a la cuestión de Irak, y no logró salir de él con rapidez. Y Zapatero cometió un error de bulto (se lo criticaron incluso en la Cadena SER) al valorar la gestión de los Gobiernos por los muertos que había producido el terrorismo (como si la "culpa" fuera de los Ejecutivos y no de los terroristas). También cuando habló de una liberalización del suelo que no existe.

Los dos se enzarzaron en un asunto menor, al que dedicaron demasiado tiempo: tratar de dilucidar cuál había sido la primera pregunta que le hizo Rajoy al inicio de la Legislatura. Zapatero insistió en la "falta de credibilidad" de su rival, y éste repitió la acusación de mentir. Aludió el presidente a que había firmado "una decena" de acuerdos de inmigración con países africanos, a lo que Rajoy preguntó si eran diez, para concluir que esa cifra no era verdad.

El líder del PP se agarró a la inmigración como principal asunto que ponía en dificultades a Zapatero. Y también se centró en los precios. Faltaron asuntos clave, como la situación de la justicia.

Otros detalles destacables del segundo y definitivo debate han sido:

-- Los dos introdujeron cambios en su apariencia. Rajoy con un traje más oscuro, aunque manteniendo la corbata roja. Y posó para los fotógrafos con la chaqueta abrochada, no como el primer día. Zapatero cambió la corbata azul por otra con una raya. La inclinación de las cejas no fue tan aparatosa como el primer día.

-- Olga Viza habló menos que Campo Vidal, estuvo menos pesada en las transiciones. Empezó un poco nerviosa, con algún tropiezo menor. Falló en corregir con más eficacia a Rodríguez Zapatero en sus interrupciones a Rajoy: consintió demasiado.

-- Zapatero, menos crispado que el primer día, empezó serio pero poco a poco se fue relajando y asentando, aunque sin sonreír. Rajoy se mostró tranquilo desde el principio, pero menos sonriente y relajado que el primer día. Daba la sensación de que era demasiado consciente de lo que se jugaba en el debate.

 

-- Como se había pronosticado, fue un debate más de propuestas por ambos contendientes, pero la larga lista de promesas provocó que al final ninguna destacara sobre las demás y que parecieran aburridas.

-- Rajoy ganó esta vez en el uso de los cuadros y gráficos, más claros y sencillos, fáciles de captar. La fórmula de Zapatero de una carpeta con esos grafismos fue peor solución, porque se veían con dificultad.

-- A la acusación de Zapatero por las declaraciones de Elorriaga a Financial Times respondió Rajoy con una cita de ese periódico que habla del "estropicio" causado por el Gobierno.

-- Zapatero habló de crear un "Observatorio de los Precios" y Rajoy le respondió que ese Observatorio ya existe, en el Ministerio de Agricultura.

-- Además de Irak, Zapatero logró imponer la cuestión del 11-M, para decir que fue un atentado al Gobierno del PP, con Acebes como ministro de Interior.

-- El presidente del Gobierno acusó al PP de regularizar inmigrantes con el recibo de compra de una rueda de bicicleta; Rajoy le respondió que el PSOE lo hizo con una "una orden de expulsión de España".

-- Zapatero solemnizó su "compromiso" de que, si no gana, apoyará al Gobierno en su política antiterrorista "cualquiera que sea". Rajoy replicó que apoyará al Gobierno "si quiere luchar contra ETA, no para negociar con ETA". Insistió en que Zapatero mintió a los españoles, porque siguió negociando tras el atentado de la T-4.

-- Rajoy relató la multa a un ciudadano de Cataluña por tener un letrero en castellano, y eso con gobierno de los socialistas. Zapatero no condenó esa norma.

En la intervención final, los dos se ratificaron en lo que, en el primero, se dijo que fue un error de cada uno. Zapatero volvió a despedirse con un "Buenas noches y buena suerte", y Rajoy, que incluso apeló a los votantes socialistas para pedirles el voto, volvió a citar a la famosa "niña": "está en mi cabeza, mueve mis sentimientos y mi corazón".

En conjunto, el cara a cara resultó más aburrido que el primero, también porque ya no existía la novedad. Hubo telespectadores que aguantaron menos tiempo que en el anterior.

A la salida, Zapatero cambió respecto al primer debate: salió con más calma y cara de cierta satisfacción. Rajoy mostró menos euforia que el lunes anterior, e incluso a Pedro Arriola se le vió como disgustado.

A título de anécdotas, el camerino utilizado por Rajoy se había inundado por la mañana debido a una fuga de agua, había 450 periodistas acreditados (frente a 300 en el primer debate) incluido Al Jazeera, excepcionales medidas de seguridad, peor cattering que el primer día, y una manifestación de funcionarios de Justicia en el exterior antes del inicio del debate.

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