Zapatero, escaldado con Bermejo, coloca en Justicia a un ministro que es su antítesis: un técnico, poco de partido, moderado, dialogante y “nada chulesco”

El presidente del Gobierno ha elegido para sustituir a Fernández Bermejo una persona, Francisco Caamaño, que puede considerarse, en cuanto a perfil profesional, pero sobre todo de carácter, la antítesis del hasta ahora ministro de Justicia. Zapatero no quiere más sustos.

En lo humano, personas del mundo jurídico que le conocen, a las que ha tenido acceso El Confidencial Digital, cuentan que el nuevo titular de Justicia es “afable, asequible, nada chulesco de buenas maneras y nada cáustico”. Y que prefiere la discreción. Es decir, que está muy lejos del talante que ha exhibido su antecesor.

Dentro del mundo universitario, se dice de él que tiene prestigio, que es “muy jurista”, “muy profesional” y trabajador, además de “un gallego fino”. En lo jurídico, es discípulo del presidente del Consejo de Estado, Francisco Rubio Llorente, catedrático como él de Derecho Constitucional.

Es un hombre de perfil sobre todo técnico, más que ideológico. Las fuentes consultadas citan, como ejemplo, que, en un asunto conflictivo y vidrioso como es el destino del Valle de los Caídos, su postura ha sido de moderación y racionalidad.

Desde el punto de vista ideológico, siendo un hombre de izquierdas, sin embargo no se conoce que esté afiliado al Partido Socialista.

Por el cargo que ha tenido hasta ahora, como secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, su sombra está presente en todas las leyes últimas, y especialmente en las más políticas y estructurales.

De María Teresa, pero también de Rubalcaba

Considerado persona del equipo de María Teresa Fernández de la Vega, a cuyas órdenes directas ha trabajado hasta ahora en La Moncloa, sin embargo se lleva igualmente bien con Alfredo Pérez Rubalcaba. Acompañaba al ministro del Interior, e incluso a Zapatero, en las reuniones con el Tripartito y con Artur Mas sobre el Estatuto de Cataluña.

Cuando el parlamento catalán remitió a Madrid la reforma del Estatuto de Autonomía, un texto maximalista que no gustó en el Gobierno y en el PSOE, Francisco Caamaño recibió el encargo de Zapatero de revisar y corregir el texto para hacerlo compatible con la Constitución.

Fuentes de La Moncloa dijeron entonces a ECD que él era el delegado directo del jefe del Gobierno, hombre de su entera confianza, para llevar a cabo el “ajuste fino” del Estatut. Las citadas fuentes explicaron entonces que Francisco Caamaño era “el delegado más fiel del presidente en este asunto” (léalo aquí).

 

Francisco Caamaño Domínguez, a quien los amigos llaman “Fran”, es gallego de nacimiento. Estudió Derecho en la Universidad de Santiago, donde fue profesor titular de Derecho Constitucional. Ha sido letrado del Parlamento Gallego, y letrado del Tribunal Constitucional durante nueve años. Posteriormente obtuvo la cátedra de Derecho Constitucional en la Universidad de Valencia.

Fue secretario de la fundación Democracia y Gobierno Local, controlada por las diputaciones provinciales, ante todo por las de carácter socialista, y más aún por la de Barcelona, que ha sido siempre una institución “dialogante”.

Casado y con dos hijas, tiene 46 años, y para él, la residencia en Madrid, suya y de su familia, ha supuesto cierto sacrificio.

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