Zapatero considera que la inmigración y no la negociación con ETA es lo que podría costarle el Gobierno: él es el ‘presidente de los cayucos’
El razonamiento lo han escuchado algunos de los colaboradores más directos del presidente del Gobierno en La Moncloa. Rodríguez Zapatero está convencido de que se la juega en la inmigración (y no el terrorismo). Y lo argumenta en clave personal.
El pasado 23 de octubre, El Confidencial Digital desveló las secretas reuniones que celebra en Moncloa cada viernes la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. A estos singulares ‘maitines’ convoca a ministros y altos funcionarios para tratar sobre inmigración ilegal antes del comienzo del Consejo de Ministros.
Estas citas resultan esclarecedoras para calibrar la importancia que le está concediendo el Ejecutivo a esta cuestión. Y la explicación la ofrece el propio presidente en su círculo de colaboradores más estrechos. Según fuentes de Moncloa de toda solvencia, Zapatero ha manifestado en más de una ocasión que es la inmigración ilegal precisamente la que puede actuar de detonante para echarle del Gobierno.
Preocupan especialmente las escenas con cayucos llegando abarrotados a nuestras costas, la imagen de descontrol o el abarrotamiento de los centros de acogida. Pero no sólo. Se quiere evitar un escenario peor: violentos movimientos anti-inmigrantes en alguno de tantos pueblos de temporeros, e incluso estallidos radicales a imagen de lo que viene sucediendo en las barriadas de París.
La percepción general en la ciudadanía es que sería el terrorismo quien con mayor verosimilitud podría apartar a Zapatero del cargo, ante todo por un posible naufragio de las negociaciones con ETA, en el llamado proceso de paz. Sin embargo, el pensamiento de Zapatero al respecto es que ETA es un fenómeno anterior a él y que sólo él es, en cambio, ‘el presidente de los cayucos’.
