Un instructor español de policías en Afganistán cuenta los graves problemas para hacer su trabajo: hay infiltrados, las mujeres sirven el té

El desarrollo y puesta en marcha de la embrionaria policía afgana es clave para establecer la fecha de salida de las tropas ISAF del país asiático. Pero entrenar a las fuerzas de seguridad afganas no está siendo fácil. Expertos policiales que han participado en estas tareas analizan para El Confidencial Digital los principales obstáculos en su labor.

Zapatero anunció el pasado mes, durante su encuentro en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Barak Obama, que España está dispuesta a “hacer el máximo esfuerzo para la formación de las fuerzas de seguridad afganas”.

Esta voluntad se traduce en el envío previsto de más guardias civiles hacia Afganistán, cuya misión primordial sería actuar de instructores para la policía afgana. España ya cuenta con casi una docena de agentes de la Policía Nacional en Afganistán realizando estas tareas. Defensa también está involucrada en los planes de Zapatero. La ministra Carme Chacón ha anunciado el envío de una tercera misión española para entrenar al también inexperto ejército afgano.

Pero ni con todos estos esfuerzos, ni siquiera uniéndolos a los que han emprendido los países aliados en la ISAF, sería suficiente para cumplir los planes de la OTAN que requieren de 10.000 instructores para el país afgano.

Entre tanta decisión política se esconde la difícil realidad a la que se ha de enfrentar un instructor en Afganistán. El Confidencial Digital ha conocido de primera mano el testimonio de uno de los agentes españoles encargados de la formación de la policía afgana, y estas son algunos de los obstáculos con los que han de ‘lidiar’:

-- Analfabetismo: “Aproximadamente el 65 por ciento de los aspirantes no saben leer ni escribir”. Esto imposibilita la correcta formación teórica y legislativa de los agentes afganos.

-- “Muchos afganos corrientes consideran a la policía como ‘criminales uniformados’, debido a la corrupción imperante”. Además, al haberse convertido la policía

-- Presencia de la mujer: “En la policía afgana hay un pequeño porcentaje de mujeres, alrededor de un 0,5 por ciento del total”. Sus labores principales son “hacer té y comida para el resto de policías varones”.

-- Los aspirantes a policías afganos suelen ser excombatientes de los grupos tribales del norte. El problema puede surgir cuando coincidan en las filas de la Policía elementos procedentes de tribus enfrentadas.

-- Es difícil descubrir a posibles infiltrados talibanes o de grupos extremistas que puedan estar haciendo de ‘agentes dobles’. La pasada semana, cinco militares británicos que trabajan en labores de formación fueron tiroteados por uno de los alumnos, que posteriormente huyó. Fuentes tribales citadas por las agencias de noticias aseguraron que el atacante pertenecía a un grupo insurgente.

 

-- El desconocimiento de la realidad social y de la cultura de seguridad afgana es otro de los obstáculos a los que se enfrentan los agentes que participan en estas labores, quienes deben “invertir mucho tiempo y esfuerzo a conocer la sociedad afgana”, las leyes no escritas, tradiciones –prácticas muy extendidas como la ablación-, etc…

-- “En Afganistán no hay capacidad para administrar justicia, por lo que los esfuerzos policiales son en balde. No hay separación de poderes efectiva ni respeto a los Derechos Humanos”.

-- “El sistema penitenciario es lamentable. Hay siete cárceles, unas viejas y otras inhabitables”. Con esta situación, “los programas de reinserción son imposibles”.

-- La policía afgana es el objetivo número uno de los terroristas, “ya que está mucho más expuesta a la guerra que el ejército, que se mantiene acuartelado en sus bases”. 

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