Aduce problemas por la “tensión” de estos días

La responsable de la ‘embajada’ de Cataluña en Bruselas lleva mes y medio de baja médica

Inma Buldú-Freixa, al frente de la delegación de la Generalitat, no acude a trabajar desde que el 24 de enero intentó organizar el encuentro Puigdemont-Torrent

Delegación de la Generalitat de Cataluña en Bruselas.
Delegación de la Generalitat de Cataluña en Bruselas.

En Asuntos Exteriores siguen perplejos ante la actitud de la máxima responsable de la delegación de la Generalitat catalana en Bruselas, Inma Buldú-Freixa, de baja médica desde que el 24 de enero intentó -sin éxito- organizar en sus instalaciones una rueda de prensa con Carles Puigdemont Roger Torrent, presidente del Parlament.

Buldú era -y sigue siendo- la máxima autoridad en la delegación catalana en Bruselas tras la destitución del anterior director, Amadeu Altafaj, por el Gobierno central en aplicación del artículo 155 de la Constitución.

La ‘número dos’ de Altafaj no avisó al ministerio de Exteriores de sus planes para el día 24 hasta unas horas antes de lo que iba a ser el primer encuentro en la capital belga entre Puigdemont y Torrent tras la elección de este último como presidente de la Cámara catalana.

Un fax de madrugada

Inma Buldú-Freixas intentó aparentar que cumplía con sus obligaciones a ojos de Exteriores enviando un fax a Madrid, pero lo hizo a "altas horas de la madrugada", según fuentes diplomáticas, y además a un número que no era el que se había convenido previamente con el departamento de Alfonso Dastis.

El Gobierno tuvo que reaccionar con suma rapidez: a las 09:00 horas ordenó el cierre de la delegación catalana, ante la posibilidad de que Buldú no se diese por enterada de la orden de impedir la entrada de Puigdemont y Torrent.

Al cabo de unas horas se reabrieron las oficinas, una vez que el ex presidente catalán y el dirigente de ERC organizaron su encuentro en otro punto de la capital comunitaria.

Baja médica por la “tensión”

La responsable de ese desaguisado comunicó a Exteriores ese mismo 24 de enero que se cogía una baja médica fruto de la “tensión” del momento. Pasado mes y medio sigue sin haber regresado a su puesto.

La oficina catalana en Bruselas cuesta al erario público más de 900.000 euros anuales. La sede consta de dos plantas, más una planta baja y nueve plazas de garaje. En el contrato de alquiler no figuran los metros cuadrados pero en su inauguración se habló de casi 2.400 metros cuadrados, lo que supone casi duplicar el espacio que ocupa la embajada de España ante Bélgica (1.400 m2).

En estas oficinas trabajan 35 personas, ya que la delegación en Bruselas es la única de las 12 ‘embajadas’ que abrió Cataluña en el extranjero que se ha salvado de la aplicación del 155. Sólo hubo un cese, el de Altafaj.

Ahora, Exteriores se encuentra con que el contrato de alquiler finaliza en julio y ha pedido negociar a la baja la cuantía, pero sus propietarios sólo aceptan rebajar la anualidad a 760.000 euros si, a cambio, la permanencia es de nueve años.

 

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