Juan Pablo II moderó el contenido de su discurso a los obispos para evitar reacciones indeseadas en España

Hay extrañeza en los ambientes episcopales por la reacción del Gobierno al discurso que Juan Pablo II dirigió en Roma a los obispos españoles, con ocasión de la visita “ad limina”. Consideran que las palabras del Papa no justifican esa posición, y menos aún una llamada al Nuncio, por mucho que después Rodríguez Zapatero lo calificara de “visita de cortesía”.

Hay extrañeza en los ambientes episcopales por la reacción del Gobierno al discurso que Juan Pablo II dirigió en Roma a los obispos españoles, con ocasión de la visita “ad limina”. Consideran que las palabras del Papa no justifican esa posición, y menos aún una llamada al Nuncio, por mucho que después Rodríguez Zapatero lo calificara de “visita de cortesía”. Según ha podido saber ECD, la alocución de Juan Pablo II a la representación española había sido preparada con sumo cuidado, precisamente con el deseo de evitar cualquier reacción desde instancias gubernamentales, en un momento en que las relaciones Iglesia-Estado no atraviesan su mejor coyuntura. Es más. Algunas sugerencias previas del episcopado español sirvieron para moderar y aligerar el tono del primer borrador redactado en el Vaticano. De ahí la sorpresa por el enfoque que después mereció en algunos medios informativos el discurso del Papa, y por la reacción del Gobierno. Rouco Varela recomendaba este jueves que se lean con atención las palabras exactas que pronunció el Pontífice, para comprobar que una cosa es lo que decía y otra lo que se ha publicado que dijo. Un detalle concreto: en ningún momento habló del Gobierno, y por tanto mucho menos le echó la culpa de los ataques a la religión.

 

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