Absueltos los tres policías que mataron a un presunto suicida que disparó contra ellos. La pistola era de fogueo

Tres agentes del Grupo de Operaciones Especiales de la Policía Nacional llevan nueve años de juicio en juicio por una actuación en la que una persona resultó muerta por sus disparos. El fallecido, atrincherado en una biblioteca, aseguró que había bebido amoniaco, amenazó con suicidarse y tras efectuar varios disparos fue abatido. Luego se comprobó que no había ingerido nada y que la pistola era de fogueo. Los agentes han sido finalmente indultados.

Los hechos ocurrieron en 2001. José Carlos, el fallecido, se presentó en una biblioteca pública de Sagunto (Valencia) donde trabajaba su ex pareja y le dijo que acababa de ingerir un litro de amoniaco mezclado con leche y que le quedaba poco tiempo de vida.

A continuación, le comunicó que iba al banco a retirar sus ahorros para entregárselos, momento en que la mujer aprovechó para llamar a la Policía.

Cuando el hombre volvió a la biblioteca, ya habían hecho acto de presencia dos agentes de la Policía Local. Tras unos minutos de conversación tratando de persuadirle, el hombre sacó un arma y se la puso en el pecho a un agente. Le dijeron que guardase el arma, que era falsa. Acto seguido, el hombre disparó al aire y los policías corrieron a parapetarse.

Tras pedir refuerzos, el hombre entró en la biblioteca y se atrinchero. Un inspector de la Policía Nacional actuó como mediador, y permitió que varios agentes del Grupo de Operaciones Especiales –con chalecos antibalas, casco y gas lacrimógeno- entraran en la sala donde se encontraba.

Allí, tras una breve conversación, el hombre perdió los nervios y disparó a un agente, que se tiró al suelo para evitar la bala. El fallecido se acercó al policía para ‘rematarle’, momento en que los tres agentes –dos parapetados y uno en el suelo- abrieron fuego.

Le impactaron cuatro balas de un total de once disparos y un cartucho de gas, dos en el muslo derecho, otra en el abdomen y la cuarta en el costado derecho, a una distancia superior al metro, entre tres o cuatro metros, produciéndole la muerte el último de los impactos” relata textualmente la sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia.

Al acercarse al cuerpo, los agentes comprobar el arma descubrieron que se trataba de una pistola de fogueo, de un modelo “similar” en peso y apariencia externa al modelo Glock que utiliza la Policía.

Según los expertos en balística que testificaron en el juicio, el sonido de detonación, el fogonazo y las vainas que arroja el arma son idénticos a este modelo de pistola, de ahí la confusión. Posteriormente, tampoco se encontraron vestigios de ningún líquido tóxico en el organismo del fallecido.

El juez encargado del caso confirmó que los tres acusados realizaron su acción bajo el convencimiento de que el arma utilizada por el fallecido era verdadera y capaz de efectuar disparos mortíferos, por lo que no se había incurrido en un delito de homicidio impudente. Finalmente, los tres agentes fueron absueltos.

 

Por otra parte, se dio por buena la explicaciónde los peritos judiciales sobre la ausencia de la segunda vaina del disparo que efectuó el fallecido contra el agente, que fue la que supuso el fatal desenlace. Según su versión, el “ajetreo” posterior justificó que no se encontrara el casquillo.

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