Informe de expertos antiterroristas

Cómo ‘fabricar’ un yihadista en tres meses

Así operan las redes islamistas de captación. Todo comienza pulsando un ‘Me gusta’ en redes sociales

Terroristas el Estado Islámico.
Terroristas el Estado Islámico.

El proceso de radicalización islamista ha cambiado. Las tradicionales soflamas salafistas lanzadas en mezquitas discretas han dado paso a Facebook, el verdadero campo de cultivo la captación de yihadistas. Expertos en la lucha antiterrorista explican el método de alistamiento que siguen estas células.

Todo comienza pinchando un ‘Me gusta’ en Facebook. O lanzando un ‘retuit’ en Twitter. En ese momento se pone en marcha la maquinaria de captación yihadista.

Según fuentes involucradas en la investigación de los procesos de radicalización, a las que ha tenido acceso ECD, las redes sociales han facilitado enormemente la labor del terrorismo islamista.

“Son rápidas, eficaces y llegan a todas partes. Y a todo el mundo, especialmente a la gente joven. No podemos hacer nada, no hay forma de contrarrestar la propaganda islamista en redes sociales”, asegura con pesimismo un funcionario judicial dedicado desde hace años a luchar contra la radicalización islámica.

El poder de las redes sociales “ha sido muy bien utilizado por el islamismo, que ha adaptado a la perfección su propaganda a este nuevo medio: concisión y viralidad, para extender vídeos y gráficos que animen a la ‘guerra santa’ y muestren los logros y victorias del Estado Islámico.

Fase uno: ‘Me gusta’ en Facebook

Cuando una persona joven, guiado por la curiosidad, interactúa por primera vez con los perfiles de Facebook o Twitter que difunden propaganda islamista, comienza un periodo de observación. “Estas redes tienen mil ojos. Cada vez que reciben un me gusta investigan al usuario para ver quién es y conocer si se trata de un potencial objetivo”.

Cuando los ‘Me gusta’, o los retuits, se convierten en algo más habitual, comienza el análisis más a fondo de su personalidad. Para ello, recopilan todo tipo de información: edad, educación y formación, familia (unida, desestructurada…), nivel socioeconómico, tipo de trabajo, amistades, predisposición hacia la religión, gustos de música, deportes que practica, organizaciones de las que forma parte.

El perfil idóneo y que más fácil resulta a la hora de captar es de gente “descontenta”, no integrada en la sociedad española. Es decir, personas provenientes de entornos desestructurados o en condiciones sociales próximas a la marginación.

En cada red de captación existen varios sujetos dedicados a buscar nuevos reclutas. Y su actividad en las redes se extiende durante casi las 24 horas.

Según ha sabido ECD, se han llegado a incautar siete smartphones a uno de estos reclutadores, y en cada uno aparecían varias cuentas de redes sociales.

 

Fase dos: ‘Dame tu WhatsApp’

Cuando la interacción en redes sociales entre los captadores y el objetivo ya se ha convertido en algo más habitual, tras las primeras semanas, llega el momento de la “charla privada”. Mediante mensajes que sólo el potencial recluta puede ver, se le informa de que puede preguntar “cualquier duda” que le surja entorno a la llamada ‘guerra santa’. Generalmente son cuestiones sobre la ética o moralidad de la actividad terrorista.

En ese momento, se le ofrece la posibilidad de integrarse en un grupo de WhatsApp en el que jóvenes de su edad (aunque separados por sexos) plantean esas mismas cuestiones. La realidad es que, de la treintena de usuarios que forman esos grupos, gran parte de ellos son ‘ganchos’, gente perteneciente ya a la organización.

Su labor es ir planteando preguntas ‘incómodas’ y que, a priori, dejan en mal lugar al yihadismo: muerte de inocentes, peligro de detenciones… las respuestas están estudiadas y predefinidas desde el primer momento.

El potencial recluta asiste como espectador a una charla sobre las bondades de la ‘guerra santa’, dirigida en todo momento por los captadores.

Según los expertos, estos reclutas “por su perfil psicológico, son gente muy crédula que busca respuestas rápidas y fáciles a dilemas complejos, por lo que esta fase del proceso de radicalización es la más efectiva”.

Fase tres: entrevista en persona

Conforme el usuario va tomando partido en esas conversaciones, se le ofrece una cita física “con otros jóvenes con sus mismas inquietudes”. Si acepta, se introduce al objetivo en un grupo de cuatro, cinco o seis jóvenes, de los que varios pertenecen a los grupos de captación y actúan como ‘ganchos’.

Los expertos calculan que, desde que se inicia el contacto personal hasta que se fija el primer encuentro pasan alrededor de “cuatro o cinco semanas, incluso menos”. Las citas se desarrollan en un “ambiente distendido y “cariñoso, al que los participantes no suelen estar acostumbrados en su entorno habitual”. La conexión “es muy rápida, y pronto quedan prendados”.

A este tipo de encuentros, las células suelen enviar representantes con buenas habilidades sociales y talento para las relaciones interpersonales, “gente con cierto carisma”.

“No les importan mucho los conocimientos del Corán que pueda tener el candidato, o si habla o no árabe. Eso es secundario. Incluso puede llegar a ser un obstáculo, si el joven tiene una preparación islámica no radical previa, pues detectan incongruencias en el discurso”, aseguran los expertos.

Tras todo este proceso, cuya duración estiman en unos tres meses, el joven ya se considera “un potencial terrorista ‘maduro”. El siguiente paso, “muy fácil, si lo anterior se ha hecho correctamente”, es convencerles de que viajen a uno de los destinos de la yihad.

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