El agente español que filtró su identidad ya ha cumplido condena

El mayor fracaso del CNI en contrainteligencia: la delación del espía ruso Skripal

El envenenamiento revive el recuerdo de la peor traición sufrida, protagonizada por Roberto Flórez. Otros servicios de inteligencia dejaron de operar en España

Sergei Skripal y su hija Yulia.
Sergei Skripal y su hija Yulia.

Si en algún sitio duelen especialmente las noticias sobre el envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal es en el Centro Nacional de Inteligencia. Ese intento de asesinato ha revivido dentro el momento más oscuro de la contrainteligencia española: la mayor brecha de seguridad que han sufrido los servicios secretos en su historia. A Skripal lo delató un agente del CNI: Roberto Flórez.

4 de febrero, Salisbury, sur de Inglaterra. El ex espía ruso y colaborador del MI6 británico Sergei Skripal, de 66 años, y su hija Yulia, de 33, almuerzan en la pizzería Zizzi. Más tarde van a un pub cercano. A las pocas horas, son hallados en un banco próximo a un centro comercial. Ella inconsciente, él convulsionando.

Durante la hospitalización, los servicios médicos diagnosticaron envenenamiento por una sustancia química: el agente nervioso ‘Novichok’, cuyo rastro también fue hallado en la pizzería donde habían almorzado aquel domingo. También en el pub. El policía que les atendió fue igualmente hospitalizado en estado grave, aquejado de los mismos síntomas.

Un ataque sin precedentes en suelo OTAN

Fue la presencia de dicho agente nervioso en el escenario la que apuntó directamente a Moscú como responsable del envenenamiento.

La sustancia fue desarrollada por los laboratorios de la Unión Soviética entre los años 70 y 80 para convertirlo arma química militar, pero también como instrumento para asesinatos selectivos en pequeñas cantidades. Una dosis de 10 miligramos resulta letal.

Se trata de un agente nervioso mucho más mortífero que el gas sarín o el VX. Produce fuertes espasmos musculares y convulsiones, ya que actúa ‘desconectando’ el sistema nervioso del muscular.

Arma química de cuarta generación

El Novichok es un arma química de cuarta generación, con una capacidad operativa mucho más elevada que otros venenos.

Se trata de un agente nervioso ‘binario’: está formado por dos sustancias o precursores que, por separado, no son peligrosas y que se activan una vez son mezcladas. De esta forma, es mucho más fácil de manipular y reduce los riesgos de accidente al transportarlo.

Hasta el momento, no se tiene constancia de ningún otro ataque con agentes nerviosos en suelo europeo. Es, por tanto, la primera vez que un arma química de este tipo es utilizada en territorio OTAN. Sí se han registrado ataque en otras partes del

mundo, como el del metro de Tokio de 1995 donde se intoxicó a más de 6.000 personas con gas sarín.

 

Un espía ruso unido a España y al CESID

El coronel Sergei Skripal prestó servicio durante años al GRU, el departamento de inteligencia militar ruso. Fue destinado a España en 1993, pasando a formar parte de la modesta pero bien desarrollada red de espionaje que el Kremlin instauró en la península.

En 1995, un agente del CESID español apodado ‘Luis’, con quien Skripal había entablado amistad (incluso iniciaron un negocio de exportación de vinos), le presentó a un oficial de inteligencia británico. Poco después, a cambio de una suma de dinero, Skripal pasó a engrosar la lista de informantes del MI6 en España. A Londres le interesaba especialmente el vínculo de la mafia rusa con los servicios secretos.

España tenía constancia de que Skripal era uno de los topos que el MI6 había conseguido reclutar. Tal y como admiten fuentes de la inteligencia española, el CNI había trabajado a través de sus “propios métodos” para conseguir la lista de agentes dobles rusos que operaban en España y colaboraban con servicios secretos extranjeros. Una lista de ‘traidores’ a Moscú. El documento obraba en manos de la División de Contrainteligencia del CNI.

Detenido en Rusia por el FSB

Skripal continuó con su tapadera de agente doble hasta el año 2004. En el mes de diciembre tenía una cita en Málaga con su enlace inglés a la que no se presentó. Había sido detenido en por el FSB en Rusia durante un viaje rutinario.

En 2006 fue condenado por alta traición y encarcelado, hasta que en 2010 fue intercambiado por otros espías rusos (detenidos por Estados Unidos) en una pista del aeropuerto de Viena. Una escena que no se vivía desde tiempos de la Guerra Fría. Skripal se instaló en Reino Unido bajo la protección del servicio secreto británico.

El mayor fracaso del CNI

El escándalo del envenenamiento de Skripal está siendo seguido de forma especial desde el cuartel general del Centro Nacional de Inteligencia, porque fue una fuga interna de información de un ex agente, ocurrida hace más de una década, la que condujo a Rusia hasta la pista del agente doble y a su posterior detención.

Al menos así lo aseguraba la pasada semana el diario ‘The Times’: el responsable de la delación de Sergei Skripal ante los rusos fue el espía español Roberto Flórez. El hombre que pone rostro al “mayor fracaso del CNI”, en palabras de fuentes del servicio secreto español consultadas por El Confidencial Digital.

Un agente doble en el CNI

En diciembre de 2001, Flórez envió una carta a un enlace de inteligencia de la embajada rusa en Madrid ofreciendo sus servicios como agente doble. Pidió, como única condición, el pago de una primera suma de 200.000 dólares.

A cambio, Flórez ofrecía al entramado de inteligencia ruso información precisa sobre quién es quién en el Centro Nacional de Inteligencia, una lista completa de todos sus agentes –incluida su perfil psicológico y las misiones que les habían sido encomendadas-, el detalle de todas las operaciones de contrainteligencia que España mantenía abiertas contra Rusia, la identidad de potenciales ‘traidores reclutables’ dentro del Ministerio de Defensa español, e incluso consejos sobre cómo superar las exigentes pruebas de acceso al servicio secreto para que Moscú consiguiera infiltrar más agentes en ellos.

La brecha de seguridad no sólo afectó a España, sino también a otros servicios de inteligencia extranjeros que operaban en España: como se recoge líneas más arriba, el CNI había elaborado minuciosamente una lista de ‘agentes dobles’ rusos, espías que se habían vendido a servicios extranjeros y que aún estaban desplegados en España. La lista cayó en manos de Flórez, y en ella, según ‘The Times’, se encontraría Sergei Skripal.

La inusitada efectividad de los espías rusos en España

Nunca se consiguió demostrar que Flórez entregó material sensible a Rusia. No hay pruebas fehacientes de ello, ni tampoco rastros de los pagos. Sin embargo, a partir de 2002 se dieron una serie de circunstancias y hechos que levantaron las sospechas de la División de Contrainteligencia del CNI.

Los servicios secretos rusos comenzaron a mostrar por esas fechas una efectividad inusitada hasta el momento. Operaciones españolas en marcha que fracasaban porque sus agentes eran descubiertos; reemplazos de agentes rusos ‘fichados’ y controlados…

A su vez, la embajada española de Moscú recibió una carta exigiendo la expulsión de un agente que operaba en la capital rusa bajo una falsa identidad diplomática. Llevaba muy poco tiempo y apenas se había expuesto. No se entendía cómo le habían descubierto.

Aquella repentina sucesión de ‘golpes de suerte’ llamó mucho la atención de la cúpula de los servicios de inteligencia españoles. Se sospechaba que los rusos habían obtenido información privilegiada que les permitía adelantarse a todos los pasos de los agentes españoles.

Y no sólo a los españoles. Según advierten fuentes consultadas por ECD en la inteligencia española, también otros países que mantenían abiertas operaciones contra el entramado de espionaje ruso en la Península sufrieron graves reveses durante esos años. Uno de ellos fue la propia detención de Skripal.

El CNI en busca del ‘topo’

Se inició entonces una investigación interna del CNI sobre los agentes en activos que habían tenido contacto con espías rusos. Ningún resultado, nada sospechoso. Posteriormente, por orden del entonces director Alberto Saiz, la búsqueda se amplió a la nómina de ex agentes, y es así como se llegó hasta la pista de Flórez.

Cuándo fue detenido en Tenerife, en 2007, se le incautó numerosa documentación sensible sobre las actividades del centro. Fue condenado a 12 años de prisión por el Supremo. Posteriormente la pena fue rebajada a 9 años, de los que cumplió cinco en Estremera. No se pudieron demostrar los cargos por traición, y fue condenado solo por robo de documentos secretos.

‘La Casa’, “patas arriba”

Pese a que no existía constancia absoluta de que Rusia dispusiera del material que Flórez había escamoteado discretamente durante años, el CNI actuó como si así hubiera sido. Según explican fuentes de la inteligencia a ECD, se realizó una profunda auditoría de seguridad y se llevaron a cambio grandes cambios en toda su estructura. ‘La Casa’, explican estas voces de forma coloquial, “se puso patas arriba”.

Ese proceso fue “doloroso” para el servicio de inteligencia “y muy complejo”. Además, coincidía con otra grave crisis para el CNI: las críticas por no haber sabido detectar a tiempo la amenaza yihadista que culminó en los atentados de Atocha del 11 de marzo de 2004, que obligaron a reorientar las prioridades del Centro.

Internamente, la crisis por el episodio Flórez provocó numerosas recolocaciones de agentes, especialmente aquellos que se encontraban más expuestos por la información filtrada. Se reforzó la División de Contrainteligencia, y se aplicaron cambios importantes en el proceso de selección de nuevos agentes.

España dejó de ser una base “cómoda”

Lo ocurrido afectó a la relación con otros servicios de inteligencia que operaban en España. Algunos de ellos dejaron de ver al país como una base de operaciones “cómoda”, ya que había serias dudas en cuanto a que sus agentes no se vieran expuestos por otro fallo de seguridad. Si Flórez había conseguido desentrañar hasta el mínimo detalle al CNI, otros podrían hacerlo también.

De aquella crisis de credibilidad, explican las fuentes consultadas, también surgieron oportunidades. Estados Unidos se ofreció para formar a agentes españoles en nuevas técnicas de contrainteligencia.

Las heridas del caso Flórez, la mayor traición sufrida por los servicios secretos españoles en su historia, han vuelto a abrirse estos días en el CNI con el envenenamiento de Skripal. Especialmente entre los veteranos de ‘La Casa’.

Rusia insiste en que ha sido el Mi6

Mientras tanto, Moscú niega tener responsabilidad alguna del envenenamiento de Srkipal. La versión que ha hecho circular el Kremlin entre la prensa es que los servicios de inteligencia rusos no tenían ningún interés en quitarse de encima al ex miembro del GRU.

Según han recogido diversos medios alineados con las tesis rusas, Skripal ya no tenía valor de ningún tipo para su inteligencia. De otro modo, no le habrían “seleccionado” para intercambiarle por otros espías en 2010.

Además, consideran demasiado “evidente” el uso de un agente nervioso de fabricación rusa, relativamente fácil de identificar en un análisis pericial. Rusia solicitó ante el Consejo de Seguridad de la ONU una investigación independiente sobre el origen del agente nervioso utilizado, así como una muestra de este para su análisis en un

laboratorio ruso que permita identificar la procedencia exacta del lote de fabricación al que pertenece el producto químico hallado en el cuerpo de Skripal y de su hija Yulia.


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