Tras perder en la Audiencia Nacional, recurrirá al Supremo

La pelea de un guardia civil al que niegan la condecoración por detener el “Comando Donosti”

Participó en un tiroteo en San Sebastián en el que fueron abatidos tres etarras y dos agentes quedaron heridos. Sus compañeros han recibido la Cruz del Mérito pero él no

Agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil.
Agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil.

La Audiencia Nacional ha propinado un nuevo revés a un agente de la Guardia Civil que lleva ya una década batallando en los tribunales por recibir la misma condecoración que se entregó a sus compañeros del Grupo de Acción Rápida que en 1991 desarticularon el “Comando Donosti” de ETA en una operación que acabó en un tiroteo con tres etarras muertos y un agente parapléjico.

La Guardia Civil detuvo en agosto de 1991 a una docena de integrantes del “Comando Donosti” de ETA, al que en su momento se le atribuyeron 13 asesinatos. La operación antiterrorista, con agentes de los acuartelamientos de Hondarribia e Intxaurrondo (San Sebastián) se desarrolló en Irún, en Rentería y en San Sebastián. En la operación completa también se desarticuló el comando legal de apoyo, denominado “Ipar-Haizea” por la banda.

En el caso de la capital guipuzcoana, la detención terminó en un tiroteo de varias horas en el que dos agentes del Grupo de Acción Rápida (GAR, la unidad de élite de la Guardia Civil entonces) resultaron heridos de gravedad, uno de ellos hasta el punto de quedar parapléjico, y tres etarras murieron como consecuencia de los disparos.

Meses después de esta operación contra ETA, varios guardias civiles que se vieron envueltos en este tiroteo fueron condecorados. Recibieron la cruz con distintivo rojo de la Orden del Mérito de la Guardia Civil. Pero uno de los agentes participantes en la detención de este “Comando Donosti” no la recibió, y 26 años después aún está batallando en los tribunales para que le concedan esa condecoración.

El “no” de la Audiencia Nacional

El Confidencial Digital ha podido saber que a finales de mayo este guardia civil, que ahora está destinado en otra provincia distinta de Guipúzcoa, recibió un varapalo judicial en su empeño por recibir la misma medalla que sus compañeros.

Un Juzgado Central Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional desestimó a finales de mayo una demanda presentada por este agente de la Guardia Civil contra la resolución por la que el Ministerio del Interior desestimó (por segunda vez) la concesión de la cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo.

La Audiencia Nacional entiende que el director general de la Guardia Civil tiene la capacidad completamente discrecional de proponer o no a un agente para que el Ministerio del Interior le condecore. Por eso este guardia civil no puede alegar que se haya vulnerado la igualdad de trato respecto a sus compañeros de operativo en 1991.

Fuentes cercanas a la defensa de este guardia civil explican a ECD que contra la sentencia de la Audiencia Nacional del mes de mayo ya han presentado un recurso de apelación, y que van a llevar el caso ante el Tribunal Supremo. Aseguran que “aunque la medalla al mérito es pensionada, no exigimos el dinero. Queremos que se reconozca el servicio que hizo” este guardia civil en la operación que desarticuló el “Comando Donosti” de ETA en 1991.

Los mandos no quisieron proponerle

La batalla de este agente de la Benemérita por recibir su medalla empezó tarde. Sus compañeros fueron condecorados en 1992, meses después de la operación antiterrorista en la que algunos heridos y se vieron en grave peligro para sus vidas por el enfrentamiento con los etarras.

Sin embargo, él sólo fue felicitado, y dicha felicitación fue anotada en su hoja de servicios. Pasaron los años y no fue hasta 2007 cuando el guardia civil decidió emprender la vía administrativa para reclamar la cruz con distintivo rojo de la Orden del Mérito de la Guardia Civil que sí habían recibido el resto de miembros del dispositivo que fue a detener a esos tres etarras y se vio envuelto en un enfrentamiento armado.

 

Por motivos que el afectado asegura desconocer, el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Guipúzcoa decidió no elevar a Interior la propuesta de concesión de la medalla. El agente presentó un recurso de alzada que fue rechazado: el director general de la Guardia Civil, en 2008, también se negó a proponerle.

Le lanzaron una granada... pero “no fue mutilado”

El asunto llegó al Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Y en este caso le dieron la razón al agente que participó en la detención del comando Donosti de ETA en 1991. Los jueces del TSJM desmontaron los argumentos de la Abogacía del Estado, que argumentó contra la concesión de la medalla que el agente ya había sido felicitado, y no se daban los requisitos para condecorarle: entendía que “no ejecutó acciones claramente demostrativas de extraordinario valor personal ni tampoco con ocasión del servicio resultó muerto ni mutilado”.

El Tribunal Superior de Justicia de Madrid dictaminó en 2012 que otros guardias civiles que sí fueron condecorados tampoco resultaron heridos, y que todos corrieron el mismo peligro. Como no se explicaba con argumentos este distinto trato, los jueces entendieron que se había vulnerado el principio de igualdad, por lo que sentenciaron que la Dirección General de la Guardia Civil elevara al Ministerio del Interior propuesta favorable para conceder la cruz al mérito con distintivo rojo.

La Guardia Civil cumplió, pero cuando llegó la propuesta al Ministerio del Interior, éste volvió a denegar la petición. Así que el guardia civil afectado llevó el asunto ante los juzgados contencioso-administrativos de la Audiencia Nacional, que hace unos meses desestimó el recurso con el argumento de que la capacidad de proponer y conceder medallas es completamente “discrecional” y la Guardia Civil e Interior tienen derecho a decidir con libertad los beneficiarios de estas condecoraciones.

Si en la apelación en la Audiencia Nacional no se revoca la decisión, el guardia civil recurrirá al Tribunal Supremo. No piensa cejar en su empeño de que se le reconozca el servicio que prestó en la detención del comando Donosti en 1991 y el peligro que corrió, como sus compañeros: “Le cayó a los pies una granada de mando que lanzaron los etarras y que no explotó. No está hecho cachitos de milagro”, explican fuentes cercanas.

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