Procesiones o playa. Por qué sigue ‘tirando’ la tradición en Semana Santa

Es Semana Santa, una de las fechas más importantes para el calendario cristiano, y se ha producido el movimiento masivo de turistas y de fieles por toda España. Pese a que parte de la sociedad lo ha asumido como un tiempo vacacional, el componente religioso y tradicional no ha desaparecido y las procesiones siguen siendo estos días multitudinarias. ¿Por qué sigue tirando tanto la Semana Santa?

La Semana Santa puede analizarse desde el punto de vista histórico, costumbrista, artístico o poético de los acontecimientos. Durante estas fechas, eventos religiosos como procesiones, misas o vía crucis experimentan un aumento exponencial de su poder de convocatoria social. Son muchos los que, pudiendo elegir otro destino, deciden pasar estos días en su pueblo. ¿A qué se debe este éxito en un país donde el laicismo es mayor cada año, donde partidos como Podemos abogan por el menor protagonismo de estos actos…?

-- La emoción del recuerdo: En esa parte de la población que, pese a considerarse de confesión católica no participa habitualmente en ritos religiosos, la participación en la Semana Santa se rige por criterios sentimentales y emotivos. Estas dos vertientes están muy unidas al concepto de recuerdo. La emoción que a muchos les provoca estos días ya fue sentida y transmitida por los mayores en la infancia del individuo. Se trata, simplemente, de revivir esos recuerdos, heredados de la tradición familiar.

-- Una expresión del arte popular: El arte popular, el que más arraigo tiene en la sociedad, está muy presente durante la Semana Santa. En cada territorio y municipio es distinto. Las saetas, las tallas de Cristos y Vírgenes, las tamborradas… están tan arraigados socialmente que muchos individuos -pese a estar alejados de la realidad religiosa cotidiana- se sienten atraídos y obligados a unirse a la participación en estos actos.

-- Generosidad: Hay un elemento determinante en la conducta de quienes participan en la Semana Santa de forma activa, y es la generosidad, y ésta se experimenta en pocos asuntos de una manera tan explícita como la hace durante la semana de Pasión. La mayoría de participantes en los diferentes eventos de la Semana Santa lo hacen gratuitamente, sin otra remuneración que la satisfacción personal e íntima de cumplir con una especie de obligación moral hacia lo que se considera como propio. La compensación tangible o material no cuenta ni se espera. Las horas y sacrificios aportados solamente se valoran en su vertiente sentimental. En ocasiones se debe hacer frente a contratiempos de toda índole, además de incomprensiones o críticas que no estiman la abnegación con que se actúa.

-- ¿Y en el futuro?: El cambio generacional es clave y necesario. Las diferentes expresiones de la Semana Santa han perdurado durante siglos, superando contratiempos económicos, fluctuaciones políticas, conflictos sociales, guerras y cambios de corrientes religiosas. Así que nada hace indicar que la Semana Santa pueda desaparecer algún día, o al menos quedar relegada a un segundo plano.

 

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