¿Por qué es posible volar al otro lado del mundo por unos pocos euros?

Hasta la llegada del siglo XX, con la generalización de las compañías aéreas de bajo coste o ‘low cost’, volar se consideraba un lujo que no estaba al alcance de todos. Sin embargo, este modelo de negocio ha conseguido ‘democratizar’ los viajes de placer y hacerlos accesibles a cualquier renta. Pero ¿Cuáles son las claves que lo hacen posible?


Santuario de Fushimi Inari, a las afueras de Kyoto (Japón).
Santuario de Fushimi Inari, a las afueras de Kyoto (Japón).

A día de hoy es posible plantarse casi en las antípodas de España, en pleno Océano Pacífico, por menos de 400 euros (billete de ida y vuelta). Eso sí, aceptando que los más probable es que no sea un vuelo cómodo: horarios de salida de madrugada, una flota de aviones algo desfasada, ninguna comodidad extra o escalas múltiples de muchas horas que pueden convertir un vuelo de 16 horas en una ‘aventura’ de casi dos días.

Sin embargo, el nuevo perfil de viajeros se ha adaptado a todos estos inconvenientes asumiendo el lema de ‘llegar más lejos por menos’. En la actualidad, muchos viajeros se han convertido en auténticos expertos en encontrar vuelos baratos, uno de los términos más buscados en Google.

Pero, ¿cómo ha conseguido un negocio tan estable como el de la aviación, tan dependiente de costes y factores externos, ofertar billetes al límite de la rentabilidad para la compañía? Principalmente, reconfigurando sus gastos.

--El nacimiento del fenómeno ‘low cost’: En los años 90, el negocio de la aviación civil en Estados Unidos se vio radicalmente transformado por una desregularización y liberación del sector. Así nacieron las primeras ‘low cost’, empresas que ofertaban un billete de vuelo y punto. No hay servicio de bar –o si lo hay, a altos precios-, desaparece cualquier comodidad extra… en definitiva, desaparecen los gastos extra y el precio del billete disminuye considerablemente, atrayendo a nuevos consumidores que hasta entonces tenían prácticamente vetado el acceso a estos vuelos. Pero no sólo a ellos, sino poco a poco, a los viajeros que solían realizar sus vuelos con compañías tradicionales y que ahora ven una alternativa de bajo coste.

El modelo se aplica rápidamente en Europa en los primeros años del siglo XXI. Se consolidan en el mercado aerolíneas como Ryanair o easyJet. Las aerolíneas tradicionales tratan de luchar contra el nuevo ‘enemigo’, al que acusan veladamente de no ser demasiado cautelosos con la seguridad aérea. Sin embargo, pronto fundarán sus propias filiales ‘low cost’.

--La flexibilización del viajero: arrebatar clientes a las aerolíneas tradicionales no fue un proceso sencillo para las ‘low cost’. Las dudas del mercado sobre la seguridad de este tipo de compañías han ido poco a poco disipándose entre los viajeros, y poco a poco se han ido adaptando a las nuevas características de este tipo de viajes. Una de ellas, primoridial, los horarios. Los vuelos ‘low cost’ suelen operar en franjas horarias de menor actividad aeroportuaria, por lo que no suelen ser las horas idóneas para un viajero. Sin embargo, se ha producido un efecto de ‘adaptación’ o flexibilización en el viajero, que ha asumido esas incomodadas como algo normal cuando se trata de viajar.

--La masificación del mercado en internet: Por otra parte, han desaparecido muchos de los intermediarios que gravaban el precio final de los billetes hace décadas. Las agencias de viajes, antiguamente pieza fundamental en el circuito comercial de las aerolíneas, viven desde hace años un retroceso sin precedentes a favor de las webs especializadas en viajes.  Aquellas que tienen su negocio tradicional implican una mayor infraestructura de gasto fijo, por lo tanto el margen de maniobra para competir en precio final es menor y lo es también la ganancia final. Sin embargo, en internet el viajero puede tener acceso a precios al por mayor, a agencias que gestionan billetes que han sido anulados a última hora. Las aerolíneas también han podido segmentar mejor su mercado, ofreciendo promociones con públicos objetivos quirúrgicamente elegidos.

--Viajar está de moda: Por si los factores estructurales y económicos del sector no condujesen de por sí a una inevitable bajada de precio en los vuelos, la demanda de los viajeros ha crecido considerablemente. Los españoles cada vez viajan más y lo hacen a distancias más lejanas. Las redes sociales y el gasto en promoción turística que realizan los países ante el aumento de potenciales viajeros ha tenido un impacto definitivo en el aumento de la demanda. Se viaja más, pero las estancias son más cortas, según un estudio de la Universidad de Valencia.

--Un modelo de negocio con menores costes: el precio del billete ha descendido, también, por el recorte de la partida de costes operativos. Las compañías ‘low cost’ suelen optar por reducir el tiempo que sus flotas pasan estacionadas –y por el que pagan a las autoridades aeroportuarias-. Además, los costes laborales se han flexibilizado –recurriendo a menudo a empresas de subcontratas- y la fisionomía de los aviones ha cambiado significativamente: más asientos en menos espacio. Menor comodidad a cambio de un coste por billete menor.

 



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