El PSOE registra hoy su reforma del 'solo sí es sí' y consuma el cisma con Podemos. Busca apoyos en otros grupos parlamentarios

Tantas veces ha ido el cántaro a la fuente de la posible ruptura de la trabajosa coalición que sostiene esta legislatura el Gobierno de Pedro Sánchez que la incredulidad pesa mucho sobre que, esta vez, la primera entente de izquierdas desde la Segunda República vaya a hacerse añicos. Y en vísperas, además, de unas elecciones autonómicas y municipales, el 28-M, hacia las que el PP ha metido el turbo persuadido de que son la antesala de las generales para desalojar al «'sanchismo'». Pero la ley del 'solo sí es sí' no es un motivo de discrepancia cualquiera; a estas alturas , con 400 agresores sexuales con las penas rebajadas por la aplicación de la norma, ya no.

La preservación del consentimiento tal y como está se ha convertido en un tótem para el Ministerio de Igualdad -«Irene (Montero) nunca había cedido tanto», sostienen en Podemos-, mientras que reformarla se ha hecho prioritario para un PSOE que lleva semanas escuchando voces de alarma, públicas y privadas, y con la autoridad del presidente comprometida, dado que ha sido él quien ha ordenado el reajuste legal para frenar, al menos a futuro, las ventajas para abusadores y violadores. El cisma va a cristalizar hoy en el Congreso, aunque ninguno de los dos aliados dé por rota la coalición.

Los socialistas, según confirman en Ferraz, consumarán este mediodía la fractura por el 'solo sí es sí' registrando en el Congreso, por su cuenta y sin socios, la anunciada proposición de ley para cambiar los preceptos que entraron en vigor en el Código Penal el 7 de octubre, hace ahora cuatro meses en los que las rebajas de condenas a condenados sexuales se han disparado hasta esas 400, con una treintena de excarcelaciones. A falta de conocer la literalidad del documento elaborado por el Ministerio de Justicia de Pilar Llop, el propósito es regresar a las horquillas penales previas a la polémica ley -de uno a 5 años en la agresión sin penetración y de 6 a 12 en el tipo básico de violación- reintroduciendo los factores de violencia e intimidación. Lo que para el PSOE no toca la exigencia del consentimiento como puntal de la norma representa exactamente lo contrario para Unidas Podemos.

Ni unos ni otros han querido contemplar estos días de negociaciones y desacuerdo final la hipótesis de un divorcio: la propia Montero ha descartado dimitir -lo que arrastraría a la coalición- asegurando que, si no hay pacto ahora, librará la batalla en la tramitación de la reforma en solitario que prometieron los socialistas hace una semana. Esa cuenta atrás, prolongada desde el viernes, vencía hoy o, todo lo más, este martes según lo anunciado por ellos mismos.. Anoche, la quiebra fue cobrando forma, horas después del acto de vindicación de la ley y de respaldo a Irene Montero celebrado por Podemos en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con 300 militantes coreando 'sí es sí', algunos puño en alto, como preludio de la alocución de la ministra.

El Ministerio de Igualdad ve «inexplicable» que el PSOE «decida romper» con la presentación en solitario de una propuesta para reformar la Ley del solo sí es sí «teniendo opciones para el acuerdo». «Es una decisión del PSOE que no nos han comunicado», han explicado a este periódico fuentes del ministerio que dirige Irene Montero que han lamentado, a su vez, que los socialistas vayan a presentar «la misma propuesta que el PP y volver al esquema de la violencia o la intimidación».

Sin embargo, en Unidas Podemos creen que «no se acaba el mundo» y «aún se puede seguir negociando». Explicaba este mismo lunes en una entrevista en TVE el presidente del grupo parlamentario morado, Jaume Asens, que ha vuelto a colocar la pelota en el tejado del PSOE al advertirle de «se abre una nueva etapa» y deberá «debatirse por la vía de enmienda». «Ahí es donde veremos si el PSOE tiene el apoyo del PP, y todo indica que si, o tiene el apoyo de las izquierdas si se produce alguna modificación sustancial», ha argumentado.

El disenso entra así en horas críticas. Aunque Montero haya enfriado el riesgo de ruptura, resulta evidente el impacto que tendrá que el PSOE, a instancias del jefe del Gobierno de coalición, dé el paso de llevar adelante por sí solo la reforma de una ley que salió conjuntamente, no sin aristas, del Consejo de Ministros hace año y medio; que fue respaldada por 205 diputados del Congreso, de los que se desmarcaron el PP y Vox; y con el ofrecimiento, cargado de intención, del partido de Alberto Núñez Feijóo de prestar ahora sus votos a Sánchez si los necesita para elevar las penas de nuevo como pretende Justicia. Es cierto que socialistas y morados se han especializado en salvar 'in extremis' sus diferencias. Que el PSOE ya enmendó la ley trans, teniendo que dar marcha atrás. O que la alianza afrontó otro trance al límite en verano, a cuenta de la cumbre de la OTAN y el gasto en Defensa.

Pero aquella enmienda, pese a la insólita división en el feminismo, no llevaba detrás la carga de profundidad, en términos de indignación social, que suscitan las rebajas de pena del 'solo sí es sí'. Y en el caso de la política militar, Podemos pudo escudarse en que esta es materia reservada al presidente para justificar sus cesiones. Esta vez, lo que se juega es la autoridad de Sánchez frente a la credibilidad de Montero. «Es que la discrepancia no está en cuestiones más o menos accesorias, sino que afectan al modelo de la ley», argumentan fuentes de Podemos, frente a unos socialistas que creen que lo «razonable» es su propuesta.

No va a «tragar». Mientras Justicia insiste en que «adecuar la pena a la gravedad de las conductas»-elevándolas- «mantiene el consentimiento en el centro del modelo», los morados no se apean de que poner negro sobre blanco otra vez la violencia y la intimidación como condicionantes supone un retroceso inasumible, aunque sigan unificados el abuso y la agresión. Algo con lo que Montero no va a «tragar» -lo proclamó ayer-, aunque haya accedido a reformar la ley contra su criterio y aceptar «condiciones» como endurecer penas y agravantes.

En un discurso muy pedagógico hacia los suyos, Montero optó este domingo por denostar al PP a modo de advertencia implícita al PSOE de lo que significaría sacar la reforma con la derecha. Pero envió dos recados a los socialistas: «Nadie», dijo, ha sido capaz de aclarar «dónde está el agujero» de la ley -juristas lo sitúan en esa unificación delictiva del abuso y la agresión ni en «cómo taparlo»; y tildó de «inaudito» que no se conozca -la alusión iba para Justicia- «cuántas sentencias se han revisado y cuántas no» y cuántas son firmes o no; la tesis de Igualdad es que son más los jueces, pese a haberles acusado de «machistas», que dejan las condenas como estaban. Los datos los vienen proporcionando los 17 Tribunales Superiores autonómicos.

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