Reflexiones sobre el Frente Popular y el Bloque Progresista
Vivimos tiempos de gran división y polarización en las sociedades occidentales. Se nos presenta un paradigma político en absoluta dicotomía, dónde los diferentes individuos tienden a armar sus convicciones políticas en bloques ideológicamente contrapuestos y con restringidas propuestas comunes. La política de bloques, ha acarreado una gran problemática para el positivo desarrollo de la política en sus diferentes esferas, ya que se ha limitado a rechazar cualquier espacio de unión entre las distintas ideologías dejando así de lado valores como el consenso y la cohesión que tan importantes han sido para la satisfacción de una amplia mayoría social y para forjar importantes pactos como se hizo en nuestra Transición democrática.
Sostenía el novelista y filósofo español Ruíz de Santayana que “quien no conoce su historia está condenado a repetirla” , y España no está exenta de ello. A comienzos del 1936, en España se culminaba un proceso de coalición que encauzaba a las diferentes organizaciones izquierdistas del momento; comunistas, marxistas, sindicalistas, socialistas, separatistas y burgueses. Esta unión, se forjó con el fin de aglutinar el voto de la izquierda ideológica entorno al llamado Frente Popular en las terceras y últimas elecciones generales de la II República. En la brillante obra de Manuel Álvarez y Roberto Vila “1936. Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular”, se recoge de manera prolífica qué caracterizaba realmente a esta entente y en qué condiciones se celebró este proceso electoral. El Frente popular, comenzó con un discurso políticamente correcto y carente de beligerancia. Pero sin embargo, debido a que este bloque estaba integrado por fuerzas políticas con notables diferencias, pronto comenzaron las tensiones y se convirtió en un bloque radical, con propuestas que generaban una gran disyuntiva en la sociedad, con el separatismo con el objetivo de declarar nuevos estados en paralelo al estado español, así como también con el fin de instalar la dictadura del proletariado. En segundo lugar, al celebrarse las elecciones de las que se habla anteriormente, podemos destacar el fraude con el que estas acontecieron ya que estuvieron sumidas por múltiples irregularidades: desaparición de papeletas, raspaduras en los sobres, falsificación documentaria que hizo que el Frente Popular venciera en lugares donde realmente había ganado la derecha y demás tropelías que auspiciaron al poder a la confederación izquierdista de manera muy poco limpia. Una vez en el gobierno, los socialistas proponían una revolución que desencadenó en una fuerte situación de violencia; se acometieron diferentes transgresiones al Estado de Derecho, incautaciones ilegales de propiedades, censura de la educación católica, detenciones arbitrarias de miembros de partidos derechistas y demás calamidades que fueron el caldo de cultivo perfecto de un ambiente supuestamente revolucionario, pero realmente de grandísima discordia, incertidumbre, desequilibrio y patente descontento social.
Resalta el escritor chileno Luis Sepúlveda “la importancia de conocer el pasado para comprender el presente e imaginar el futuro” Por tanto, tras este breve análisis histórico, podemos hablar de la coalición izquierdista de nuestros días que ha acuñado -a mi juicio, de manera errónea- el término “Bloque progresista”. Esta liga de la izquierda política, está compuesta por el PSOE sanchista que reniega de los históricos valores socialdemócratas y está instalado en la radicalidad, el partido Sumar que engloba a su vez una veintena de organizaciones políticas y está encabezado por la Sra. Y. Díaz de ideología abiertamente comunista, el partido separatista ERC en representación del republicanismo de izquierdas y separatismo catalán, además de responsable de un golpe de estado en el año 2017 en Cataluña, en cuarto lugar, EH Bildhu,
herederos políticos directos de la banda terrorista ETA y sorprendentemente también dos formaciones situadas en el espectro político del centro derecha pero hoy adheridas a este bloque de “progreso”; Junts, representando el secesionismo catalán y con su líder prófugo de la justicia y el PNV, en representación del nacionalismo vasco. No es escéptico afirmar que las distintas fuerzas integrantes de este bloque, están alejadas de lo que conocemos como progreso y prosperidad. ¿Progresará España gracias a aquellos que desean quebrantar nuestra nación? ¿Progresará España con aquellos que han colocado durante varios años a una exministra socialista al mando de la FGE? ¿Progresará España con aquellos que no han pedido perdón a las víctimas del terrorismo de la banda ETA? ¿Progresará España con aquellos que deslegitiman y tratan de derrocar a la institución monárquica encabezada por Felipe VI? ¿Progresará España con aquellos que amenazan directamente la igualdad entre los españoles? ¿Progresará España con aquellos que incumplen o conminan nuestra Constitución? ¿Progresará España con aquellos que pactan con los delincuentes su propia condena? ¿Progresará España con aquellos que no respetan el 25% de español en Cataluña? Podríamos plantear múltiples preguntas más, pero en forma de conclusión, podemos ver como este -bajo mi opinión- mal llamado bloque progresista recoge a fuerzas políticas que no solo impiden el progreso de nuestra nación sino que desean el mal a España en todas sus esferas, todo ello, mediante un proceso de debilitación de todas y cada una de nuestras instituciones y con una gran desdicha hacia nuestra Transición democrática y los valores que esta encarna.
Vivimos tiempos complicados y muy delicados en nuestro panorama político. Por tanto, deseo encarecidamente que todos los partidos políticos de nuestra nación se enmarquen en el máximo respeto a nuestras instituciones, la conservación de nuestro sistema democrático, la lealtad a la separación de poderes garante de nuestro Estado de derecho, la defensa de nuestra unidad y la consideración a nuestra Carta Magna. En absoluto considero que el respeto a todos estos relevantes elementos de concordia esté relacionado con la ideología política de las diferentes formaciones, ya que desde el máximo respeto a las diferentes ideas políticas, se puede realizar una férrea defensa de estos importantes temas que unen a todos los españoles al margen de sus principios políticos.