De poder a poder

El torero Manuel Escribano, en la plaza de toros de La Maestranza de Sevilla.
El torero Manuel Escribano, en la plaza de toros de La Maestranza de Sevilla (Foto: Francisco J. Olmo / Europa Press).

En los tiempos en los que el fanatismo y el odio embisten contra el arte de los toros, los aficionados tiramos de casta y, en voz de Miguel Hernández, como el toro nos crecemos en el castigo.

Ayer fue nuestro día, 16 de mayo, Internacional de la Tauromaquia y no vamos a humillar ante los pegapases que citan con discursos irrelevantes cargados de discordia y sectarismo, revestidos de misericordia animal.

La cultura del toro es idiosincrasia de la cultura mediterránea, desde el dios egipcio Apis o el minotauro de Creta a los toros de Guisando y a las muletas de Castella, Manzanares y Rufo que reunieron ayer tarde, colgando el cartel de “no hay billetes”, en la plaza de Las Ventas a cerca de 24.000 espectadores.

¿Qué tendrá esa danza del hombre con la bestia de poder a poder? Éxtasis que ilumina y entre aplausos difumina la pureza y la verdad, equilibrio singular de la muerte con la vida. Como escribiera Cervantes “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace”.

 

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