EN PAUSE CON IGNACIO FERNÁNDEZ TOXO, secretario general de CCOO

“Las convulsiones sociales más fuertes se producen cuando los beneficios del cambio económico no llegan a la gente. Y estamos en un periodo de esos”

Ignacio Fernández Toxo es secretario general CCOO desde 2008. En 2017 termina su mandato y aún no ha decidido si optará a la reelección. Desde 2011 preside la Confederación Europea de Sindicatos.

Hasta junio de 2017 Toxo lidera CCOO. Ahora medita si opta a la reelección o pasa el testigo.

Tras el adiós de Cándido Méndez, es el líder sindical más veterano en un país con muchos lunes al sol. Rojo por dentro. Gallego por fuera. No tiene pinta de barricada y, sin embargo, lleva más de 45 años al borde de la pancarta. Un electricista en el momento del apagón de los sindicatos entre la opinión pública. Enemigo a hierro de los economistas de la eficiencia por encima del fin de mes ajeno. Compañero del metal. Del Partido Comunista de toda su vida. De Izquierda Unida en las formas, aunque sintoniza en el fondo con Pablo Iglesias. Confía en Albert Rivera y despotrica de Mariano Rajoy. El ateo que pide “alma” a los que llevan las cuentas podría ser el último bigote, antes de que una mujer pase al frente de CCOO, la central sindical más votada, a pesar de la crisis del sector.

Ignacio Fernández Toxo viene del Ritz.

Acaba de presentar a Cándido Méndez en el salón de la fama urbana de la Nueva Economía, antes de que su homólogo pique billete tras 22 años como secretario general de UGT. Que se dice pronto.

Estamos en su despacho de secretario general en la sede central de CCOO. Calle Fernández de la Hoz, sin martillo. Madrid. Aquí, en este escenario sencillo con la estética funcional de un sindicato, con los mismos detalles decorativos que el escaparate de una ortopedia, nos sentamos de lado en un sofá negro de escay. Al fondo: las persianas, la calle, el cielo. En la esquina más remota de la sala, a la izquierda, cuelga el icono de moda: una lámina de El abrazo, de Juan Genovés, en formato tienda del Reina Sofía. Es la estampa que ahora saluda al mundo desde las puertas del Congreso. De los diputados. Aunque sus señorías sigan sin pillar la metáfora.

Una maqueta de barco es todo lo gallego que salpica en este escritorio oficial y discreto. Al menos a simple vista, el mar está lejos. Toxo dejó las olas azules para meterse en el remolino social y gris hace ya unos años. Después de dos mandatos casi enteros al frente de CCOO, habla con calma, pero cada palabra tiene su mina. Él no está en funciones.

Parece tímido, pero es de El Ferrol.

Vídeo del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero

 

Abordamos buque en son de paz.

¿Cómo ve usted el patio después de la sesión de investidura?

Veo que vamos de cabeza a la repetición de las elecciones… Volver a las urnas supone meter al país en una situación de parálisis por un periodo demasiado prolongado para cómo están las cosas en España, con sus problemas sociales, económicos, laborales, etc. Además, genera una incertidumbre importante a nivel internacional y en Europa. En estos momentos, en los que no acaba de despegar la economía, se necesitaría un Gobierno sólido con capacidad de acción…

¿Y usted ve en las nuevas elecciones la posibilidad de un cambio en el escenario político, o prevé que nos quedaremos más o menos en las mismas?

Hay factores en el ambiente que pueden determinar algún cambio. Es posible que crezca el hartazgo y la decepción en la ciudadanía por no haber conseguido un acuerdo, y se produzca una abstención alta. Esto no es bueno, porque el nuevo Gobierno requiere un amplio respaldo de la calle. El aumento de la abstención sería un indicador de malestar creciente con los partidos, que no han sabido gestionar el mandato que recibieron tras las elecciones del 20 de diciembre.

Además, los casos de corrupción también serán influyentes en una posible nueva cita electoral. Muchos están ya en los tribunales, o a las puertas de los mismos. Para el partido que todavía gobierna en funciones esos episodios pueden tener consecuencias importantes.

Aun así, no creo que ni una cosa ni la otra trastoquen tanto el panorama político electoral como para que, de aquí a unas próximas elecciones, se adivine la posibilidad de conformar fácilmente un Gobierno.

¿Las urnas dijeron el 20D "centroizquierda" y pueden decir en junio "izquierda"?

¡O derecha! El desgaste del PP es evidente, por la corrupción, y también porque, por primera vez en la historia de nuestra democracia, el candidato más votado en las elecciones le dice al Jefe del Estado que no acepta su propuesta de investidura… Habrá que ver cómo lee ese acontecimiento el electorado… Al mismo tiempo, al PP le ha surgido un competidor en el centroderecha: un partido de corte liberal con una proyección más moderna y menos contaminada, que puede crecer de forma seria.

El 20 de diciembre hubo un mandato de cambio y un posicionamiento mayoritario de los votantes en el centroizquierda. Y esto es lo que se debería interpretar adecuadamente por parte de los partidos que se sitúan en ese espectro.

Usted, que iba discretamente a la sesión de investidura, y al final ha salido en todas las fotos por culpa de Amparo Rubiales… ¿La prensa tradicional les tiene ganas a los sindicatos?

Algo de esto hay… Muchos no se paran ni siquiera a preguntar qué hacíamos viendo el teléfono, porque, quizás, la explicación más cierta mate el titular…

Incluso la foto de portada…

Sí, y creo que había fotos más importantes para ilustrar una portada nacional ese día… En cualquier caso, nos toca convivir con la sociedad del titular, pero sería deseable que hubiese, también en los medios de comunicación, un poquito más de rigor.

¿Toxo es rojo, verde o morado?

Yo me considero de izquierdas, y tengo una trayectoria que se sitúa, desde los 15 años, en ese registro, primero luchando por las libertades en este país, y después intentando ayudar a consolidar una democracia avanzada en España desde los puestos que, modestamente, me han ido tocando.

Si nos vamos a los colores, yo soy de la parte roja del espectro político.

¿Y Comisiones Obreras?

Comisiones Obreras es un sindicato muy plural, en el que caben todo tipo de trabajadores y trabajadoras asalariados, y autónomos que no tengan trabajadores a su cargo. Se define en el campo de la izquierda, pero creo que es compatible con muchas de las opciones, como la vida misma de la sociedad española.

¿Qué debe ser un sindicato en el siglo XXI?

Los sindicatos deben ser instituciones reivindicativas que sirvan para garantizar los derechos colectivos e individuales, no sólo del mundo del trabajo. Tienen que ser órganos no corporativos, que disputen la riqueza donde se genera: el lugar de trabajo; pero que trate de consolidarla con una distribución adecuada en la sociedad. El sindicato del presente y del futuro ha de adaptar su actuación a los cambios que se han producido en la clase obrera y en la sociedad española, sabiendo que muchas de las cosas que suceden en nuestro país se deciden en ámbitos como el Foro de Davos y otros organismos internacionales, por lo que debe trabajar codo con codo con el sindicalismo mundial, y con el europeo en particular.

El sindicalismo del siglo XXI no puede perder de vista la feminización del trabajo y las desigualdades que esa realidad lleva aparejada, y debe tener en cuenta la situación de quienes están lejos de un empleo digno, especialmente la gente más joven.

Regeneración es una palabra clave en estos años de cambio. Instituciones, política, medios de comunicación… ¿En los sindicatos ese término está en el ambiente?

El sindicato está en cambio permanente. La crisis ha sido un socollazo de tal magnitud para la sociedad española que ha removido al conjunto de las instituciones. Quien no se adapte, desaparecerá. CCOO viene abordando un proceso de transformación interna, y de sus propuestas y alternativas, que se adecuan a estos cambios.

En el mundo del trabajo hay una característica que define la coyuntura actual: el nomadismo, o el precariado, como le llaman otros. Estamos ante una población laboral que rota de un empleo a otro, que no consigue un trabajo estable, y cada vez hay más personas, jóvenes y menos jóvenes, que se encuentran en esa situación. Si el sindicato no adapta su estructura y sus políticas a esa realidad, dejará de ser un instrumento útil, y por eso estamos empecinados en ir evolucionando al ritmo de la sociedad.

¿Y es fácil regenerar una gran estructura federal? 

Si el sindicato hubiera degenerado, sería muy difícil; pero como ha ido evolucionando a la par que iba cambiando la sociedad española y el mundo del trabajo, es relativamente más sencillo adaptarse. No podemos perder de vista que el sindicato representa los intereses de una parte de la sociedad, que conviene hacerlos compatibles con el interés general, pero tiene posición de parte, y por eso no resulta simpático a determinados actores políticos y económicos en el país.

¿Han salido desde CCOO gente para las filas de Podemos?

Hay gente que está aquí y también en las filas de Podemos. CCOO no sólo representa la pluralidad de la clase obrera española, sino también de sus expresiones políticas, aunque tenemos a gala la independencia y actuamos con autonomía. Hace mucho tiempo –si alguna vez sucedió- que nadie nos marca la agenda. Aquí la gente tiene libertad de actuación, de afiliación, de ideas, como no podía ser de otra manera…

Sé que hay mucha gente vinculada al PSOE, a Izquierda Unida y, en este último tiempo, a Podemos. Y seguramente los hay vinculados también a otras formaciones políticas.

En principio, usted termina su mandato en febrero de 2017. El congreso se ha retrasado hasta junio de ese mismo año…

Bueno, todavía no está convocado. Lo haremos a las puertas del verano.

¿Cree que ha llegado el momento de situar a la primera mujer al frente del primer sindicato de España, o esto es una cuestión accidental no prioritaria?

Es una de las asignaturas pendientes del sindicalismo español. En las empresas del Ibex 35, después de mucha resistencia, sólo hay un 20 por ciento de mujeres en los consejos de administración, y en algunos, ninguna. Afortunadamente, en CCOO ha habido un proceso de cambio en esa línea. Tenemos establecida la paridad en los órganos de dirección del sindicato. Como mínimo, el sexo menos representando en las juntas debe alcanzar un 40 por ciento de los puestos. Ahora falta el salto en las organizaciones federales y en las territoriales. Algún día, no sé si en el próximo congreso, llegará una mujer al frente de CCOO, no tenga dudas.

¿Usted dejará el sindicato o se presentará a un tercer mandato? ¿Por dónde irá su futuro, ahora que cumple los 65 años?

Cumplo los 65 en 2017. El tema del relevo no lo hemos abierto, ni personal, ni institucionalmente. Hemos decidido que la discusión sobre posibles candidaturas las abordaremos cuando hayamos avanzado en el proyecto político sindical. En todo caso, se planteará después de que se convoque formalmente el próximo congreso.

¿Pero se siente usted animado desde dentro a pasar el relevo? ¿Hay corrientes internas de presión en esa línea?

En CCOO siempre ha habido mucha pluralidad, pero creo que está travesando uno de los periodos de mayor estabilidad de su historia, que yo recuerde, y he vivido casi todos…

¿A qué le suena el discurso de Pablo Iglesias?

Si lo desprendemos de las formas, que son mejorables, al menos durante la sesión de investidura, en el contenido programático de su discurso coincido bastante. Veo muchas coincidencias entre sus mensajes y lo que CCOO ha venido demandando a los partidos políticos.  Dicho esto, y sobre su intervención en el Congreso, es importante que sepa que cuando uno quiere pactar con otro debe cuidar un poco las formas…

¿En España hay castas?

Cada uno puede llamarlo como quiera. Yo creo que hay unas élites, sobre todo en el plano económico, que tienen un proyecto de país con sus intérpretes políticos. Convendría que España avanzara en otra dirección distinta a la que han marcado las élites, particularmente, las financieras.

Cuándo hablan del Ibex 35 como los más malos de la película, ¿qué caras y qué nombres propios se le vienen a la cabeza?

No es cuestión de situar nombres. Es una forma de entender la gestión económica, la organización de la sociedad, y lo que esto representa en relación a las bases y fundamentos del estado del bienestar, que es capital para una distribución solidaria de la riqueza más equitativa de la que observamos en estos momentos, para luchar contra la pobreza, que ha crecido de manera importante después de la crisis, tanto la laboral como la social. El Ibex 35 representa un modelo de país desigual, donde hay millones de personas que malviven con escasísimos recursos, y donde hay élites muy privilegiadas que, hasta desde el punto de vista estético, mueven al rechazo. Ese proyecto no lo comparto. Este país necesita transitar, desde la crisis y la gestión que se ha hecho, a un modelo que apueste por un reparto solidario de la riqueza que se genera.

¿Quién es Fátima Báñez para la historia del trabajo digno en España?

Fátima Báñez es ministra en funciones de un Gobierno que ha apostado por el modelo de sociedad que tiene el Ibex 35, que ha preferido desmantelar una tradición de relaciones laborales para migrar a otro que opta por la individualización debilitando la posición de los trabajadores. No hablo de ella como persona, sino como expresión de un proyecto político.

¿Rajoy ha hecho algo bien?

Puede sonar duro o muy subjetivo, pero creo que, cuando se haga el balance de esta legislatura, costará, si se logra, encontrar algo positivo de estos cuatro años de acción de Gobierno, en el terreno económico, en la organización de la sociedad, en el ámbito de las libertades, o en la calidad de la democracia española, seriamente erosionada con la Ley Mordaza… Se mire por donde se mire, estos cuatro años han conformado un periodo negro.

¿Le da confianza Albert Rivera?

Es distinto. No comparto su modelo económico, y tampoco gran parte de su propuesta laboral, pero Ciudadanos es un partido que conecta con la tradición liberal europea, que no se acomoda a mi forma de entender la sociedad, pero es un partido democrático y como tal debería integrarse en las dinámicas de nuestro país, ahora y en el futuro.

¿Usted es también de los que pondría todos los medios para evitar que Luis Garicano sea el que lleve las riendas económicas de este país?

Yo tampoco creo que sea la persona más adecuada, por su forma de entender la economía y la organización de la sociedad. Como tampoco creo que Luis de Guindos sea el más idóneo para conducir lo que necesita el país en el terreno económico.

¿Qué economistas se salvan en el cielo de Toxo?

En España hay muchos economistas que defienden un modelo de sociedad que puede ser compartido por una organización sindical. El foro Economistas Frente a la Crisis es variopinto. Allí hay gente desde Podemos hasta el PSOE, independientes muy capaces… España tiene banquillo en este terreno. Lo que se necesita es voluntad de cambiar la forma de entender la economía y, a través de la economía, la sociedad. Nos hace falta gente que entienda de manera efectiva que el factor determinante para organizar una sociedad tiene que ser el trabajo, que fue lo que derivó en la configuración de los estados del bienestar y los modelos sociales europeos. Necesitamos gente que demuestre con acciones que la crisis no puede ser la coartada para derivar Europa hacia modelos que le son extraños. De la crisis no salimos por la puerta de China. De la crisis deberíamos salir consolidando la esencia europea, que es democracia asentada en el reparto justo de las riquezas.

¿Pero tiene usted algún economista de cabecera?

El gabinete económico de CCOO conforma un magnífico equipo. Es posible que sus miembros sean individualmente menos conocidos, pero son, en mi opinión, bastante más solventes.

¿Y quién es su modelo de empresario/a?

Aquí hay empresarios buenos, malos y regulares. Hay gente que ha sabido hacer compatible el progreso de su empresa con los derechos y los intereses de sus trabajadores. No voy a decir nombres, porque al que señale, seguro, le van a empezar a mirar mal…

¿Usted es feliz habiendo sido sindicalista, o hubiera preferido otra carrera profesional?

Profesionalmente soy electricista y, accidentalmente, sindicalista. Pero llevo tanto tiempo en el sindicalismo que parece mi profesión… No me arrepiento de haber llegado al sindicalismo cuando los sindicatos estaban prohibidos, haber desarrollado gran parte de mi actividad en la empresa, y haber podido trasladar al ámbito del sindicato, ahora desde la secretaría general, lo que aprendí con los trabajadores en mi centro de trabajo.

Señor electricista, ¿quién tuvo más luces: Felipe, Aznar, Zapatero o Rajoy?

Felipe vivió una etapa de profundas transformaciones en nuestro país. Tuve –no personalmente- un desencuentro con él por la forma en que se produjo la adaptación de España para la entrada en la Unión Europea, entre 1982 y 1986, en pleno escenario de la regeneración industrial. Creo que las cosas se podrían haber hecho de otra manera. Pasado el tiempo, y visto en la distancia, reconozco el mérito que ha tenido Felipe González para la modernización de nuestro país.

El periodo de Aznar ha sido como un mal sueño. Fue el tiempo del Prestige, de la guerra, de la manipulación hasta el último día… España se merecía otra cosa…

¿Y Zapatero?

Seguramente pasará a la historia como el hombre que no supo gestionar una crisis que se hacía evidente. Creo que eso es un tanto injusto, aunque es verdad que tardó mucho tiempo en reaccionar y, cuando se quiso dar cuenta, la crisis ya tenía una dimensión que se le fue de las manos.

En su primera legislatura sobre todo, propició un avance importante en el cuadro de libertades y de derechos. Por ejemplo, las leyes de igualdad entre mujeres y hombres, paralizadas ahora, o temas sensibles en este ámbito. Como no tenía mayorías absolutas, estaba obligado a  proyectar un talante dialogante. Apostó en un primer momento por el diálogo con las organizaciones de los trabajadores, aunque después tuvimos desencuentros manifiestos.   

Y Rajoy pasará a la historia por el incumplimiento absoluto y radical de su programa, que tampoco era gran cosa, y que consiguió empeorar con su acción de gobierno.

¿Cómo ve el apagón de diputados nacionales de Izquierda Unida tras las últimas elecciones?

Mal, porque creo que Izquierda Unida era una fuerza que había mostrado la disposición de combatir las políticas que se manifestaban tan lesivas para el mundo del trabajo, y toda la sociedad española por extensión. Ha terminado siendo el gran damnificado del cambio político que se ha producido en nuestro país. No sé qué porcentaje de culpa tiene que ver con sus méritos propios y cuál con una situación de injusticia provocada por una ley electoral no proporcional: a Izquierda Unida un diputado le cuesta 450.000 votos, y al PP, menos de 60.000. Eso indica que algo no va bien…

¿Cómo prefiere que sea IU a partir de ahora?

Lo que quiero es que acierten. Que dejen de proyectar esa imagen constante de división interna, que ha sido muy perjudicial. Sería deseable que den la impresión de ser una fuerza útil para el cambio que el país necesita.

¿Llamazares, Cayo Lara o Alberto Garzón?

No. Yo soy de CCOO…

¿El PSOE de Pedro Sánchez es “obrero”?

En sus siglas, sí…

¿Y ya?

En las siglas, sí…

¿Las tarjetas opacas de Caja Madrid han hecho mella en esta casa?

Han hecho mucho daño a nuestra reputación, y por eso hemos tomado medidas nada más conocer su existencia.

¿Cuál sería el elogio sindical que merece Cándido Méndez en su adiós?

Cándido Méndez deja un legado importante de tolerancia, de diálogo y de entendimiento de los problemas del mundo del trabajo. Ha tenido que lidiar con momentos muy difíciles. Llegó en un contexto muy duro para UGT, y se va en mitad de un escenario muy complicado en el entorno laboral en España, porque la gestión neoliberal de la crisis económica ha tratado de situar al sindicalismo poco menos que extramuros de la democracia y la organización social. Ha sufrido un acoso personal absolutamente inmerecido.

Hay gente que cree que Toxo y Méndez son uno, como Ortega y Gasset…

Ya me gustaría a mí llegar a la altura de Ortega y Gasset…

En cualquier caso, ¿nunca se ha planteado, ni siquiera como hipótesis, la fusión entre CCOO y UGT?

No. Hemos hablado mucho de unidad de acción sindical, pero los dos somos conscientes de que la fusión no cabe en la agenda. España es un país plural, y, aunque decidiéramos fusionar CCOO y UGT, seguiría existiendo esa variedad.

En el Ministerio de Empleo hay 2.000 entidades sindicales registradas, aunque la totalidad de ellas estén a mucha distancia electoral de CCOO y UGT.

Hay un campo para el trabajo en común, pero este país ha querido que su sindicalismo sea plural, como sucede en otros países de Europa.

¿Los sindicatos profesionales conquistan el terreno de las centrales de clase?

Si nos atenemos a los resultados de las últimas elecciones sindicales, no. Los sindicatos profesionales están consolidados, desde hace tiempo, en determinados sectores de la economía y de la sociedad. Pero aun así, CCOO es el primer sindicato, por ejemplo, en la sanidad y en la educación. Suele ser el primero allá donde compite con los sindicatos profesionales. Los trabajadores de este país entienden que no es posible defender sus condiciones sólo intramuros del centro de trabajo.

España: 20% de desempleo. Alemania: 5%. ¿Y no le convence Merkel?

No. No me convence Merkel, entre otras cosas, porque esas cifras no son un logro suyo, sino que ha sido cosechado por la sociedad alemana a lo largo de muchos años. Por ejemplo, en los años 70 se desarrolló una ley de participación sindical en la empresa con la constitución de los comités de vigilancia. Antes, en los 60, se pusieron en marcha fórmulas como la del modelo dual de formación-empleo y, mientras en España teníamos a los jóvenes en paro sin ningún tipo de esperanza, allí tenían hasta 1.500.000 vinculados a las empresas con un contrato para la formación… Ese es el milagro alemán: un tipo de empresa que apuesta por sus trabajadores. Ese logro es independiente de su fórmula de gobierno, porque está muy asentado en la sociedad alemana.

No todo es oro. En Alemania también hay mucho oropel. Siguen proliferando también allí los minijobs, que dan para salarios de 415 euros, creando un subempleo, que genera una subclase social que malvive, pero sobrevive a base del impulso de las políticas sociales. Aquí tenemos minijobs, pero no tenemos políticas sociales que permitan a la gente sobrevivir.

Los últimos datos del paro no son buenos. Seguimos dependiendo de la coyuntura. ¿Hasta cuándo?

Hasta que se cambie el rumbo de las políticas en nuestro país… Como lo decimos los sindicatos desde hace muchos años, esto se da por descontado que está contaminado… Venimos alertando desde hace tiempo, cuando algunos ya cantaban victoria sobre el final de la crisis y vaticinaban un país de las maravillas, de que estábamos consolidando otra vez una economía con pies de barro, de empleo tan precario que no da para que las empresas pongan en el mercado productos de calidad, ni en el terreno de los servicios, ni en el de la industria, ni en ningún campo…

Se trata de un modelo de relaciones laborales que genera unas condiciones tan precarias de vida de la gente que no puede esperarse que, a su vez, propicie un modelo económico de alto standing… España tiene un riesgo alto de cronificación del desempleo. Lo del paro no son cifras, son varios millones de personas que están amenazadas de no poder reincorporarse al mundo activo del trabajo con un empleo en condiciones, y unos cuantos millones de jóvenes que vienen por detrás cuya única expectativa es, o un empleo precario, o buscarse la vida fuera del país.

Se fue el ladrillo y la innovación no despunta. ¿Cómo se crece siendo una potencia eminentemente turística?

Malamente… Sobre todo en una situación en la que lo único que se vislumbra es que, a lo mejor, en 2021 llegamos al 15-16 por ciento de desempleo… España necesita una transformación de su empresa. España necesita, por ejemplo, hacerle caso a la Carta por la Ciencia, ese elenco de los mejores científicos y científicas de nuestro país que denuncian desde 2013 que urge dar un impulso a la investigación, a la innovación, al desarrollo tecnológico… El cambio de modelo económico no se produce de un día para otro. Ni en seis meses. Ni en un año. Tardará tiempo, pero en algún momento hay que iniciarlo.

El mundo desarrollado, incluido España, debe saber que el cambio tecnológico traerá consigo destrucción de empleo, y que, o se reactivan las políticas de servicios a las personas, la sanidad pública, la educación, la atención a las personas dependientes, o nunca más vamos a encontrarnos en una situación de pleno empleo.

Contra quienes piensan que hay que reducir el gasto social o el gasto público en general, y dejar todo a la iniciativa privada, creo que recomponer la estructura de ingresos del Estado es fundamental para salir de la crisis, en términos de empleo, de otra forma distinta a lo que estamos viviendo.

Le he leído que “en España lo que necesitamos es recuperar las humanidades”. ¿A qué se refiere?

A sacar el mundo de manos de los economistas y ponerle un poco de alma, aunque suene un poco extraño que lo diga un ateo… Hay que recuperar la manera de entender las relaciones sociales para que sean distintas al mundo que están construyendo los neoliberales.

¿Cómo es el Toxo humanista?

Tengo poca costumbre de mirarme al espejo… Creo que soy una persona de buen talante, paciente –paciencia tengo bastante- y amigo de mis amigos.

¿El banquero es malo por naturaleza para CCOO?

No… Vivimos en una sociedad que necesita bancos. A mí me gustaría que tuviéramos una banca pública potente, que gestionara con criterios de eficiencia económica pero también con alma social. El mundo de las finanzas es necesario, pero hay que ponerle bridas -controles, regulación-, para que no todo sea repartir beneficios entre los accionistas o bonus entre los directivos, sino que se piense también en el desarrollo integral de las sociedades.

España y las relaciones laborales low cost. Se habla de una generación perdida y de una generación ni-ni. Dos generaciones laboralmente deficientes. ¿Qué culpa tienen los sindicatos de este presente?

Nosotros estamos dispuestos a asumir la parte de culpa que se nos quiera adjudicar. Si algo hemos intentando hacer –no digo que lo hayamos logrado- es trabajar en beneficio del conjunto de la sociedad. Si observa las iniciativas que CCOO ha ido tomando desde que surgió esta crisis, por ejemplo, encontrará una batería bastante completa de medidas –no digo que las mejores, pero sí completa- con propuestas y alternativas que, contra lo que algunos señalan de que sólo pensamos en la parte más establecida de los trabajadores y trabajadoras, iban destinadas, justamente, a todos los segmentos de la clase obrera, y a quienes aspiran a serlo, en peores circunstancias.

¿Cree que CCOO ha sido más política de la cuenta en algunos momentos de su historia?

No lo sé… CCOO, ya desde los tiempos de Marcelino Camacho, ha intentado representar lo más fiel, honrada y eficazmente posible los intereses del mundo del trabajo, siempre con la impronta de intentar ponerlos en conexión con los intereses de la mayoría de la sociedad. Que eso se haya confundido en algunos momentos con apuestas partidarias, es posible… ¡Es que el sindicalismo y la política se tocan! Son elementos, a veces, necesariamente complementarios. Y el sindicalismo también es política. ¡Todo en la vida es política! Nosotros no somos un ente apolítico. Somos un instrumento que crea el mundo del trabajo, pero que cree en un modelo de sociedad.

¿Qué significan para usted los ERE de Andalucía?

Que alguien haya utilizado ese momento tan duro en la vida de las empresas y de los trabajadores para el propio beneficio personal, con una trama delictiva de fondo, ha llevado a que se generalizara una imagen del sindicato poco menos que de conseguidor… Y eso está muy lejos de la realidad… El larguísimo periodo que pasa desde que se inicia la instrucción judicial hasta el momento, que todavía tardará en llegar, en que se sustancien las decisiones judiciales es tan amplio que deteriora la imagen de quienes han intervenido en la gestión de una pieza fundamental en las relaciones de trabajo.

¿Cómo es Toxo en las tareas del hogar?

Procuro estar lo más presente posible.

¿Cocina?

Sí. Y me gusta, además.

¿Bricolaje?

Vengo del trabajo manual. No es que sea un apasionado del bricolaje, pero sé hacer algunas cosas…

En su biografía hay un 10-M. Fue hace 44 años. ¿En estos 44 años podemos decir que España es otra cosa, en clave positiva?

Sí, desde luego. Ahora todo está tamizado por la visión que nos deja la gestión de la crisis económica. Pero aquel 10 de marzo de 1972 yo estaba en una manifestación que fue ametrallada por la policía armada, y a los pocos días entré en la cárcel de La Coruña… En fin… Entonces España era un país que daba pena. El nivel de miseria, de pobreza, también moral, en la que estaba sumido el país tras treinta y tantos años de dictadura franquista, ha sido superado. Todo se puede perfeccionar, pero este país ha dado un salto cualitativo muy muy importante.

¿La cárcel se olvida?

No me ha quitado el sueño. Además, nunca he querido considerarme un ex preso. Hay páginas que a uno le han tocado vivir que conviene dejarlas atrás. Aquello también sirvió. Aunque ellos pensaban que la cárcel era un castigo ejemplarizante para evitar que siguiéramos reclamando derechos, libertades y mejoras de las condiciones de vida, en parte la convirtieron en una escuela…

¿En su casa se respiraba ese ambiente de lucha obrera, o eso llegó después?

Mi padre había pasado por los campos de concentración. Le tocó en el bando republicano durante la Guerra Civil. Había tenido una vida sindical no muy activa en las centrales de la época, pero el miedo y la necesidad, porque había que trabajar hasta 12 y 14 horas para llevar un mínimo sustento a casa, hizo que en mi entorno no se hablase casi nada de cuestiones sociales y sindicales. Conocí que mi padre había estado afiliado a un sindicato en la república bien pasados los años.

A nosotros nos tenían predestinados. Nacías en una familia obrera de un trabajador del astillero, y sabías que tu futuro estaba inevitablemente vinculado a la escuela obrera, y después a la escuela de aprendices, y a la fábrica. Ese fue el ambiente que a mí me llevó al sindicalismo y a la política.

¿Su madre nunca le dijo “no te metas en estos líos”?

Desgraciadamente, tuvo poco tiempo para hacerlo… Mis padres se enteraron de mis actividades la primera vez que la policía política de Franco llegó a mi casa a las cinco de la mañana para buscarme. La siguiente vez ya me vieron a través de las rejas de la cárcel de La Coruña.

¿Cuáles son sus tres recetas para que cualquiera entienda qué es un empleo de calidad, por si hay alguno que se hace el sordo?

Que permita vivir en condiciones, conciliar empleo y vida personal y familiar, y que se desarrolle en unas condiciones adecuadas y dignas dentro de la empresa.

¿Qué atributos hacen falta para pelearse con empresas como Coca-Cola, Abengoa, Seat…?

La pelea de uno sólo no sirve para nada. La lucha sindical, o es colectiva, o no es eficaz. El atributo fundamental es contar con la gente.

1.962.119 personas están en paro sin prestación económica. ¿Hay razones para la esperanza en esos hogares?

Hay razones para la lucha, para organizarse, para decirle a la sociedad española que esa situación tan tremendamente injusta no es permisible en democracia. Por eso hemos puesto en marcha una Iniciativa Legislativa Popular para canalizar esa demanda de cobertura y ponerla en el centro del Parlamento. Y si el Parlamento es insensible, pues tendremos que movilizar a la gente. Hay que tener en cuenta que detrás de ese millón novecientos mil hay casi seis millones de personas que dependen de esos cabezas de familia, hombres y mujeres que no tienen ingresos laborales, ni pensión, ni salario, ni prestación por desempleo…

¿Las amas o los amos de casa se merecen un sueldo?

No sé cómo se articularía, pero que el trabajo en el hogar es tan duro y tan merecedor de ser retribuido como el trabajo en el ámbito laboral es evidente.

Tengo entendido que CCOO nace entre gente de Acción Católica. ¿Queda algo de eso en estas cuatro paredes, o los rojos son ateos por sistema?

Acción Católica fue uno de los orígenes, pero no el único. CCOO, que nació de manera espontánea entre grupos de trabajadores que decidieron organizarse, tuvo en su raíz a la Juventud Obrera Católica, a la Hermandad Obrera Católica, pero también al socialismo más bien comunista… Esos orígenes siguen presentes dentro del sindicato. Algunos de los que provenían de esa corriente católica han tenido una vida muy activa dentro de esta organización. Hoy ese componente católico es menos visible, porque en CCOO la gente ya no se agrupa por banderías, pero sí, han tenido un protagonismo importante en su nacimiento, y yo aspiro a que lo sigan teniendo en el futuro.

¿El Papa Francisco merecería un reconocimiento como sindicalista?

No lo creo.

¿Qué piensa Toxo de las grandes escuelas de negocio de España por las que parece que hay que pasar para ser alguien en el mundo empresarial?

En ese proceso de mercantilización de toda la vida económica, social y hasta política del país, las escuelas de negocio han ocupado un espacio muy relevante. Por eso decía que las humanidades tienen que volver a tomar el testigo e informar la organización de la sociedad. Se forman élites, a veces, muy alejadas de las preocupaciones de la gente.

¿Los sindicatos tienen plantillas sobredimensionadas?

Nosotros nos hemos visto obligados a hacer un ajuste muy importante dentro de la organización. Los recursos han menguado sensiblemente en este periodo de crisis. No creo que haya sobredimensión de plantillas en este momento. Además, hemos llevado a cabo un ajuste muy serio de las estructuras sindicales para ser más eficaces. Ahora debemos conectar más a esa gran cantidad de trabajadores que no tienen un centro productivo o de servicios de referencia por culpa del nomadismo del empleo. Tenemos que ir ajustándonos, buscando la manera de rentabilizar mucho más el uso de los recursos que la gente pone a disposición de la organización.

¿En España hay paz social, miedo o desidia?

En España lo que hay es una crisis brutal, que todavía se manifiesta con mucha claridad en sus efectos y que ha llevado al movimiento sindical, a nivel general y en el ámbito empresarial, a una lucha más resistencial y menos visible. No son los momentos de crisis el caldo más propicio para las grandes movilizaciones obreras, ni sociales, a excepción de la explosión resistencialista del 15 de mayo de 2011.

En el momento en el que la gente percibe, y ahora estamos iniciando uno de estos periodos, que los beneficios del cambio de la economía, de las reformas macroeconómicas, no le llegan, es cuando se producen las convulsiones sociales más fuertes. Esto debería ser bien leído por los partidos políticos, para que acierten y conecten sus actuaciones con las necesidades de los españoles.

¿Qué es para usted el trabajo: un medio, un fin, un castigo…?

El trabajo es un medio para vivir, en primera instancia, pero debería ser un medio clave para la formación de la sociedad.

¿Qué pone en su pancarta para recibir al nuevo presidente del Gobierno?

La economía al servicio de la lucha contra la pobreza y la desigualdad.


REBONINADO

De estos 59 minutos de conversación amable y cercana con otro gallego en el puesto de mando, he aquí diez reflexiones sindicales:

  1. El sindicalismo es necesario en España. Esto no es una cuestión de rojos o muy rojos. Esto es una evidencia de que hay trabajadores y trabajadoras maltratados y políticos y empresarios sin moral que hay que poner en su sitio. Pero ni todos los políticos y empresarios arderán en el infierno, ni todos los trabajadores se ganan el cielo con el sudor de sus frentes.
  2. Este sindicalismo es de izquierdas, y el del futuro debería ser de todos, del interés general, de la mayoría de la población marginada o necesitada de altavoz. O tienen un rostro humano, o su pan se lo comen Cáritas por un lado, y los partidos políticos, por otro. Otra cuestión es si sólo la izquierda tiene resortes para movilizarse…
  3. Más que un pacto entre partidos, España necesita que su gente se entienda. Que las élites -que existen- sean conscientes de su responsabilidad social, y que el resto no vea al que lidera, gestiona y emprende, como un enemigo con corbata. El diálogo entre la eficiencia y la dignidad desde las bases puede ser más constructivo que un congreso político en el que siempre deciden los mismos.
  4. En España hay seis millones de personas con un futuro muy negro. Sin trabajo. Con obligaciones. Sin prestaciones. Con angustia. Aquí están los refugiados más cercanos.
  5. ¿La responsabilidad social corporativa es acción social auténtica o es postureo de antiguo alumno de escuela de negocios?
  6. Los sindicatos no pueden ser súper especialistas exclusivos en trabajo. Deben ser referentes en la defensa de todos los derechos humanos.
  7. Los sindicatos del futuro necesitan liderazgo intelectual, social y político. Eso conlleva encumbrar a líderes intelectuales, sociales y políticos. Sin líderes: la inanición, la anemia, el letargo interior, el desprestigio… Hasta ser prescindibles… ¿Méndez y Toxo son líderes de este calibre?
  8. ¿Los sindicatos españoles han sido clave en los momentos clave? ¿Les ayuda a la integridad de su misión depender tanto del Estado?
  9. Los sindicatos podrían ser un buen punto de encuentro de las dos Españas sociales. ¿Han cumplido, hasta ahora, esa tarea de construir, sensibilizar, acordar y progresar, juntos, a largo plazo?
  10. La lucha social, o empieza por la lucha interna, de cada persona, de cada institución, o será sólo una pancarta bonita en la fachada del edificio de Correos. Cada vez que en España se cuelga una pancarta bonita, muere un gato. De rabia.