¡Bienvenido, rey emérito!

En el lejano 23 de julio de 1969, don Juan Carlos aceptó ser Rey de España tras la muerte de Francisco Franco; ese día, en el Palacio de las Cortes, delante de Franco, pronunció las siguientes palabras: “Deseo servir a mi país (…) y quiero para nuestro pueblo: progreso, desarrollo, unidad, justicia, libertad y grandeza”. Y el 22 de noviembre de 1975, día en el que se le proclamó rey de España, pronunció en el Palacio de las Cortes las siguientes palabras: “El Rey quiere serlo de todos a un tiempo y de cada uno en su cultura, en su historia y en su tradición”. Pues bien, don Juan Carlos I ha cumplido con creces los compromisos que quiso adquirir con los españoles. En los peores momentos ha defendido la Constitución, la libertad y la democracia, siempre ha estado con las víctimas del terrorismo y ha sido el mejor representante de España en el extranjero defendiendo los intereses nacionales.

Don Juan Carlos se ha disculpado de los errores que ha cometido y ha reparado los daños. ¡Ya está bien de tener que escuchar a políticos de medio pelo y de comportamiento incorrecto dar lecciones de moralidad! De estos, unos solo buscan terminar con la monarquía parlamentaria para resucitar la Segunda República, que nunca fue la de todos los españoles, y otros pretender romper España, derribando la Monarquía, “símbolo de la permanencia y unidad de la patria”, como recordó don Juan Carlos I la noche del 24 de febrero de 1981.

Don Juan Carlos no debió haber abandonado España y puede regresar cuando lo desee. ¡Bienvenido, rey emérito!