Diario del estado de alarma. Día 1: La desinformación

Amanece ¡que no es poco! el primer día de la nueva situación y, trás leer que la policía ha tenido que intervenir en centenares de fiestas clandestinas, te acabas el café y, de forma automática, pasas del ejercicio mental de valorar la necesidad de control y a ser posible, mando único, a la sensación de impotencia e indignación sobre la impunidad legal ante tanto insensato, irresponsable o, simplemente macarra social que, vulgarmente se fuman un puro ante el drama sanitario económico y social que estamos viviendo y, sale lo peor de ti cuando lees que, los primeros días serán simplemente informativos... señores del gobierno, policías diversas, órganos de justicia... qué informativo ni qué cuentos, puramente punible de forma directa y déjense ya de bagatelas, disculpas y de castigar al sensato y cumplidor con las normas, como no puede ser de otra manera, y seguir informando al inconsciente que está jugando con la vida, la familia, la economía y el trabajo de los demás. 

Dejamos de lado la indignación y pasamos al estupor cuando, de buena mañana,  hablas con tus amigos, vecinos familiares y demás convivientes de esta gran ciudad que es Madrid, y preguntan:

¿Sabes si podemos irnos de fin de semana? No sé.

¿Sabes si puedo salir de mi barrio? No sé.

¿Mi zona está cerrada? No sé.

¿Sabes si puedo ir a Ikea ? No sé.

Y entonces cuando ni de la ciudad, ni del barrio y, sobre todo a Ikea no sabes qué puedes hacer, simplemente te llevan los demonios.