EN PAUSE CON JUAN FERNANDO LÓPEZ AGUILAR, eurodiputado socialista y ex ministro de Justicia

“Es imposible hacer política en serio cuando lo único que importa es la repercusión de tu última frasecita en las redes sociales”

Juan Fernando López Aguilar es eurodiputado socialista con el background de catedrático de Derecho Constitucional y ex ministro de Justicia. Es, además, ex blanco mediático, político y social tras una peripecia personal que pretendía manchar su fama...

López Aguilar habla claro, incluso sobre el PSOE. Y sonríe a un futuro sin sectarismos desde dentro del partido.

Eurodiputado beligerante. Talismán de las leyes sociales que pusieron las medallas a Zapatero. De joven fue “un caso de libro de rojo desorientado”, hasta que encontró en el PSOE la mezcla de realismo y seriedad que le ubicaron en el mapa. Ahora es un jarrón útil en busca de estantería que no quiere perderse en el almacén. No es de Pedro Sánchez, ni de ningún PSOE personalista. Crítico con los partidos despóticos por dentro. Ve a Europa en su gran crisis y a España con acné de adolescente. Pintor sin brocha gorda. Guitarrista de los 60. Canario de boleros en vena. Le tocaría Loco por incordiar a Pablo Iglesias, y I will survive al de la investidura fallida. Maduro, pero no envejecido. El estigma doméstico pasó, pero se le nota en las canas. Y, sin embargo, pide cancha, porque su presente político no ha terminado…


Ni en su casa, ni en la mía. Estamos en la casa de todos: el Congreso de los Diputados. En una cámara al ralentí con nuevas elecciones de fondo perfumada de provisionalidad, encontramos una esquina en la planta del Grupo Parlamentario Socialista para viajar con motor por la cabeza de un político interesante.

Hace casi una primavera Juan Fernando López Aguilar estuvo en las páginas de sucesos. Aunque se impusiera la sospecha de maltrato, el ex ministro de Justicia salió a flote sin ser imputado, y sin ser carne, ni siquiera, de investigación judicial, ni de diligencias “por la inconsistencia de ese testimonio”. Pero las manchas de tinta y las teles lo empalagan todo, también la fama…

Estamos en al aire con un canario que vuela entre Bruselas, Madrid, y su casa insular. Maneja los temas de la agenda, habla largo y tendido, dialoga con simpatía y se expresa con mucha propiedad. Su discurso tiene el tono casi de respuesta parlamentaria, como de “conste en acta”.

Ideológicamente socialista. Relativamente de vuelta. Cansado de tonterías en este escenario de política de trincheras, palabras gruesas, brochazos, juicios excluyentes y memes.

Discreto en Europa. Relegado en este PSOE. Comprensivo con las circunstancias. Válido. Materia gris sobre fondo rojo.

Vídeo del día

Feijóo confirma a Dolors Monserrat, que repetirá como
candidata del Partido Popular a las elecciones europeas

 

Estamos a bordo de un tsunami retórico. Si notan turbulencias, mucha paz. Esto es una reflexión a la totalidad en voz alta.

Dice usted que Europa vive ahora su hora más negra desde su fundación. ¿Es una exageración o un análisis a pie de campo?

Es una evidencia, y es mi experiencia. Aterricé en el Parlamento Europeo en el momento en que entró en vigor el Tratado de Lisboa, que es la conclusión de un ciclo constitucional que consumió los diez primeros años de este siglo XXI, proclamando sus valores fundacionales, pero haciéndolos también derechos vinculantes para una unión cada vez más estrecha entre los estados miembros: una unión no sólo de estados, sino de ciudadanos, con una Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea y constitucionalizando, por fin, que el espacio de libertad, justicia y seguridad, y, por consiguiente, la seguridad interior de la UE y el Derecho Penal contra la criminalidad transnacional son competencias legislativas del Parlamento Europeo. Eso es un salto de gigantes.

Pero este avance se produce coincidiendo con la peor crisis de su historia… Se nos dijo que era una crisis financiera en su origen, pero era mucho más profunda que eso: es una crisis de confianza mutua, de proyecto político y de identidad de la UE. Su pésimo manejo, impuesto por una correlación escorada como nunca hacia una derecha connivente con el populismo y la eurofobia, ha dado lugar a una exasperación de las desigualdades, a una disolución del fuelle europeo, y a una multiplicación de las plataformas populistas que abogan ya, directamente, por acabar con el proyecto europeo.

 No habíamos visto ningún escenario europeo peor que este. No es ninguna broma. Sin embargo, sigo siendo un europeísta beligerante. No sólo estoy descontento con este estado de cosas, que deploro, sino que estoy combatiéndolo en el día a día, desde la posición que me han brindado los españoles en el Parlamento Europeo.

 

Los ciudadanos creen que los eurodiputados y el Parlamento Europeo cuestan mucho para poco. ¿Cómo demostrar lo contrario con ejemplos concretos?

 Desde el Tratado de Lisboa, el Parlamento Europeo no es sólo el más poderoso de la historia de la UE, sino que, lo diré con claridad, es el Parlamento más poderoso de Europa. Precisamente por eso, resulta aterrador el déficit de comunicación que todavía padece el que es el único órgano legitimado por el voto de 500 millones de ciudadanos europeos.

Hablamos de la única institución directamente democrática de la UE. Además, es un Parlamento legislativo sobre los Derechos Fundamentales de los europeos, sobre el presupuesto europeo, sobre la fiscalidad europea, sobre las libertades, la seguridad, y la legislación penal contra las amenazas compartidas, sobre las fronteras exteriores de la UE, sobre la extranjería y la ciudadanía europea… Es aterrador que este Parlamento sea tan poco conocido y, sobre todo, que se observe que su trabajo se valore de forma tan distorsionada por la ausencia de un espacio público europeo, apenas articulado por medios de comunicación que, en el mejor de los casos, son nacionales, pero que en la mayor parte son regionales o locales, con una selección habitualmente negativa de noticias europeas, que abundan, cada vez más, en una imagen deformada de la UE y de su razón de ser. Esta paradoja la sufrimos, en primera persona, los parlamentarios que estamos dedicados en cuerpo y alma a representar a quienes nos han dado el escaño.

Cualquiera que tenga la doble experiencia de haber sido parlamentario nacional y europeo sabe que el lugar común que califica al Parlamento Europeo como un balneario en relación con el Congreso de los Diputados no sólo es falso, sino que la realidad es la contraria. El Parlamento Europeo, por su complejidad, por su enormidad, por la sofisticación de sus procedimientos legislativos, y por su flexibilidad y su dinamismo, mucho mayor que el que caracteriza a los parlamentos nacionales, que son muy rígidos, es un Parlamento donde el diputado individual tiene mucha más agenda, mayor protagonismo, más margen de maniobra, y más capacidad de marcar la diferencia. La agenda del parlamentario europeo revoluciona por varios enteros la de cualquier parlamentario nacional.

Por todo esto, considero muy doloroso que el Parlamento Europeo tenga tantas dificultades para explicarse bien, siendo un Parlamento, además, muy transparente. El déficit de comunicación de la institución está determinando el declive de la propia UE y el de la imagen de lo que hacemos en la UE por resolver esta crisis interminable. Esto no es culpa, con carácter general, de las instituciones europeas, sino de una correlación de fuerzas que desde hace tiempo las domina, y que es la que habría que cambiar para que las cosas mejoraran.

Desde su experiencia personal en la UE: ¿Cree que Pablo Iglesias es un político fiable?

Yo no descalifico con brocha gorda, como he visto hacer a muchos, a nadie que ostente representación de soberanía popular. Y en el Parlamento Europeo Pablo Iglesias la ha ostentado.  Ha representado legítimamente a millones de españoles que decidieron confiar en su candidatura, y eso me merece respeto. Pero exijo reciprocidad. El respeto es mutuo, o no lo es en absoluto. No consiento que se nos descalifique groseramente a quienes llevamos mucho tiempo combatiendo las injusticias, a quienes sentimos indignación ante la exasperación de las desigualdades, y a quienes representamos, hasta nueva orden, a más españoles de carne y hueso.

Con todo respeto, no sólo desconfío, sino que invito a la desconfianza ante quienes oponen a situaciones muy complejas, soluciones simplonas, normalmente equivocadas, además de inútiles, porque no nos conducen a ninguna parte. ¡Y a menudo, estúpidas, porque la simplificación de lo complejo nos lleva directamente a la estupidez! De esas soluciones he escuchado muchas en el Parlamento Europeo de un tiempo a esta parte y, tengo que denunciarlo, por parte de formaciones más o menos escoradas hacia el populismo.

¿Qué sería Europa sin Reino Unido?

Sería una ironía que en una construcción babélica de la diversidad en la que el Reino Unido es el único miembro que tiene como lengua oficial la inglesa, abandonase la UE dejándonos a todos los demás hablando inglés como lengua franca… Pero es su decisión, y va siendo hora de que se lo digamos a la cara: no es aceptable ni el chantaje, ni la Europa a la carta, ni a la medida de sus intereses…

Yo soy de los que quieren un Reino Unido dentro de la construcción europea, pero no a cualquier precio, ni bajo cualquier condición, ni muchos menos, bajo chantaje. Un gobierno conservador que lleva años exasperando la hostilidad de una opinión pública británica muy sometida al discurso antieuropeo en sus tabloides ha puesto a la UE en una situación casi imposible. O nos plegamos a su Europa a la carta o no serán más miembros de la UE.

Hace falta una Comisión Europea con coraje que le diga “piénsatelo”, que explique que el propio Reino Unido puede salir muy perjudicado de esa pérdida de anclaje y de su posición preferencial en una UE que siempre ha respetado su singularidad… Pero no podemos permitirle el derecho de pernada…

Prefiero que Reino Unido tome su propia decisión antes de que nos imponga su Europa a todos los demás.

¿Cómo se ve en Europa esta España en stand by?

Yo reivindico el derecho de cada estado miembro a determinar su política interior y su propia conformación de gobierno, sin interferencias por parte de la UE. No admito que la UE, a través de sus instituciones, achique espacios contra el pluralismo político y pretenda que sólo haya un discurso sin alternativas, como proclamó un día Margaret Thatcher. Eso me parece inaceptable en términos democráticos.

No cabe pensar en el voluntarismo de que el nuevo gobierno en España vaya a imponer una nueva agenda en Europa desde el día siguiente… Va a tener que trabar alianzas y apoyos, y hacerse fuerte a través de una gestión seria que sepa cumplir los compromisos más inmediatos y reorientar ese corsé europeo para asumir alternativas. Ese es el trabajo que deberá desempeñar el nuevo Gobierno de España, y espero que lo consiga.

¿Cuál es su pacto ideal para España?

Esa pregunta no la quiero responder en el cortísimo plazo, sino en el medio, y en el largo. España es un país necesitado, imperiosamente, de reformas muy profundas de su propia arquitectura constitucional, y eso no es posible sin el PP, ni contra el PP. Pero habrá de ser otro PP, porque el de hoy es incapaz de acordar nada con nadie y está ahogado por la corrupción.

España necesita reformas estructurales, de las de verdad, de las columnas vertebrales de nuestro modelo productivo. Urge, sobre todo, una reforma del actual corsé presupuestario, subordinado por la regresividad fiscal en el capítulo de ingresos, que son manifiestamente insuficientes para sostener nuestro modelo social. Para esto último es condición necesaria una mayoría de izquierda, o centroizquierda, que coloque al PP en la oposición, inmediatamente. Pero eso no será suficiente para reorientar el modelo productivo y hacer de España el país que decimos querer ser y para reformar un edificio constitucional que acusa fatiga de materiales prácticamente por todas las costuras.

¿Esa alianza a corto plazo tendría sentido con Podemos?

Depende decisivamente del programa y de la composición del Gobierno que se acuerde. Lamentablemente a estas alturas esas cuestiones están aún por dilucidar... Deploro que en la agenda de Podemos la componente nacionalista escorada hacia el secesionismo tenga mucho más peso que la lucha contra la exasperación de las desigualdades y el restablecimiento de la agenda social y económica del país. Creo que ese escoramiento obedece al propio enfeudamiento de los líderes de Podemos con respecto a las llamadas confluencias, en particular de su componente en Cataluña, claramente indistinguible del nacionalismo secesionista. Este es un problema de Podemos, pero no puede ser una traba ni para la izquierda en España, ni, por supuesto, para España. Esa condición autodeterminista de Podemos me parece inaceptable. SI la mantuvieran sobre la mesa, sería más que suficiente para prescindir de su apoyo y de su presencia en el Gobierno en esta legislatura, cualquiera que fuese el precio a pagar.

El PSOE de Pedro Sánchez ¿le motiva?

Me motiva el PSOE. Es un capítulo relevante de mi propia biografía humana y determinante en mi biografía política. Mi compromiso con una izquierda transformadora, pero al mismo tiempo responsable y consciente de las limitaciones que la realidad impone, pasa por mi lealtad al PSOE, cualquiera que sea su liderazgo.

Siempre he desconfiado de la identificación de este proyecto político con etiquetas que lleven nombres y apellidos, como pueden ser el de Felipe González, por el que todos los socialistas profesamos reconocimiento y respeto, además de gratitud por la obra completada; o el de José Luis Rodríguez Zapatero, con el que tuve el honor de servir como ministro de España, o con Pedro Sánchez, un líder elegido democráticamente. Pero eso, a mi juicio, no autoriza a hablar de un PSOE de Pedro Sánchez, porque queremos que el PSOE sea el PSOE por encima de todas las personalidades. Por supuesto, Pedro Sánchez es nuestro líder, es nuestro secretario general, y tiene todo mi respeto, mi afecto, y mi apoyo, pero yo estoy en el PSOE, y no en el PSOE de Pedro Sánchez. Tampoco creo que a él le convenga un PSOE de Pedro Sánchez.

No me cita usted ni a Almunia, ni a Rubalcaba, no sé si por algo especial…

Bueno, hablaba de secretarios generales que han asumido una posición de gobierno, pero guardo igual respeto por los que fueron secretarios generales sin oportunidad de hacer un discurso de Investidura, como fueron Joaquín Almunia o Alfredo Pérez Rubalcaba. Insisto: sólo por haber vestido la camiseta del conjunto de los socialistas merecen el reconocimiento de todos y, desde luego, el mío.

¿Tratan bien en el partido a los ex?

En lo personal, un barómetro de credibilidad de una formación política es la identidad entre lo que dice ser y lo que hace y, para empezar, en lo que hace dentro de su propia organización. No tiene ninguna credibilidad un proyecto democrático reformista sino lo es antes dentro de su propio aparato. No tiene ninguna credibilidad un proyecto que invoca los valores de la igual libertad e igual dignidad de todos los componentes de una organización política si esa regla no tiene vigencia en su interior.

Un proyecto progresista no puede ser oligárquico o despótico en su gobierno interior. Pero eso no afecta particularmente a quienes hemos ejercido responsabilidades en algún momento, sea en la dirección del partido, en la que he estado durante 15 años, o en el Gobierno de España, en el que trabajé durante una legislatura. Afecta a la totalidad de militantes por igual. Es importante exigirle al PSOE que respete a sus afiliados, que los integre, cualquiera que sea la opción que cada uno o cada una haya ejercido en las diferentes circunstancias, y lo haga siempre. Que no los postergue, no los discrimine, no los segregue negativamente en función de que se hayan alineado en alguna contienda orgánica, y que capitalice al máximo sus recursos humanos.

¿Es sano para el PSOE que los barones controlen al secretario general?

 El PSOE es una organización federal y, por tanto, hay que vigilar permanentemente que no derive ni hacia el confederalismo, ni hacia el feudalismo de las baronías con agendas propias o divorciadas de la unidad de sentido del PSOE. Creo que ese equilibrio lo hemos observado históricamente y lo hemos conseguido.

Sí me parece que esa vigilancia tiene especial sentido cuando vemos situaciones en las que da la impresión de que los órganos de articulación territorial se superponen, aunque sea mediáticamente, al proceso de decisión que corresponde a los órganos que garantizan la unidad del todo, que son los órganos federales.


Como catedrático de Derecho Constitucional:

¿Cuál es la reforma de la Constitución que necesitamos para avanzar?

 Hace mucho tiempo que, como constitucionalista, vengo apostando por una reforma constitucional de calado. Hace mucho tiempo que denuncio que la Constitución que, fue un impresionante acierto histórico a finales de los 70, corre el riesgo de envejecer sin madurar. La madurez de una Constitución democrática se pone de manifiesto reformándola por sus procedimientos, con rigor, pero sin miedo.

He combatido la prolongación de un discurso del miedo a tocar la Constitución que tiene como objetivo político cronificar una pretendida minoría de edad de los españoles. ¿No somos capaces de reponerla sin hacerla saltar por los aires? Los que piensan así consideran que los españoles tenemos una minoría de edad democrática que me parece inaceptable.

Todas las sociedades democráticas de nuestro entorno han sabido acometer y resolver satisfactoriamente reformas de sus constituciones, particularmente en el curso de la construcción europea. En Portugal, la democracia nació con las mismas dificultades que en España, procediendo de una dictadura de 40 años, y con mucho miedo al golpismo, y sin embargo, ha conseguido reformar su Constitución con normalidad varias veces, mientras que nosotros, no.

Pasan los años, y la sensación de riesgo aumenta. En 2004, cuando los socialistas llegamos al Gobierno de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero, los principios estaban muy acotados: remover la preferencia del varón sobre la mujer en el acceso a la Corona, que sigue siendo insostenible en la sociedad actual; insertar la construcción europea en la Constitución, inexistente en aquel momento e irónicamente reparada con la reforma del artículo 135; reformar el Senado para convertirlo de verdad una Cámara territorial, y no solamente en una de segunda lectura en el procedimiento legislativo, y el más importante, cuajar en la Constitución el estado de madurez de la España autonómica. El estado autonómico no está en la Constitución… Sólo con esta reforma clave podríamos resolver algo tan diabólicamente enquistado como es la cuestión catalana.

 Usted habla de madurez democrática, y yo le pregunto si no tiene la impresión de que nuestros partidos políticos cada vez son más infantiles…

 Lamento que, incluso en circunstancias críticas para la realidad española como las actuales, exista un predominio tan claro del tacticismo y del celo con que cada partido vela por la preservación de sus electorados menguantes, ante la eventual inminencia de una nueva convocatoria electoral, haciendo prevalecer el cortoplacismo sobre las necesidades evidentes de mirar el horizonte con luz larga y estar a la altura de desafíos que tenemos que compartir, en lugar de utilizarlos como caballo de batalla para la confrontación.

¿Un partido que no respeta ni la Constitución ni las instituciones se ha colado?         

 La libertad ideológica implica que cualquier formación política que tenga representación del electorado pueda obtener escaños, pero hay una obligación de respetar las reglas del juego que debe ser asegurada por el Gobierno, por las instituciones de control, incluido el Tribunal Constitucional, y el Poder Judicial. Cambiar el marco constitucional es un objetivo legítimo en democracia. Lo que no es legítimo es pretender conculcar o ignorar las reglas del juego, dándolas por obsoletas.

 ¿Una infanta en el banquillo hace daño a un país?

Lo que hace daño a un país es que todas las instituciones estén deterioradas por la expansión de un aura de descontrol, abuso del poder, y percepción de impunidad; incluso instituciones que, hasta hace poco, eran las más prestigiosas y las más intocadas, como el Tribunal Constitucional y la Corona.

Creo que, en estos momentos, hay un esfuerzo del titular de la Corona, el rey Felipe VI, por preservarla y restaurar su dignidad y su credibilidad con una exigencia especial de transparencia y pulcritud. Por eso creo que hubiera hecho más daño a la Corona que se hubiese extendido el manto de impunidad sobre prácticas que nunca debieron tener lugar y que la han contaminado por la actuación de algunos miembros que entonces se consideraban parte de la Familia Real.         


Y como experto en Derecho y ex ministro de Justicia:

¿Qué pena justa merece un cargo público corrupto?

Todas las penas que el Código Penal contemple para los corruptos, y además, sin duda, una severísima sanción por parte de la ciudadanía, que debería saber castigar individualizadamente a los corruptos colocándolos, invariablemente, en el basurero de la historia. Tengo que lamentar que esto no siempre sea así. Hay políticos corrompidos, en la expresión más paladina de esta calificación, que es la del enriquecimiento ilícito en el ejercicio de cargos públicos, que no solamente no han sido castigados por sus electorados, sino que han revalidado sus mayorías absolutas, incluso han crecido en respaldo popular. Eso describe una connivencia clara entre la corrupción de los políticos y la del entorno social en el que esa corrupción ha sido posible.

 ¿Y lo de devolver el dinero robado no debe ser una exigencia particularmente defendida por los partidos en su búsqueda de una mayor credibilidad social?

Es lo que más sentido tiene para distinguir la corrupción que verdaderamente merece ese nombre, con respecto a otras modalidades de comportamientos desviados en el ejercicio de un cargo público. No es lo mismo conculcar alguna regla procedimental en un concurso sin indicio ninguno de enriquecimiento ilícito para procurar una respuesta inmediata o la reparación de un descosido, que diseñar y ejecutar una estrategia para enriquecerse en el ejercicio de un cargo. Esa es la que requiere la reparación con el patrimonio.

En la actual circunstancia es fácil llamar corrupto a cualquiera que haga cosas que merezcan una imputación, aunque no haya enriquecimiento ninguno, y muchos cargos públicos han padecido esa irrespirable demonización generalizada de las imputaciones judiciales, pero el supuesto más estricto, además de la sanción penal y electoral, debería tener anudada la restitución con el patrimonio para reparar el daño.

¿Ha sido contundente el PSOE con los ERE’s de Andalucía?

No solamente ha sido contundente, sino que ha asumido, además, un castigo electoral severo que ojalá hubiese tenido su paralelo en el conjunto del mapa de la corrupción descrito sobre todo por el PP.

El escándalo de los ERE’s costó al PSOE, por primera vez en una historia de 35 años, una dura derrota ante el PP en Andalucía. Sin embargo, escándalos mayúsculos como los que han tenido lugar en Canarias, en Murcia, en Baleares, en la Comunidad Valenciana o en la Comunidad de Madrid, nunca han sido castigados en las urnas hasta el punto de que el PP perdiera las elecciones por esa causa. Hemos visto, si acaso, una reducción de su electorado, pero no perder las elecciones por culpa de la corrupción, que es la prueba del nueve que todavía le toca pasar al electorado del PP que se ha mostrado más indiferente ante la corrupción de sus gobernantes.

¿Qué sueños profesionales tiene un político que lo ha sido casi todo?

Pues casi todos, igualmente. Me implico en política y tengo unos fuertes compromisos cívicos y ciudadanos. Además de al PSOE, pertenezco a muchas asociaciones humanitarias y no gubernamentales, y profesionales, como catedrático de Derecho Constitucional, y consultor de organismos internacionales en materia de Derechos Humanos. Por tanto, veo en mi compromiso político una faceta de mi compromiso personal con la vida y la suerte de los demás, y en ese ámbito me quedan muchos sueños por cumplir. Me gusta subrayar que mi compromiso es independiente de la posición en que me encuentre en cada momento. Creo que es exigible a quienes defendemos los valores socialistas que sepamos estar en las duras y en las maduras, antes y después, soldados siempre, arriba o abajo.

La primavera de 2015 fue un otoño duro en su vida. ¿Se sintió maltratado, personal y políticamente, tras la querella por malos tratos?

Debo resaltar que no hubo ninguna querella, sino una deducción de testimonio y una filtración policial que se elevó inmediatamente, ejecutada para hacer daño, precisamente por mi perfil público. Esa filtración policial de un testimonio no contrastado se elevó ante la única institución que podía contrastarlo por mi condición de aforado. Y ahí se archivó. No hubo, ni siquiera, investigación judicial, ni diligencias, por la inconsistencia de ese testimonio.

En ese dolor personal, el contexto es el de un país tronchado por malas noticias en las que resulta cada vez más difícil discriminar seriamente el grano de la paja, compelido, de forma cada vez más abrasiva, al apartamiento de cualquiera ante quien se levante una sospecha, aunque sea injusta, no contrastada o falsa, como fue mi caso.      De todas formas, sabiendo en qué circunstancias, tremendas y negativas, tiene lugar ese episodio, confié desde el primer momento en poder esclarecerlo con la verdad y en el menor plazo posible y poder seguir ejerciendo mi acción pública con dignidad, como siempre.

¿Qué ha aprendido personalmente de aquel episodio?

Todas las experiencias nos envejecen y nos maduran, y nos hacen más fuertes. He aprendido a que, también en política, es posible hacer amigos que confían en uno, porque le conocen después de toda una vida. Agradezco a quienes entonces se distinguieron como personas de apoyo en momentos duros. Y he aprendido también la necesidad de mantener la cara alta en las peores circunstancias, porque pueden llegar de la forma más injusta e inesperada.

¿Los medios fuimos humanos contando su caso?

Yo racionalizo el deterioro general de la atmósfera política que hace que sea fácil ensañarse, a veces despiadada e injustamente, incluso con quienes se han esforzado siempre con una trayectoria irreprochable, como ha sido mi caso.

Mediáticamente, el ambiente para el ejercicio político se ha vuelto irrespirable, por la selección negativa de noticias, por la propensión a convertir en piedra de escándalo cualquier hecho noticiable que pueda ser versionado de la forma más desfavorable para la política, aunque eso no tenga nada que ver con la verdad… Esto nos está haciendo mucho daño para percibir cómo son las cosas realmente. Aun así, respeto el papel de los medios, y ojalá se desenvolvieran siempre con rigor y contrastando, porque no siempre funcionan así.

Deploro, además, el cibervertedero en el que se han convertido las redes sociales, donde injuriar y calumniar es gratuito bajo el cobarde anonimato, sin ninguna relación con la libertad de expresión, que tiene siempre su límite, según la Constitución, en los Derechos Fundamentales vinculados a la dignidad de la persona.

Ahora que sale a la palestra el tema de la libertad de expresión, ¿cree que en España ese derecho está derivando peligrosamente hacia la libertad de agresión?

Yo soy profesor de Derecho Constitucional, y este tema me ha motivado. He reflexionado y escrito abundantemente sobre ello, pero no me haría falta este background personal para tener criterio como ciudadano, como demócrata, y como persona con valores. No hace falta saber de memoria el artículo 20 de la Constitución para entender que la libertad de expresión tiene límites, como todos los derechos fundamentales. Desde luego, los tiene en los derechos fundamentales de los demás, y en la protección del menor y de la infancia, y en el orden público tutelado por la ley. Eso significa que la libertad de expresión no cubre el derecho a la injuria, ni el derecho al insulto, ni el derecho a la calumnia, ni a ofender gratuita e irresponsablemente los sentimientos y las creencias de los demás. Esa medida de la responsabilidad y ese sentido del límite es especialmente exigible cuando se ejerce un cargo público.

Resulta fácil decir que ahí están los tribunales para dilucidar cuáles son los límites, pero es mucho más difícil exigirse a cada uno la propia medida de lo que se puede y no se debe decir.

 

¿Cree que la Ley Orgánica contra la Violencia de Género tiene lagunas o las denuncias falsas son ley de vida?

            Creo que esta ley fue un acierto necesario, aunque siempre, con el paso de los años, todas las normas necesitan sus ajustes. En cualquier caso, confío en el gran Pacto de Estado contra la Violencia de Género que defiende Pedro Sánchez. Y sí, hace falta salvaguardar la presunción de inocencia y a las personas denunciadas falsamente cuando son utilizadas por algún interés que no tienen nada que ver con la violencia de género, sino con procesos de divorcio, separaciones, la custodia de los niños, o la disolución de la sociedad de gananciales.

 

Cambiamos de tercio. La guitarra forma parte de su biografía: ¿Qué toca López Aguilar cuando está hasta el moño?

            Le doy a todos los palos de la guitarra. Me gusta mucho, como buen canario, el bolero, pero mi formación como guitarrista es rocanrolera. Me gusta muchísimo el rock and roll, el pop de todos los tiempos y muy particularmente la música de los años 60, también la española, que es deliciosa.

 

Usted entiende de música y de política. ¿Nos recomienda una canción con intención para…

            …Pablo Iglesias?

            Loco por incordiar, de Rosendo.

           

            …Mariano Rajoy?

            A quién le importa, de Alaska y Los Pegamoides.

           

            …Albert Rivera?

            Karma Chameleon, un hit de los años 80 de la banda Culture Club.

           

            …Pedro Sánchez?

            I will survive, de Gloria Gaynor. Una canción que tiene muchas lecturas y varias versiones…

 

            …Susana Díaz?

            Sevilla tiene un color especial.


Hagamos escala en Canarias:

 ¿Ser canario es ser distinto en España?

            El canario es, seguramente, el hecho diferencial más agudo y menos conocido. No es solamente la insularidad. Ni siquiera, la distancia de la insularidad, que es algo que diferencia a Canarias de Baleares. Es que, además, la insularidad en Canarias es un hecho determinante, porque es un archipiélago de 8 islas –si contamos La Graciosa- muy distintas entre sí, con morfologías geofísicas, sociológicas, y políticas muy diferentes, y con demografías desiguales. Esta diferencia es poco conocida, mal comprendida, y peor gestionada.

            Hay una enorme responsabilidad de la desventaja de Canarias en los gobiernos que hemos padecido en nuestra región durante mucho tiempo, porque desperdiciaron las vacas gordas, especialmente entre 1994 y el 2008, que fueron 14 años con crecimientos por encima de la media del PIB en Canarias, y a la vez, de concentración caribeña de las riquezas en muy pocas manos, con la generación de grandes bolsas de desigualdades, exclusión, marginalidad y pobreza, y un paro que, incluso en la época de mayor crecimiento económico del turismo, que es el gran generador de empleo, estuvo siempre 10 puntos por encima de la media de España.

 ¿Canarias es Europa?

                        Canarias es la comunidad de mayor conciencia de incardinación en la UE, porque tenemos un estatuto singular en el derecho europeo, conocido como región ultraperiférica, que es el único que tiene anclaje en el Tratado de la UE. Es la única comunidad autónoma española que aparece por su nombre en el derecho europeo.

                        Canarias tiene una gran conciencia de la construcción europea. Ahora lo decisivo es que Canarias module su mensaje para hacerse escuchar en un momento en el que la UE desfallece en todas las direcciones imaginables, también en esta de la cohesión territorial y atención a la diversidad.

                        Era más fácil ser canario en Europa cuando nos adherimos de la mano del Gobierno de Felipe González que ahora. La UE se ha hecho compleja, inmanejable, y las regiones periféricas han perdido visibilidad, lo cual redobla el compromiso que tenemos los diputados nacidos y residentes en estas tierras.

¿El independentismo canario es asunto del pasado?

            Sí. Claramente. Yo fui adolescente en un entorno muy politizado, a finales de los años 70. En los institutos de bachillerato canarios de aquella época, las posiciones del radicalismo de izquierda eran largamente hegemónicas. Y la izquierda, en aquel momento, estaba claramente dominada por una pulsión nacionalista e independentista que tenía mucho que ver con la ideología del tercermundismo africanista.

                      Yo, que fui desde la adolescencia un caso de libro de rojo desorientado, sólo años después corregido hacia alguna forma de compromiso con la realidad, tuve todas las tentaciones del radicalismo de izquierdas, menos la del nacionalismo. Fui siempre beligerante contra el independentismo, que fue una opción muy dominante en mi entorno personal. Me alegro de haber tenido la razón anticipadamente, porque he visto declinar la apuesta independentista y a todos los adolescentes que compartieron conmigo el activismo político radical, en aquellos años, ahora les veo en extremos que no tienen nada que ver con ese deseo de independencia. Alguno todavía se dice nacionalista, como se puede ser nacionalista en Canarias, pero independentismo no veo ninguno.

¿Y prevé algún escenario que pueda reactivar aquellas propuestas?

            ¡Por ningún lado! Cuando uno observa el potaje con que se describe Podemos en su articulación territorial, con “confluencias” con discursos y pretensiones propias en Galicia, Comunidad Valenciana, Euskadi, además, de manera muy exagerada, en Cataluña, en Canarias no tiene la menor connotación nacionalista ni independentista. Y eso es muy significativo, porque hasta los gallegos y los valencianos de esas formaciones reivindican su derecho a decidir, como cobertura de su derecho a “separarse del resto de España” si democráticamente se vota en referéndum, lo cual combato enérgicamente. Nunca me he creído el cuento de que la democracia comporte el derecho a decidir cualquier cosa, en cualquier momento, ni de cualquier manera. La democracia exige reglas de juego.

            Canarias es una comunidad claramente necesitada de anclaje en alguna organización de carácter supraterritorial, en este caso España y Europa, bien conectada con la cornisa noroccidental africana, porque es nuestra continuidad territorial inmediata, y mirando siempre hacia América Latina.

Miedo a Marruecos, ¿ninguno?

            En Canarias está presente un discurso ramplón y primario, explotado insensatamente por algunas terminales de comunicación, que propende al prejuicio anti marroquí pero, a poco que razonemos en voz alta, es fácilmente desmontable. Marruecos es nuestro vecino inexorable. Además, nos guste o no, nos avergüence o no a quienes tenemos memoria de lo que fue la abochornante retirada de la decadente administración del franquismo terminal sobre los territorios del Sáhara, administra de facto ese territorio, que es determinante para Canarias en términos pesqueros y de explotación de su plataforma continental. Marruecos es determinante para el futuro de Canarias en lo relativo a la contención de los flujos de inmigración irregular. Marruecos es un partenariado vital. Pero como Canarias eso no puede gestionarlo sola, es una razón de más para que tenga conciencia de su españolidad y de su europeidad.

¿Ser ex ministro es ser un jarrón chino, o eso es sólo para los ex presidentes?

            Eso dice Felipe González de los ex presidentes. Nada que ver con quienes hemos sido ministros en el Gobierno de España, siempre enriquecidos y educados espiritual y profesionalmente por esa experiencia, pero disponibles para todas las que vengan por delante.

¿Cree que Felipe González está siendo honesto con el PSOE?

            Lo ha sido siempre. Él mismo dice que desde hace ya bastante tiempo ejerce con mucho mayor disgusto de simpatizante del PSOE que de militante…




Un análisis clínico rápido para testar al López Aguilar probado personal y profesionalmente:

            ¿La virtud que desea?

            La paciencia, que es la que me falta.


            ¿La experiencia que no quiere que nunca se le olvide?

            La de haberme hecho a mí mismo.


            ¿El consejo más importante que ha recibido en su vida?

            Cuando estés enfadado, procura pensar bien antes de abrir la boca.


            ¿La persona a la que le gustaría parecerse?

            En lo personal, a mi padre. En lo intelectual y político, a Juan Negrín.


            ¿La persona en sus antípodas ideológicas de la que más ha aprendido?

            José María Michavila, un buen tipo al que estimo fraternalmente.


            ¿Hay soledad cuando uno deja de estar en la cumbre?

            Hay soledad antes de llegar a ninguna cumbre. Si alguna vez has estado en ella, desde luego, la experimentas, y no digamos nada, cuando bajas de ella…

 

            ¿Un consejo para los que dejarán el Gobierno y tendrán que seguir adelante   con sus carreras profesionales?

                        Haberla tenido alguna vez, muy recomendable antes de aspirar a ningún cargo público… Muchos problemas pandémicos de la política española tienen que ver con la tempranísima profesionalización de quienes la ejercen. Y debo decir, además, que esto no está siendo corregido por el aparente rejuvenecimiento del estrato generacional, porque los que vienen ahora tampoco han hecho otra cosa más allá de la política… Cuidado con eso…


            Cuando era ministro le leí que no descansaba. ¿Aprendió que era necesario?

            Me sigue costando.


¿Hay equipo en este PSOE?

            La política es trabajo de equipo, y si no lo hay suficientemente, todos tenemos un problema. Demando de cualquier dirección del partido la integración fraternal –porque la fraternidad es uno de los valores con los que más se nos llena la boca- de todos los recursos humanos disponibles con que cuenta el PSOE.


¿Qué ilustra su caricatura de esta legislatura de Mariano Rajoy?

            Una apisonadora que, al final, ha dejado completamente sólo a su conductor. La mayoría absoluta del PP ha sido el caballo de Atila, también para sí mismo, porque de otro modo no se explica que, quien dice todos los días que ha sido la fuerza con más votos y más escaños, resulte ser el partido y el líder con el que nadie quiere pactar nada, con el que nadie quiere hacerse ninguna foto, y, además, el partido que más rechazo produce en el conjunto de la sociedad española. Asombra que todo aquel que no ha votado al PP el 20D diga en las encuestas, invariablemente, que nunca y por nada del mundo votaría al PP.


Señor ex ministro de Justicia:

¿Cómo ve la Justicia española: más o menos Montesquieu que en su época?

            Montesquieu murió hace 250 años, y lo que quiera que fuera la separación de poderes que describió, nada tiene que ver con la arquitectura constitucional de los estados contemporáneos. Defiendo la separación de poderes, pero la que él tenía en mente sería inservible en el momento actual.


¿Las puertas giratorias son de justicia?

            No lo son. Producen indignación, y la comparto. Pero hay que saber a qué nos referimos cuando hablamos de puertas giratorias. Alguien me dice que un ejemplo sería Felipe González, y sólo puedo replicar que dejó de ser presidente del Gobierno hace la friolera de 20 años. Si en 20 años no puedes ejercer ninguna actividad, es que tenemos un problema…

            Otra cosa muy distinta es salir de un cargo público directamente a un consejo de administración cuya silla acabas de calentar con una decisión política. Ese puede ser el caso de un buen número de los inminentes ministros salientes de Mariano Rajoy, y eso sí que serán abominables puertas giratorias a proscribir por ley.


¿Qué nota le pone un catedrático como usted a Mercedes Alaya?

      Me gustan los jueces discretos, rigurosos, imparciales, y sin nada en su trayecto personal ni profesional que permita hacer sospechar que pilotan el sumario a conveniencia cuando son jueces de instrucción.


Volvamos a Europa:

¿Ha tratado la UE bien a Grecia?

La llamada "crisis griega" está lejos de haberse resuelto. La abyecta terapia de austeridad recesiva que se le impuso nunca tuvo como objetivo "rescatar" a Grecia, ni a los griegos, sino subordinar sus presupuestos y su política fiscal al paso de los intereses de una deuda inasumible. Los padecimientos de Grecia no han sido causados por la UE, pero las recetas de la troika han empeorado al paciente y cronificado el problema. Hay que cambiar drásticamente de política europea: no solo porque ha fracasado, sino porque ha sumido a la UE en la peor crisis de su historia ante un PIB que era apenas el 2 por ciento de la zona euro, y que hubiera podido gestionarse si el enfoque no hubiera sido punitivo para hacer de Grecia un ejemplo y aviso para los demás.


¿La crisis de los refugiados está cogida por los cuernos?

La "crisis de los refugiados" es una emergencia humanitaria en la que está fracasando la razón de ser de Europa: la solidaridad y la puesta en común de la respuesta frente a desafíos a los que nadie escapa por sí solo y menos, contra los demás.


¿Podemos confiar nuestra seguridad ante atentados del ISIS a la UE?

Nadie está a salvo del riesgo, pero seremos más eficaces si lo afrontamos juntos. Y es preciso involucrar a las comunidades islámicas en los estados miembros aislando y combatiendo con ellas la yihadización de la exclusión y la marginación social.


Rematemos esta conversación con un test sobre la nueva política:

                  ¿Abusamos de mesianismos?

                            Lo más lamentable es que, quienes practican el mesianismo, ni remotamente cubren la suela del zapato que le hace falta a un mesías…

 

                ¿Mucho vacío entre gestos?

                Ahora se habla mucho de postureo, un neologismo que he tenido que desentrañar, y más allá de los gestos individuales, lo que deploro es lo que podríamos llamar “el paradigma”: una política que ha transitado desde la que se hace en la Asamblea, que representa la soberanía popular, hasta aquella que se declama a voz en grito en las tertulias recalentadas de televisión -el nacionaltertulianismo-, y que finalmente se sustancia exclusivamente en un intercambio de tuits y de instantáneas diseñadas para el insustancial y vertiginoso consumo de las redes sociales… Eso banaliza la política hasta hacerla impracticable. Es imposible construir nada cuando lo único que te importa es la repercusión de tu última frasecita en las redes sociales entre tus mesnadas de incondicionales. Eso no nos conduce a ninguna parte. Así, la política no merece la pena.

 

                ¿Los partidos y sus estructuras son un lastre?

                Necesitan actualizarse, y cada uno necesita hacérselo mirar. El PSOE necesita renovar profunda y radicalmente su estructura y su funcionamiento. Nuestra estructura continúa articulada sobre la base de las agrupaciones locales, antes llamadas casas del pueblo, que hace mucho tiempo que dejaron de cumplir la función que tenían cuando Pablo Iglesias fundó el partido en 1879… Pablo Iglesias el one and only, el genuino… Así no se puede funcionar en el siglo XXI. Para mí, aquí está la causa de la crisis del PSOE en las grandes ciudades: el divorcio enorme entre sus agrupaciones locales y la sociología que tienen la obligación de representar.

               

                ¿Qué le sale del alma cuando alguien le dice que el PSOE es “búnker”?

                Indignación, porque es el corolario de una forma de razonar que se pretende muy aguda, pero insulta la inteligencia de cualquiera que sepa de lo que estamos hablando. El búnker era extrema derecha contraria a la transición.  La única explicación para utilizar esa expresión es no tener ni idea de historia y un adolescente interés de tomar siempre por tontos a los demás.

 

                ¿Cifuentes o Feijóo?

                No tengo preferencias por ningún dirigente del PP. Tanto para la Comunidad de Madrid como para Galicia sueño con un presidente o presidenta socialista, pero como arquetipos del PP, seguramente más disonantes, y por eso, menos ingrato para mí, prefiero a Cifuentes antes que a Feijóo.

 

                ¿Albert Rivera está a la altura de las circunstancias?

                Está en ello, y está por testar, aunque debo recordar que no es un neófito en política: lleva más de diez años profesionalizado tempranamente en esto…

               

                ¿Podemos tiene recorrido como partido?

                Todo el que le quieran prestar los ciudadanos con su voto: solo espero que respete, como nosotros a ellos, a quienes no les voten. Porque tan "pueblo" es quien les apoya como quien les rechaza. Y que la democracia no nació ni se inventó en España cuando llegaron ellos a los escaños que sus votos les han prestado, como a todos los demás.


                ¿Un consejo de su experiencia para que Pedro Sánchez sea un buen dirigente socialista?

Tiene templanza, y debe usarla para trabajar en equipo, escuchando antes de actuar, huyendo de personalismos, valorando el capital humano de que dispone el PSOE, que es mucho más que sus líderes.


REBOBINANDO

Juan Fernando López Aguilar no está en primera línea, aunque tampoco está en un balneario. Y así, aunque la retórica desdibuje los titulares rotundos a intento, el canario libre constata:


  1. Europa está en coma.
  2. España está paralítica.
  3. El PSOE necesita una transfusión para evitar que la sangre fluya sin alma.
  4. La Constitución es una vieja inmadura.
  5. La política española tiene el pavo, o la “nueva política” es el viejo tactismo…
  6. Podemos tiene un pavo real.
  7. El PP, a la oposición, pero sin sectarismos, porque es necesario.
  8. Pena de muerte política para los corruptos y cubo de agua helada sobre la cabeza de los votantes que no destierran a los partidos tramposos.
  9. Abolición de las puertas giratorias instantáneas por ley.

10.  Baño de ética integral para la piel de toro.

Así, en resumidas cuentas, observa López Aguilar el mundo que le toca desde su viñeta. Viene muy reflexionado de casa. Ideológico, sí, pero sin síntomas de revanchismo: ni política, ni personalmente. No tiene pinta de agitador, ni ha venido para desestabilizar las cosas buscando un hueco. Lo que tiene entre sus manos durante esta conversación no es un extintor vomitando espuma de soluciones. Parece, más bien, una vela en palmatoria.

Catedrático de Derecho Constitucional. Ex ministro de Justicia. Delantero en la política española. Portero de penaltis personales por la escuadra. Como para arrinconar su experiencia en las páginas más tontas del Vanity Fair. ¡Y una higa para el periodismo que se fuma un puro, y para todos los patéticos enterradores de las famas ajenas con la nueva fórmula de la cal viva!