El líder de mi país es un tramposo

No sé qué pensarán ustedes sobre la decisión de la Junta Electoral Central (JEC) de abrir expediente sancionador al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Ha sido acusado de “uso electoralista de La Moncloa” por una entrevista como candidato del PSOE en Palacio concedida el viernes 25 de octubre a La Sexta con motivo de la exhumación de Franco.

Además, la JEC anuncia otro expediente a la ministra Portavoz, Isabel Celaá, por otro tanto: uso electoralista de la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Según este organismo independiente, se habría vulnerado “el principio de neutralidad” de los poderes públicos en periodo electoral. Ahí es nada.

Lo primero que he hecho es preguntar si esta apertura de expediente es sólo eso, el inicio de una simple investigación. Algo rutinario y no demasiado concluyente. Y me dicen que no. La Junta Electoral no suele abrir expedientes sin constatar indicios claros de que se ha vulnerado la Ley Electoral. Estos casos suelen terminar en sanciones.

Sea de ello lo que fuere, pase lo que pase a partir de ahora, es la primera vez que algo así sucede en nuestro país desde que hay democracia. Ningún mandatario había sido apercibido por algo tan grave. Sin embargo, ¿ha pasado algo? Yo apenas he visto reacciones acordes a la magnitud de lo sucedido.

¿Se imaginan qué hubiera sucedido si el expedientado es un presidente del Partido Popular? Por sus hechos los conoceréis: la izquierda habría sacado a la calle a sus escandalizadas bases para promover algaradas y protestas por abuso de poder, por el uso de las instituciones públicas para beneficio propio.

¡Dimisión! ¡Trampa! ¡Atropello! ¡Manipulación! ¡No nos merecemos estos líderes! ¡Limpieza! ¡Haz que pase… de largo! ¡Ahora sí: que se vaya si tiene vergüenza! ¡España ha sido mancillada! ¡La democracia misma ha sido puesta en riesgo! ¡Escándalo!

Nada, nada. Nos hemos quedado afónicos. La única consecuencia práctica, visible, concreta, de este expediente es que el Gobierno en funciones se ha visto obligado a retirar la transcripción de la citada entrevista de la web de Moncloa, al menos hasta después de las elecciones.

Pobre España.

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