José Apezarena

Pedro Sánchez, "dame argo"

Pedro Sánchez, en el acto Goalkeepers de la Fundación Bill y Melinda Gates, en el Lincoln Center

“Señorito, deme argo”, repetía la mujer a la puerta de la iglesia cada vez que veía salir a un caballero al final de misa. Pedía “algo”.

Las respuestas eran, lógicamente, de lo más variadas. Desde quien ni siquiera miraba a la pedigüeña, a quienes le dedicaban una sonrisa y nada más, hasta los que le daban unas monedas. Digo monedas concretamente, porque no divisé ningún billete. Y estos eran los que daban ‘argo’.

Y me venía a la cabeza la figura de nuestro presidente del Gobierno, que bien merecería el título de ‘Pedro Sánchez el davidoso’, tanta soltura muestra en repartir dinero aquí, allá y acullá.

Con ayudas y subsidios de todo tipo, que forman una lista muy larga y variada, en tantos casos necesarios porque atienden a situaciones de necesidad.

En la lista aparecen el Ingreso Mínimo Vital, el complemento de ayuda a la infancia (100 euros al mes por cada menor de 18 años)... Otros casos resultan discutibles. Por poner un ejemplo, el bono joven para alquiler de vivienda de 250 euros al mes, y más aún el Bono cultural de 400 euros para jóvenes.  

Es que esto es un no parar.

En julio, el Gobierno aprobó una ayuda de 200 euros para paliar los efectos de la invasión rusa en Ucrania y la elevada tasa de inflación, por encima del 10%. Se paga a personas con bajo nivel de ingresos de patrimonio, sean asalariados, autónomos o desempleados. Entre los requisitos, que las rentas obtenidas en 2021, incluidas las que perciban los convivientes, sean inferiores a 14.000 euros, y tengan patrimonio inferior a 43.196,40 euros anuales. El plazo, por cierto, finaliza el 30 de septiembre.

Aparte de moratorias hipotecarias de tres y seis meses, se acaba de aprobar una subvención de 6,5 millones a los afectados por el volcán de La Palma, destinada a enseres de primera necesidad, de la que se beneficiarán más de 600 familias. Se suman a los 426 millones que el Gobierno lleva movilizados en la isla, y que representan el 80% de la inversión planificada.

Pero lo más llamativo son los últimos gestos espléndidos del presidente, que, además, han tenido escenarios y ecos internacionales.

 

Se está comentando que Sánchez ha emprendido la tarea de hacerse un pedestal fuera de España, porque sus destinos se hallan fuera de nuestras fronteras, en algún alto organismo internacional.

Una pista más de que la carrera está en marcha es que se ha postulado para presidir la Internacional Socialista.

Hablaba de gestos llamativos. En Nueva York, en la ONU, Sánchez anunció que donará 100 millones de euros al feminismo internacional, incluyendo “ONU mujeres.

Allí prometió también que España contribuirá con 236 millones a la lucha contra la crisis alimentaria. “Mientras haya hambre no habrá paz”, dijo el presidente.

Y la guinda ha consistido en donar 139 millones a la fundación del archimillonario Bill Gates. ¡Toma castaña! Sánchez se ha convertido en el nuevo rey Midas.

¿De dónde salen los millones, con tanta facilidad? ¿De su bolsillo? No. Del presupuesto del Estado. Es lo que siempre se ha llamada disparar con pólvora del rey.

El problema clamoroso es que el país no está precisamente para dispendios. Las cuentas no cuadran. España arrastra una deuda pública cercana al 120% del PIB, y creciendo. Las administraciones públicas gastan 60.000 millones más de lo que ingresan.

Y ello hay que añadir los caprichos del presidente, esa bonhomía para regalar dinero.

Con tanto buenismo, no sé por qué me venía a la cabeza una canción infantil que se escuchaba en otros tiempos: “¡Que buenas son las madres ursulinas/ qué buenas son, que nos llevan de excursión!”.

¡Qué bueno es Pedro Sánchez! Él no da “argo”, lo da todo. De lo nuestro.

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