De China a Lanzarote, pasando por Guadalajara

No gana para sustos don José Luis Rodríguez Zapatero. En plena aria de no se qué ópera, le sorprende el fuego en Guadalajara. Sin tiempo para decir nada y para atender a las víctimas, tiene que correr a China a dar una patada en la espinilla a Bush y pedir el cese del embargo de armamento a esa nación e inmediatamente emprender el vuelo familiar a Lanzarote con la escala prevista, antes o después, en Marivent para despachar con S.M el Rey. Y entre vuelo y vuelo aplacar el gallinero que dice Esquerra Republicana de Cataluña que es el PSOE.

El problema del Presidente del Gobierno es que entre sonrisa y sonrisa no tiene tiempo para gobernar y, lo que es peor, no tiene tiempo de pensar las decisiones que va a tomar cuando se decide a tomar alguna.

Ha pasado un curso político con mucha pena y con poco gloria enzarzado en discusiones absurdas con la Oposición, viendo como se le subían a las barbas los nacionalistas aupados en una montañita de votos insignificante en el conjunto de España y para colmo teniendo que aguantar las embestidas de los más viejos del lugar.

Los socialistas "patanegra", que al principio no ocultaban sus dudas y después no negaban su desencanto, ahora despotrican sin el menor recato y las voces de que "hay que acabar con esto" son tan fuertes que a veces se distorsionan y parece escucharse "hay que acabar con este".

La papeleta del Presidente del Gobierno a la vuelta de Lanzarote es de las que hacen época. Con las autonomías, -las suyas y las del PP- en pie de guerra; con los nacionalismos en pleno chantaje insaciable; con la economía en fase preocupante -ya ha dicho Almunia que el déficit exterior es insoportable- y con muy poca capacidad de maniobra frente a la inflación; y con el terrorismo en fase desconcertante e incontrolada, en septiembre va a tener que empezar a gobernar y se duda de una mínima capacidad para hacerlo.

Además, esa duda se instala en la propia casa política del Presidente y eso produce desconfianza que es lo peor que puede producir un político.

 
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