Por la boca…Pero Sánchez, ¿qué las das?

Con que a Sánchez le piropearan los votantes, la mitad de lo que le piropean sus ministras o le ensalzaran en las urnas la mitad de lo que le ensalza Tezanos, tendría resuelto lo de su permanencia en La Moncloa y no necesitaría a Feijóo y a Ayuso para nada.

El maestro Ussía, recordaba en uno de sus magníficos artículos de este verano, varios pasajes y ripios de “La venganza de Don Mendo”, esa obra cumbre que firmó don Pedro Muñoz Seca, abuelo del propio Ussía.

Hay un verso ya al final, en el que su amigo el Marqués de Moncada dice a Don Mendo, a la vista de cómo le persiguen cristianas y moras, dueñas y reinas y hasta privadas reales: “pero Mendo, ¿qué las das?”

El piropeo que las ministras dedican a Sánchez, está feo (que también diría Don Mendo) y no digamos nada los ditirambos de Tezanos.

Los piropos de las subordinadas son poco elegantes y poco creíbles y eso que ahora, gracias a las libertades que, con su inteligencia sociopolítica su enorme bagaje intelectual y su incansable dedicación, ha conseguido a los españoles y a las españolas, Montero (la de igualdad en Nueva York) ya no está feo que los ciudadanos se piropeen unos a otros con independencia del sexo, género, orgullo o lo que sea cada cual.

Ahora se puede decir sin rubor que Sánchez es alto, bastante bien parecido y con unos andares chulescos que deben de encandilar a sus piropeadores y piropeadoras.

Pero (siempre hay un pero) cuando al hablar de un gobernante, o lo que sea Sánchez, a sus más inmediatos congéneres y congéneras, colaboradoras y colaboradores, solamente se les ocurre decir que es alto y guapo, es que algo va mal.

Sánchez ha comenzado a hacer la calle (políticamente, por supuesto) y se dedica a la acción peripatética y va a lucir palmito e ideología progre, de comunidad en comunidad e incluso Bolaños (“es un acto que define perfectamente el Gobierno que somos”, él sabrá por qué lo dice) le organiza saraos en los salones de La Moncloa; por más que eso de hacer la calle (políticamente, por supuesto) del peripatetismo y de los saraos, sea más bien cosa de las atribuciones de Montero (la de igualdad en Nueva York).

Con que a Sánchez le piropearan los votantes, la mitad de lo que le piropean sus ministras o le ensalzaran en las urnas la mitad de lo que le ensalza Tezanos, tendría resuelto lo de su permanencia en La Moncloa y no necesitaría a Feijóo y a Ayuso para nada.

 

Algunos recuerdan aquel sucedido, en el que se cuenta que en el velatorio de un ciudadano que había sido bastante mala persona y se había dedicado a fastidiar a los de su alrededor, quienes estaban velando el cadáver no encontraban, como suele ser habitual en esos trances, nada bueno que decir del finado, hasta que uno de ellos se arrancó y dijo: “qué pena, con la letra tan bonita que tenía”.

La carcajada: Dice López: “Ahora Bildu hace política con los votos. ¿No es eso lo que pedíamos?”

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