Un Gobierno agotado

La intensa actualidad informativa de los últimos días, protagonizada por la decisión política tomada por Zapatero de excarcelar en la práctica al sanguinario terrorista Ignacio de Juana Chaos, la multitudinaria manifestación de hace unos días en Madrid para protestar contra esta decisión y la manifestación del pasado sábado en Navarra para pedir que la Comunidad Foral no sea moneda de cambio en la mesa de negociación del Gobierno con ETA, ha hecho que casi pasara desapercibido el tercer aniversario de la victoria electoral del PSOE y de la llegada de Zapatero a la Moncloa.

Transcurridos treinta y seis meses desde el triunfo socialista, cualquier observador de la vida política puede hacerse muchas preguntas, como por ejemplo las dos siguientes: ¿cómo está España, cómo estamos los españoles después de estos tres años?; ¿Cuáles han sido los principales logros del Gobierno de Zapatero en este tiempo? Y también puede añadirse una tercera: ¿cómo afronta el ejecutivo el año de legislatura que queda por delante?

Centrándome en la tercera interrogante e intentando darle una respuesta, parece evidente que nos encontramos ante un Gobierno agotado, sin proyectos, sin ideas y lo que en más preocupante, que por mor de su política antiterrorista, o de otras cuestiones como las relativas a la familia o a la revisión del pasado, ha llevado una crispación y una división al seno de la sociedad española como nunca antes había sucedido en nuestra historia reciente.

En estos tres años, el Gobierno ha tenido que padecer hasta un total de trece grandes manifestaciones en su contra: nueve por la ya citada política antiterrorista en la que muchísimos ciudadanos están convencidos de que Zapatero ha negociado e incluso sigue dispuesto a seguir negociando con ETA. Otra por la equiparación de la unión entre personas homosexuales al matrimonio entre un hombre y una mujer; una más por su política educativa; otra por el traslado de los archivos de la Guerra Civil desde Salamanca a Cataluña y otra en Murcia por la política gubernamental respecto al trasvase de agua.

Nunca, repito, en nuestra historia reciente un gobierno se había encontrado con tanta contestación en la calle. Sin embargo, el Presidente del talante, el Presidente que dijo precisamente aquello de que oiría la voz de la calle, no ha hecho ni caso a ninguna de las reivindicaciones que a lo largo de estos tres años han llevado a cientos de miles de ciudadanos a ejercer su derecho constitucional de manifestación.

Los dos logros sociales que exhibe Zapatero han sido la ya citada ley de los matrimonios homosexuales y la ley de paridad, gracias a la cual fue aclamado el otro día a las puertas del Congreso con ese eslogan, a caballo entre lo colegial y lo ridículo de “ista, ista, ista, Presidente feminista”. El Estatuto de Cataluña fue otro empeño muy personal de Zapatero, que ahora está pendiente de lo que dicte el Tribunal Constitucional y por último, su mal llamado “proceso de paz” que ETA hizo saltar formalmente por los aires el pasado 30 de diciembre con su atentado en la T-4 de Barajas, pero que el Presidente sigue empeñado en continuar.

Con este panorama, sería lógico que el Presidente, que es quien tiene la potestad de hacerlo, adelantara las elecciones generales todo lo que pudiera. ¿Lo va a hacer? Hace años un dirigente del PSOE ya retirado de la vida política nos comentaba a un grupo de periodistas lo siguiente: “no os engañéis. Formalmente las elecciones las convoca el Presidente del Gobierno pero se las convoca el Centro de Investigaciones Sociológicas, cuando le pone encima de la mesa la encuesta más favorable a sus intereses”. Si eso es así, y en gran parte lo es, vamos dados, porque la última encuesta del CIS situaba al PP a una muy corta distancia del PSOE, por lo que si esa tendencia sigue, Zapatero agotará la legislatura. Es decir, que hasta marzo del año que viene, nada de nada. Lo cual, visto como está el patio político, va a ser algo pesado para todos.

 
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