A Javier Rojo, presidente del Senado, que arremete contra la información en Internet y critica, sin citar, a confidenciales y blogs

El primero en abrir la veda fue Juan Luis Cebrián que, en fecha reciente definió a los confidenciales como aquellos diarios “que tanto se leen, pero de los que uno se puede fiar tan poco”. Ahora, a esas acusaciones gratuitas –proferidas por el consejero delegado de la cadena de radio que encontró terroristas suicidas en los trenes del 11-M o que nombró a Ángel Acebes el delfín de Aznar- se suma el presidente del Senado. En la clausura del segundo Congreso Mundial de Agencias de Noticias, Javier Rojo ha alertado de “la difusión de informaciones no veraces y sin contrastar a través de Internet, que desprestigian a la profesión periodística, que no lo merece”. Sin citar a los confidenciales ni a los blogs, pero refiriéndose indirectamente a ellos, ha dicho que corren “tiempos apasionantes para la desinformación, la confusión y la manipulación”. Así, según Rojo, se pretende “elevar a categoría de noticias rumores muchas veces interesados y maniobras para desprestigiar a personas o empresas en una práctica que consigue desprestigiar a una profesión que no lo merece”. Cuando alguien arremete así, genéricamente, contra la información confidencial es porque, quizás, le incomode que se conozcan noticias que una agencia de noticias o un periódico no sacarán jamás a la luz. ¿O es que no existe prensa escrita, radios o televisiones que manipulen? Guindilla a Javier Rojo que se equivoca mucho al generalizar y le sale un ‘tic’ algo preocupante. Hágaselo mirar, señor presidente.

 

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