Divino de la muerte

Ya tenemos aquí la eutanasia. Instalada en los sillones de los despachos, en los sillones de nuestros salones hogareños y en los sillones de nuestras salas de cine. Ya nos estamos tragando la píldora.

El caldo de cultivo ya está servido. Y muy bien servido. Un despliegue mediático impresionante para la película -dicen que muy buena- de Amenábar, el respaldo de medio Gobierno con Rodríguez Zapatero a la cabeza, el reconocimiento de la crítica y el señor don Ramón Sampedro a punto de subir a los altares.

El otro día leí que había defendido su derecho a una muerte digna con una gran "vitalidad". ¡Hombre! al compañero redactor o redactora se le podría haber ocurrido una palabra distinta a "vitalidad", porque en este caso suena a sarcasmo. Se me ocurren varias: perseverancia, ahínco, tozudez, ganas, interés, incluso mérito, pero "vitalidad", lo que se dice "vitalidad"...

Si Amenábar hubiera hecho una película sobre un tetrapléjico que lucha cada día desde su silla de ruedas por integrarse en la vida normal de sus conciudadanos, por rendir según sus talentos y ayudar a la sociedad, por tener una familia y sacarla adelante, o sobre ese joven con Síndrome de Down que va cada día a su colegio y tiene amigos y estudia dentro de sus posibilidades y hasta se licencia en una carrera universitaria o sobre ese ancianito alegre a pesar del Parkinson o del Alzheimer y que juega con sus nietos...

Si hubiera hecho esa película, posiblemente hubieran ido menos ministros al estreno, hubiera tenido menos repercusión "mediática" y, con toda seguridad, la historia no hubiera servido de introducción en la sociedad de la teoría para defender el derecho a una vida digna de los enfermos terminales, tetrapléjicos, etc.

Las "Azúcar Moreno" cantaban algo que tenía un estribillo que decía algo así como "divina de la muerte". No sé si el "divino de la muerte" es Amenábar, el señor Sampedro, Rodríguez Zapatero o el Gobierno en pleno, pero el problema no es ese, el problema es que los "divinos de la muerte" vamos a ser todos.

Es cuestión de tiempo -no de mucho tiempo- el que tengamos una legislación permisiva y abierta que legalice la eutanasia. Una vez más seremos pioneros. En la inmensa mayoría de los países de nuestro entorno cultural y sociológico la eutanasia es un delito. Aquí no sólo va a dejar de serlo sino que incluso estará bien vista y será de lo más humanitario "cargarse" al abuelito o al primo que está en una silla de ruedas. Será un índice de "vitalidad".

Los "psoeros", desde un punto de vista de formación de la opinión pública, ya tienen el trabajo hecho. El ambientillo está creado. No hace falta ninguna campaña. Sólo una película, unos reportajes y unas fotos del Presidente del Gobierno y será fácil convencer a algunas gentes de la bondad de la eutanasia. Así están las cosas en España: las leyes se hacen a golpe de película.

Pues no. Aunque la película de Amenábar sea muy buena e incluso gane un Oscar, aunque la interpretación de Bardem sea antológica y aunque veamos en los altares al señor Sampedro, la eutanasia ni es vital, ni es humana, ni es moral, ni soluciona nada de nada, y hoy en España sigue siendo un delito perfectamente tipificado.

 
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