Crisis de Gobierno: Robbins y Federico, ministros

Nuestros lectores son muy leídos. No se les escapa que está por sobrevenir una interesante crisis de Gobierno, trascendental para el jefe del Ejecutivo. Juan Fernando López Aguilar se resiste a marchar a las Islas Canarias y dejar el Ministerio de Justicia –él querría hacerlo en marzo- para preparar las elecciones de mayo. Pero el presidente está empeñado en relanzar cuanto antes su acción de Gobierno con un cambio de cara, y no parece dispuesto a dar su brazo a torcer.

Motivos no le faltan. Cada día que pasa pierde aliados. A los veteranos Rosa Díez, Nicolás Redondo o José Bono, se unen cada día otros casos más flagrantes. Me refiero al ex presidente Felipe Gonzálezun divorcio que sin embargo viene de lejos-, al todopoderoso empresario Jesús de Polanco, al catedrático de Historia del Pensamiento Político Antonio Elorza, al periodista Iñaki Gabilondo, al editorialista de El País Patxi Unzueta, o al brazo derecho de Polanco, Juan Luis Cebrián.

Todos cerraron filas en torno a Zapatero nada más instalarse éste en La Moncloa. Pero, antes o después, han encontrado motivos para dar al leonés un portazo: “no cuentes más conmigo”. Estas deserciones no parecen fruto de un cabreo momentáneo. De una forma o de otra, todos los citados han llegado a manifestar su distanciamiento definitivo del visionario presidente. Ya no se fían.

Y algún día se sabrá hasta qué punto se ha quebrado la confianza y fidelidad a ZP de esos dos profesionales que son, en estos momentos, los verdaderos puntales de su Gobierno: María Teresa Fernández de la Vega y Alfredo Pérez Rubalcaba. A la primera, casi la quema con las presiones ejercidas hace unos meses para que se batiera contra Alberto Ruiz Gallardón en la batalla electoral por Madrid. El segundo amagó con dimitir unas semanas atrás, cuando todavía humeaba la Terminal 4 de Barajas y Zapatero no se decidía a anunciar una ruptura formal del proceso negociador con ETA. ¿Han suturado estas dos heridas? El tiempo lo dirá.

Por eso, tengo para mi que la remodelación gubernamental que se avecina (y que se lleva con tanta discreción) Zapatero quiere convertirla en una especie de aldabonazo general –prietas las filas- ante el partido, su entorno y la ciudadanía en general, de cara a la recta final de su mandato, donde todo se juega. Y aquí es donde se suceden las quinielas. ¿Qué apuestas del presidente favorecerían mejor un impulso de su imagen y credibilidad, tan dañadas tras el pum de ETA? Yo me atrevo a sugerirle dos nombres al presidente: Tim Robbins y Federico Luppi.

El actor norteamericano dejó muestra de sus habilidades, a su paso por Madrid: fue capaz de cantarle las cuarenta a Ruiz Gallardón por atreverse a faltar a la madre de todas las manifas, la organizada por nuestros cantautores contra la war y los obreros de la UGT. Asco le dio a Robbins dar la mano al alcalde de Madrid, faltaría más. La derecha cavernícola sólo entiende el garrotazo. Zapatero tendría en este Robbins de los bosques, por tanto, un estilete de lujo para la parcela judicial de su Ejecutivo: ¡cárcel para los ‘peperos’!

Y qué decir del gran Federico Luppi, el maestro de la agitación anti ‘derechona’. Recuerden sus palabros:

–Nos va la vida en crear un cordón sanitario para evitar que esta derecha cerril, troglodita y casi gótica, se adueñe del pensamiento español, se trata de evitar que España se rompa.

El argentino podría servirle para ministro de Sanidad, por aquello del cordón sanitario. Pero quizá Zapatero esté pensando mejor en relevar a Carmen Calvo y podría colocar al fustigador del gótico y el paleolítico al frente del Ministerio de Cultura. Así, quedaría al frente de ese departamento, de una vez por todas, un verdadero líder de los “pesebristas” Almudena Grandes, Juan Diego Botto, Juan Diego, Aitana Sánchez Gijón, Pilar Bardem, José Sacristán, Lola Herrera, Luis García Montero, Rosa Regàs, Rosa León, Lucia Echevarría, Aitana Sánchez Gijón, Tina Sainz, Ángel Gabilondo, Mario Gas o Caballero Bonald.

 

Pero no. Pensándolo mejor, Luppi debería ser el nuevo ministro portavoz y de la propaganda. Maneja a la perfección ese lenguaje talentoso, abierto, sensato, tolerante y respetuoso de la izquierda progresista.

Qué envidia, señor presidente. Galácticos para su próxima crisis de Gobierno no le faltan. Ramón Calderón debería tomar nota y rascarse el bolsillo. Estos chicos han demostrado que, por un buen salario, estarían dispuestos a todo: contra la war, contra el PP… o contra el Fútbol Club Barcelona. Que pruebe y verá.

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