Los medios internacionales, en el punto de mira

Hace pocas fechas alertábamos desde esta tribuna sobre los ataques del Gobierno de Pedro Sánchez a los medios no afines a su gestión. Una realidad triste, peligrosa, preocupante, pero que puede incluso ser considerada menor cuando se compara con el trato que están recibiendo algunos medios de comunicación en otros países con regímenes totalitarios. La semana pasada el dirigente chavista Diosdado Cabello se quedaba con la sede del periódico opositor El Nacional gracias a un fallo judicial a su favor, por supuesta difamación del medio. No contento con ello, amenazaba después en su programa de televisión con ir “a por la página web” del diario, cuyo presidente y editor, Miguel Henrique Otero, vive en el exilio en Madrid. 

Casi al mismo tiempo, una periodista turca, Sedef Kabas, era detenida en Estambul por un delito de “insultos al presidente”, que está tipificado en Turquía y por el que se pueden alcanzar penas de entre ocho meses y cuatro años de prisión. La periodista había criticado en televisión al Gobierno por la represión de la disidencia y por fomentar la polarización de la sociedad turca. Días más tarde el propio Erdogan advertía públicamente que adoptaría “las medidas necesarias contra los contenidos dañinos” o que “atenten contra los valores nacionales” en los medios de comunicación. 

En China, los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en estos días están dejando en evidencia el recrudecimiento del control a la prensa internacional. Son muchos los corresponsales extranjeros que han denunciado la imposibilidad de llevar a cabo su labor. Las imágenes del holandés Sjoerd den Dass, corresponsal de la televisión pública holandesa, literalmente arrastrado por las Fuerzas de Seguridad mientras realizaba una conexión en directo han dado la vuelta al mundo. Otro corresponsal contaba haber sido interceptado por la policía por formular “preguntas demasiado sensibles”. También, en muchas ocasiones, los periodistas han sido obligados a mostrar permisos que, simplemente, no existen.

Y cómo no hablar de Rusia. Mientras en occidente se distribuyen las imágenes de los movimientos militares rusos frente a la frontera con Ucrania, los medios de Moscú transmiten a su población que son las fuerzas de la OTAN las que intentan rodear a Rusia para derrocar al presidente Putin y tomar el control de los recursos energéticos de Rusia. Casi nada.

Decía The Economist en su último “índice democrático” que los medios de comunicación cada vez son menos independientes de otros poderes y no reflejan claramente la diversidad de opiniones que hay en la sociedad. Es evidente que no son buenos tiempos para la libertad de prensa.


Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la agencia internacional de comunicación 3AW.

 
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