Un año con Maragall-Carod

La polémica comparecencia de Zapatero del pasado día 13 ante la comisión de investigación del 11-M y la que posteriormente protagonizaron los portavoces de las Asociaciones de Víctimas ha ensombrecido, informativamente hablando, el primer aniversario de la formación del tripartito que gobierna no solamente la Generalitat de Cataluña sino en toda España. Porque entrando directamente en materia, esta es la primera conclusión que se puede extraer si se analiza todo lo sucedido en los últimos doce meses en la política catalana y española. Todo empezó con que un perdedor en las elecciones autonómicas en Cataluña —Pasqual Maragall- se convertía en el gran vencedor, merced al pacto que hizo con la Esquerra Republicana de Carod Rovira y, ¡cómo no! con los de Izquierda Unida, que siendo "cuatro y el del tambor", tienen una habilidad especial para estar en todas las salsas, eso sí, salsas que tienen como ingredientes: coche oficial, buenos sueldos y prebendas varias, algo a lo que incluso los de muy izquierdas no hacen ascos. Asimismo habría que recordar que el pacto Maragall-Carod Rovira contó con todas las bendiciones del actual inquilino de la Moncloa, que incluso se llegó a hacer la foto con ambos en el balcón del Palau de la Generalitat. Zapatero está prisionero de Maragall y de Carod Rovira. Al primero le debe —es verdad que junto a Tamayo y Balbás- su elección como secretario general del PSOE en julio del 2000. Pero también sabe que el PSC cuenta con 21 escaños en el actual Congreso de los Diputados, cuya primera obediencia —salvo quizás la de la diputada Carmen Chacón- es a la organización socialista catalana antes que a Ferraz. Y a la exigua minoría con la que gobierna ZP solo le faltaría que se le restaran esos 21 escaños de los socialistas catalanes. La dependencia de Carod Rovira también resulta evidente y palmaria. En primer lugar, Maragall depende de ERC para gobernar en la Generalitat y en cuanto el partido independentista catalán quisiera, podría dejar caer al líder socialista catalán e ir a un gobierno con Convergencia i Unió. Eso lo sabe Maragall y, por supuesto, Zapatero. Pero es que también son imprescindibles para el PSOE los 8 escaños de ERC en el Congreso, ya que sin ellos, por ejemplo, no podría aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Es decir, el Gobierno de España y su Presidente están absolutamente hipotecados por sus pactos con un partido, ERC, que lo que quiere, como partido independentista que se proclama, es la separación de Cataluña del resto de España. En los próximos meses conoceremos el texto de reforma del Estatuto que se someterá a votación en el Parlamento de Cataluña, pero por lo conocido hasta ahora y, sobre todo, por lo que han manifestado los principales dirigentes de ERC, es obvio que será un texto inasumible desde una posición de defensa de la Constitución Española y del modelo de Estado que esta consagra. Pero mientras tanto, estos doce últimos meses no han estado exentos de sorpresas o sobresaltos de origen catalán. Primero fue la entrevista de Carod Rovira con la cúpula de ETA en Perpigñan tras la que, ¡oh casualidad!, la banda terrorista declaró que seguiría atentando en toda España menos en Cataluña. Efectivamente, en este mes de diciembre, ETA ha puesto doce bombas en otras tantas ciudades españolas entre las que ,¡oh casualidad!, ninguna era catalana. Posteriormente fue la polémica con las selecciones deportivas o el conflicto con el catalán y el valenciano, resuelto de forma vergonzosa por el Gobierno de España que accedió al chantaje en forma de ultimátum que Carod Rovira le hizo a Zapatero en una reunión en la propia sede de la Presidencia del Gobierno. Por último, su pataleta de pedir el boicot a la candidatura olímpica de Madrid 2012, algo que ha traído consecuencias muy negativas para el consumo del cava. Todo indica por tanto que el nuevo año que está a punto de comenzar va a estar muy animado y que el partido va a ser "calentado" tanto por los Maragall-Carod como por Ibarretxe, cuyo Plan se votará el próximo día 30 en el Parlamento Vasco. La gran incógnita radica en que hará ZP. ¿Seguirá sonriendo a todo el mundo y diciendo que sí a todo lo que se le plantea? o por el contrario, ¿buscará para todas estas cuestiones el acuerdo y el apoyo del otro gran partido nacional como reiteradamente le ha ofrecido Mariano Rajoy? Si optase por la primera posibilidad, sería un desastre y respecto a la segunda, tras su intervención en la comisión del 11-M, me temo que ha volado demasiados puentes con el principal partido de la oposición como para que este le preste un apoyo sin más. Sentido de Estado, sí, pero tontos, no.

 
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